PERFIL

Almudena de la Mata, la jurista que enseña un ‘blockchain’ más social

"El cambio tecnológico siempre tiene que ir de la mano de una visión inclusiva", asegura la experta 

Almudena de la Mata, fundadora de Blockchain Intelligence.

Almudena de la Mata, fundadora de Blockchain Intelligence. / ‘activos’

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A Almudena de la Mata siempre le han interesado las personas. Es algo que heredó de su madre y que se ha entrelazado de forma irremediable con su carrera profesional, aunque a primera vista no se note. La historia de esta madrileña se inicia en su ciudad con una licenciatura de Derecho y Derecho Mercantil por ICADE, pero enseguida se traslada a Alemania, donde se instala para empezar como investigadora científica en Hamburgo, y después a Bruselas para dirigir el Instituto Europeo de Investigación de Crédito.

Su periplo transcurre por General Electrics y BNP Paribas, así como por distintas universidades europeas como profesora. Al mismo tiempo, el nervio que le caracteriza y las ganas de innovar le llevaron a cofundar el Impact Hub, un punto de encuentro de emprendedores sociales. "Siempre me han interesado todas las cuestiones que tienen que ver con el impacto social", justifica. Dice que ha sido muy feliz allí donde ha residido, pero España "tiene cosas muy buenas para vivir". De ahí que en 2011 volviese como directora de asuntos europeos del Banco de España a Madrid, donde reside desde entonces y donde su vida profesional dio un vuelco.

El nuevo internet

De la Mata descubrió el blockchain en 2014 a raíz de su contacto constante con start-ups de impacto social y seis años después de la creación del bitcóin, y le apasionó desde el primer momento: "Me di cuenta del poder transformador que tenía el blockchain como tecnología de cambio, tanto a nivel económico como más ampliamente a nivel social", asegura. Poco a poco, fue empapándose de conocimientos sobre el tema y entrando en algunos proyectos, hasta que encontró un nicho para impulsar el suyo: Blockchain Intelligence, un centro de formación enfocado a la economía social.

Uno de los retos era dar a conocer el blockchain, la tecnología de cadena de bloques de operaciones descentralizada y pública que genera una base de datos compartida, porque sonaba como "algo alejado que generaba un poco de miedo a lo desconocido". Pese a la mayor agilidad que proporciona esta herramienta a distintos sectores, como el logístico, el energético y el de los seguros, lo cierto es que la mayor parte de las personas asocian el blockchain con las criptomonedas y los últimos escándalos que han caracterizado en el último año a esta industria. "El blockchain es una tecnología que trasciende esa parte de especulación e inversión de la criptoeconomía -subraya-, es un poco el nuevo internet".

Aunque todavía falta recorrido, la jurista asegura que en España ya existen desarrollos con blockchain tanto a nivel de la gran empresa como de las pymes. Es una consecuencia del interés que está mostrando la Unión Europea por impulsar la identidad digital, por el euro digital y por contar con su propia red de blockchain. Eso sí, "el cambio tecnológico siempre tiene que ir de la mano de una visión inclusiva", recalca. Es decir, si por ejemplo hablamos de digitalización de los pagos, se debería mantener el dinero en efectivo.

En Blockchain Intelligence también hay espacio para otras tecnologías, como el metaverso, una herramienta que saltó a la palestra por Meta y que fue relegada en tan solo un año por la aparición de ChatGPT. Para su presidenta, los metaversos "serán los nuevos mercados digitales del próximo futuro, nos va a permitir una manera de relacionarnos digitalmente de manera más versátil".

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Con la revolución tecnológica actual surgen nuevos riesgos, entre ellos el uso ético de las nuevas herramientas. Por ejemplo, la capacidad de valorar con espíritu crítico el contenido de las respuestas de la inteligencia artificial es más limitado y la privacidad de los datos queda en entredicho cuando hablamos de grandes plataformas externas a la Unión Europea. "No podemos luchar contra la realidad, que la tecnología sigue avanzando, pero lo que tenemos que hacer es orientarla hacia el bien social y limitar nuestros riesgos y controlar su uso", sostiene.

En contra de lo que se afirma, De la Mata cree necesaria una reestructuración de nuestra política pública económica del trabajo debido a la tecnología: "El trabajo se ve seriamente afectado por la inteligencia artificial y hay que destinar recursos a replantear la economía social y la fiscalidad". Hay mucho por asimilar socialmente, pero estos cambios tan severos y rápidos son "un gran reto" de hoy.

Participación ciudadana

Almudena de la Mata ha impulsado DivAirCity, un proyecto financiado por la Comisión Europea que persigue mejorar la calidad del aire de cinco poblaciones europeas -Castellón (España), Potsdam (Alemania), Orvieto (Italia), Bucarest (Rumanía) y Aarhus (Dinamarca)- mediante la participación ciudadana. Los residentes colaboran en actividades diseñadas para mejorar la calidad del aire y reciben tókenes para intercambiar por bienes o servicios a partir de una aplicación descentralizada sobre ‘blockchain’.