La familia Vázquez quiere ser centenaria

  • Ante el miedo a perder el control y la intimidad, en Coscav descartan nuevos socios. Creen que deben traspasar la empresa a la siguiente generación, pero no llegan a un consenso sobre cómo caminar juntos

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Una grúa haciendo trabajos de construcción

Una grúa haciendo trabajos de construcción / 'activos'

Construcciones Sucesores de Cayetano Vázquez SA (Coscav) es referente en su sector con una facturación de 1.200 millones de euros (48% exterior), un ebitda de 270 millones y 2.850 empleados. Los orígenes de la familia en Los Monegros (Zaragoza) forman parte del ADN de la familia. Tierra de secano en la que unos años la cosecha era buena pero otros mala, por lo que había que ser austeros.

Cayetano (1905 -1983) se trasladó a vivir a Madrid y tras trabajar en Agroman se estableció. La construcción de las líneas de metro potenció su negocio. Tuvo tres hijos y dos hijas. Por influencia de su esposa, dejó a todos por igual como accionistas. En lugar de establecer acciones "de sudor", dio una retribución profesional con importantes variables para los que trabajaban en la empresa.

Alfonso (1941-2012) empezó a trabajar a pie de obra, mientras estudiaba arquitectura. "Para saber lo que pesa un saco y el calor que hace", le dijo su padre. Era hiperactivo, emprendedor y buen relaciones públicas. Actuó como "abuelo", haciendo que la unión fuera "más que compartir un negocio". Su liderazgo familiar todavía no ha sido cubierto.

Alberto (1945) se incorporó mientras estudia para aparejador. "Lo natural era trabajar en la empresa familiar, nunca me planteé otra cosa", señala. Ha sido el organizador de la empresa: contabilidad, logística, informática. Está contento con haber sido prudente en el crecimiento y los riesgos: "A lo mejor he limitado el crecimiento, pero hemos superado varias crisis". Cree que la empresa está por encima de la familia.

Pilar (1952) es médica. Le preocupa la harmonía familiar y no encuentra quien la sustituya como presidenta del consejo de familia.

Mercedes (1966) trabajó como auditora en Deloitte. Ha hecho de puente entre las generaciones. Cree que las empresas familiares tienen alma. Su exmarido formó parte del consejo de familia inicial con el objetivo de que empresa y familia estuviesen alineadas.

Agustín (1968-2010) estudió en ICADE y ayudaba a su padre a administrar el patrimonio no empresarial. Se encargó del fichaje y la promoción de mandos intermedios y fue el motor de la internacionalización. Falleció en un accidente de coche.

Almuerzo de coordinación

Los tres hermanos funcionaban como un triunvirato con almuerzo diario de coordinación. Planificaron su retirada de forma gradual, pero el fallecimiento inesperado de Agustín cambió los planes. Estaba destinado a hacer de puente entre generaciones. Su deceso llevó a la contratación de un gerente externo.

El cambio no fue fácil de asimilar, "el trabajo era estar callado, había que evitar el cortocircuito", dice Alberto. En 2020 aceptó una oferta irresistible. Se intentó replicar el triunvirato en la tercera, pero no fueron capaces de llegar a un acuerdo. La familia decidió cubrir la vacante promocionando a Ildefonso, economista con un MBA y experiencia de tres años en una consultora internacional de obra pública.

El mayor peso femenino en el clan está modificando la visión de esta compañía casi centenaria

La tercera generación está formada por 12 integrantes. La cuarta, por 14. La mayoría de ellos tienen vocaciones alejadas del mundo empresarial y les cuesta conciliar agendas para reunirse y hablar de la empresa familiar y su futuro. Algunos consideran que "la empresa familiar es un regalo". "Podemos tener visiones diferentes, pero es algo que nos une para continuar. Que el máximo directivo sea familiar es un plus", subrayan.

La elaboración del protocolo familiar "fue como el parto de la burra". "Salió todo lo que teníamos en la mochila", señalan. Su actualización ha quedado parada por falta de acuerdo, incluso en escoger asesoramiento. Hay cláusulas como la de liquidez de acciones que son difíciles de ejecutar pacíficamente. La política de dividendos facilita la paz, pero hay quien no está conforme con que sea fijo. No se prevé la política de apoyo al emprendimiento. No está planificada la aproximación de la cuarta generación.

Encuentros anuales

Se realiza un viaje anual de todos los familiares y las parejas relacionado con la empresa. Y una reunión anual de sanguíneos mayores de edad para explicar la marcha y los proyectos de la compañía, pero muchos la consideran tediosa. Se ha intentado sin gran éxito realizar afterhours entre los jóvenes.

Alguna vez se ha hablado de la posibilidad de incorporar a alguna otra familia empresaria como socio estable o de fusionar la empresa para ganar tamaño, pero se tiene miedo a perder el control y la intimidad. No hay voluntad de vender, se considera que la empresa es algo que se ha recibido para traspasar a la siguiente generación; pero tampoco hay consenso de cómo hacer el camino juntos. La tercera generación no tiene una visión compartida del futuro de la empresa ni de las relaciones de la familia con ella. Tienen un gran respeto a sus predecesores.  

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El mayor peso femenino en el clan está modificando la visión de la compañía. "No queremos que la empresa sea la más grande, queremos que sea centenaria con una buena calidad y respeto a los trabajadores y el medio ambiente".

Los Vázquez son conscientes de la importancia de planificar la continuidad de la empresa en manos de la familia. La segunda generación desea que la tercera traspase a la cuarta el legado iniciado por Cayetano. Pero les preocupa que la sintonía entre los primos no es la misma que había entre los hermanos. No saben si no han creado demasiado desapego de los continuadores respecto a la empresa familiar. A la hora de buscar asesoramiento externo les cuesta superar las suspicacias de que se considere "de parte". Y encontrar huecos coincidentes en las agendas de la tercera generación es un auténtico viacrucis.