Modelo de negocio

Jornadas maratonianas vs. carrera profesional sin límites: así es el mundo de las 'Big Four'

Desde que el año pasado Inspección de Trabajo asaltó por sorpresa a las cuatro grandes consultoras (Deloitte, PwC, E&Y y KPMG), no han dejado de aparecer empleados que aseguran hacer jornadas interminables. ¿Cuál es la realidad del mundo de la consultoría?

Edificio de Deloitte.

Edificio de Deloitte. / Activos

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Es jueves y el reloj marca las tres de la madrugada. Cientos de jóvenes bailan al son de la música en una discoteca central de Madrid, aunque algunos se mantienen al margen. Es el día que han estipulado sus empresas consultoras para salir de fiesta con los compañeros de trabajo, pero también es la fecha límite para entregar las presentaciones de los proyectos semanales en los que están inmersos. Acuden a la fiesta, empujados por una cierta presión social, pero no disfrutan: se ven a sí mismos contestando con sus móviles los e-mails que no han dejado de recibir a lo largo de la noche. Lo hacen desde una esquina del local, hasta que asumen que no podrán avanzar su trabajo desde allí y se encaminan hacia las oficinas. Solo así podrán llegar a tiempo a la reunión de las nueve. 

Esta es una de las experiencias que cuentan actuales empleados de grandes consultoras, las conocidas como big four (KPMG, Deloitte, EY y PwC). Son también cuatro empresas investigadas desde noviembre del año pasado por Inspección de Trabajo a causa de supuestas jornadas maratonianas de hasta 15 horas al día; un sinfín de horas extra que raramente se compensan, según los empleados. Se trata, sin embargo, de algo muy normalizado en el sector, así como los sueldos congelados en los primeros años de contrato.

De hecho, los aspirantes acuden a las entrevistas de trabajo plenamente concienciados de las que serán sus condiciones, más allá de lo que firmen sobre papel. Muchos se ven sobrepasados y abandonan. Pero otros deciden aguantar la presión, motivados en gran medida por las proyecciones profesionales que da el hecho de haber trabajado en una big four o la promesa de alcanzar un sueldo más que satisfactorio con el paso del tiempo. De estas consultoras, además, han surgido algunos de los más altos ejecutivos, que las aprovecharon como un trampolín hacia la dirección de compañías relevantes en España. Pasar por las grandes del sector como por las boutiques de la consultoría como McKinsey, Boston Consulting Group, Grant Thornton y Arthur D. Little, entre otras, sigue siendo una de las aspiraciones de muchos de los recién licenciados en empresariales o MBA.

Sucumbir a las exigencias

Dejando de lado las percepciones más subjetivas, ¿son defendibles -y, sobre todo, legales- estos modelos de empleo? Para responder a esta pregunta, debemos entender su funcionamiento. "En estas empresas funciona mucho el up or out [arriba o fuera]", subraya Álex Fontelles, socio director de Fontelles Advocats, en Barcelona. Es decir, que a una persona "que no prospera dentro de la empresa se la invita a irse". Básicamente porque no se la promociona. 

Los empleados entran con la categoría de júnior del sistema piramidal y raramente permanecen en un mismo puesto demasiado tiempo. Solo hay una manera de seguir dentro de la empresa: sucumbir a las exigencias. "Si entran cinco júniores y uno se queda hasta medianoche, promocionarán a este último", y los demás quedarán rezagados hasta abandonar la empresa, asegura. "En ningún momento se lo dirán, pero es una práctica habitual en el sector de los consultores".

Se sobreentiende, por lo tanto, que los trabajadores deben aceptar jornadas interminables, mientras la legalidad marca un límite de 40 semanales y un máximo de 80 horas extra al año, que hay que compensar. "Hacer horas extra era lo normal. Hice una media de 50 horas a la semana, llegando a 60 horas en muchas de ellas, y no era de los que más trabajaba", expone Francisco Becerra, un ingeniero de telecomunicaciones que pasó 13 meses en Deloitte. Estas horas de más no siempre son remuneradas, aunque fuentes del sector confirman que, de las cuatro consultoras principales, Deloitte es la que más habitualmente las paga. En este sentido, los cierres contables de final de año son temidos por todos los empleados. "En alguna ocasión, el conserje o guardia de seguridad nos tuvo que echar de la empresa por estar trabajando a altas horas de la madrugada", describe Juan Johnson Fonseca, exauditor de PwC. "Vivíamos dos semanas en sus oficinas", afirma. 

Cierto es que las condiciones de trabajo cambian cuando los júniores, tras transitar por las correspondientes categorías intermedias, acceden a puestos sénior. Pero no su horario. "Toda la pirámide está trabajando al pie del cañón, incluso noches y fines de semana", apunta el abogado. Aunque las tareas cambian, es imposible desconectarse del trabajo, básicamente por el perfil de cliente de las consultoras. "Son personas con puestos muy importantes. Si una multinacional hace una consulta un viernes a las cinco de la tarde y no se le contesta hasta el lunes, se va a la competencia", explica.

Así como los protagonistas de este reportaje, desde que la inspección a las big four saltó a la palestra, miles de antiguos empleados han relatado en redes sociales anécdotas como las que aquí se recogen. Y las cuatro consultoras envueltas en la polémica han declinado responder a las preguntas de este suplemento sobre las inspecciones y las acusaciones vertidas sobre ellas. Sin embargo, fuentes cercanas a las compañías sostienen de forma anónima que la investigación constituye una persecución gubernamental de índole electoral y esperan a la conclusión del registro para poder actuar. Las mismas fuentes alegan que "en todas las empresas hay picos de actividad", sobre todo en enero y febrero por el cierre de las cuentas anuales de los clientes.

Nuevo convenio colectivo

Pero los afectados están colaborando con Inspección de Trabajo mediante la aportación de documentación y no les basta con la eventual sanción de 7.500 euros si se demuestra que estos abusos de las horas extra son ciertos, sino que esperan una "la modificación de la regulación para que se eleve la cuantía" a pagar. Si se cumplen los plazos previstos, la resolución se anunciará en febrero. Pese a la reiterada insistencia, Inspección de Trabajo tampoco ha contestado a ninguna de las preguntas de este medio.

Aunque la macrorredada tuvo lugar el 15 de noviembre, la recopilación de datos comenzó un año atrás a raíz de la negociación de un nuevo convenio colectivo para el sector, que ha evidenciado las discrepancias entre los sindicatos y la Asociación Española de Consultoría (AEC). Una de las propuestas de la patronal pasa por alargar la jornada laboral a 12 horas diarias, para permitir la "flexibilidad" en periodos extraordinarios de carga de trabajo, algo que, por otra parte, ya se estaría aplicando. Sobre esta y otras cuestiones, la AEC solo ha respondido que "la inspección que está llevando a cabo el Ministerio de Trabajo aún no ha concluido y hay que esperar para valorar el resultado de este tipo de procedimientos". La CEOE, en cambio, ha declinado hacer algún tipo de declaración al respecto.

Aceptado socialmente

El nuevo convenio fue el origen de "un malestar general, y no solo dentro de las empresas", afirma el portavoz de Servicios de Comisiones Obreras (CCOO), Raúl de la Torre. Esto desembocó en la primera huelga del sector, celebrada en junio del año pasado. "No se cumplen los horarios ni la desconexión digital a la que tienen derecho los trabajadores, y es algo aceptado socialmente", añade. Además, "los empleados cada día están más hartos por los salarios bajos". De hecho, la primera categoría de un consultor sin experiencia es la A1 y su sueldo anual es de 16.000 euros. Eso sí, cada año escala, según el resultado de las evaluaciones de su desempeño laboral. En tres años es posible cobrar 24.000 euros anuales, aunque no siempre es así.

De momento, la extensión de la jornada laboral, que la patronal continúa defendiendo, ha quedado excluida del preacuerdo de convenio, que se ratificará previsiblemente en febrero. Y los sindicatos han logrado una subida salarial del 15% en tres años. Además, si sale adelante, a partir del 1 de enero de 2024 estas compañías no podrán contratar a nadie por debajo de los 17.000 euros anuales. Pero aún quedan flecos sueltos. "Estamos planteando establecer acciones, primero en España y luego en Europa", señala De la Torre, por las condiciones del sector de la consultoría, no solo de las big four, detalla Luján. A la vez, se pide "reforzar, dotar de más materiales y medios humanos para que Inspección de Trabajo compruebe que se acatan las obligaciones que impone la ley".

"No se puede ir en contra del Estatuto de los Trabajadores", recuerda el abogado laboralista cuando se le pregunta por la posibilidad de que el nuevo convenio salga adelante con esa condición. "Flexibilidad, sí, claro. Pero nunca se pueden superar los marcos legales que estipulan 40 horas semanales, además de las extraordinarias ocasionales", continúa. "Si se acabase aprobando en convenio, dudo que la jurisprudencia lo validara porque va contra el derecho de los trabajadores", agrega.

Fontelles está acostumbrado a recibir en su despacho casos de consultores que denuncian a la empresa. Eso sí, "casi siempre vienen una vez la relación laboral ha expirado o cuando la persona ya no quiere seguir más en el sector y le da igual cerrarse las puertas de todas las demás consultorías". La gran mayoría, añade el abogado, se llega a un acuerdo extrajudicial. "Porque las mismas empresas no quieren generar revuelo mediático".

¿Selección natural?

En el otro lado de la balanza se sitúan aquellos que aceptan pasar por el aro como requisito para ganar visibilidad dentro de la empresa, labrarse una carrera profesional de éxito y acabar siendo socio de una de estas grandes consultoras, con lo que pueden llegar a ganar entre 300.000 y 600.000 euros al año, con bonus. Es la máxima aspiración de los 8.500 empleados contratados cada año por las big four en su conjunto. "Prefiero aguantar estas condiciones que irme a un sitio peor", explica una consultora que prefiere permanecer en el anonimato. Es más, el trabajo bajo presión que caracteriza a este tipo de empresas ha generado una cantera de altos directivos en todos los sectores: desde la directora general de Openbank, Patricia Benito de Mateo (antigua consultora de Deloitte entre 2007 y 2009) hasta el consejero delegado de la Inmobiliaria Colonial, Pere Viñolas (extrabajador de PwC entre 1991 y 1994). ‘activos’ ha elaborado una lista de 15 altos ejecutivos nacidos de alguna de las big four.

  1. Eva Díaz: CEO de Apoggeo, comenzó su carrera profesional en Arthur Andersen, Deloitte y KPMG.

  2. Pere Viñolas: CEO de Inmobiliaria Colonial, trabajó en PwC entre los años 1991 y 1994.

  3. Antonio Brufau: Presidente de Repsol, fue socio director de auditoría en Arthur Andersen.

  4. Belén Frau: Actual Globbal Communications Manager de Ikea y ex-CEO de la compañía entre los años 2011 y 2015, trabajó en Deloitte.

  5. José Ignacio Álvarez: ex CEO de Catalana Occidente, trabajó en Arthur Andersen desde 1982 hasta 1988.

  6. Antonio Lorenzo: CEO de Scottish Widows, estuvo en Arthur Andersen entre 1989 y 1998.

  7. Patricia Benito: Directora general de Openbank, trabajó en Deloitte dos años, de 2007 a 2009.

  8. José María Álvarez-Pallete: Presidente ejecutivo de Telefónica, estuvo en Arthur Andersen entre 1987 y 1988.

  9. Ángel Vila: Consejero delegado de Telefónica, formó parte del equipo de McKinsey.

  10. Eduardo Baviera: CEO de Clínica Baviera, trabajó en PwC desde 1991 hasta 1994.

  11. Carlos Torres: Presidente del BBVA, trabajador de McKinsey entre 1990 y 2002.

  12. José Luis Ayllón: director del departamento de Asuntos Públicos y Relaciones con las Cortes de la CEOE, trabajó en Arthur Andersen entre 1993 y 1996.

  13. Sergio Rodríguez: Presidente de la Fundación Pfizer y director de la Unidad Covid, estuvo en KPMG de 1992 a 1997.

  14. Jorge Schoenenberger: CEO del Grupo Viajes El Corte Inglés, antes trabajó para Arthur Andersen y Deloitte.

  15. Jorge Coronado: Presidente de Build to Zero, trabajó en PwC entre los años 2008 y 2015.

Algunos de los que todavía continúan dentro, y que han alcanzado ya puestos de responsabilidad tras años de emplearse a fondo, aseguran que aguantar la presión les sale a cuenta. Eligen establecer un alto grado de implicación con la empresa, trabajando lo que sea necesario, por un sueldo que les compensa. Además, siguen conociendo a clientes de todo tipo que, en algún momento, pueden llegarles a abrir las puertas de sus propias empresas ofertándoles un puesto de trabajo. Y sus relaciones personales, su ocio, lo mantienen con sus compañeros, con los que comparten vocación y apoyo mutuo. 

Es con ellos, que están en su misma situación, con los que salen a tomar algo después de la jornada y realizan actividades los fines de semana. "No es el mejor trabajo si quieres conciliar", explica una trabajadora que también ha declinado revelar su identidad por miedo a posibles represalias dentro de la consultora. Sin embargo, afirma que el horario es más o menos flexible. "Puedes irte al mediodía a comer y volver a las cuatro si quieres, mientras el trabajo que tienes que hacer salga. O puedes trabajar desde tu casa en la Cerdanya (Girona) si te apetece. Nadie te dice nada".

Cribas desde el inicio

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Cuentan, además, que el proceso de selección no es extremadamente complicado. Para entrar como júnior hay que saber inglés y pasar un test psicológico así como pruebas grupales. Cierto es, sin embargo, que "se descarta a mucha gente". Ya desde las posiciones júnior "van haciendo cribas". "Cada año se hace una evaluación, por promoción o grupo de empleados, y un ranking de mejor a peor". 

Les asignan una nota, de la cual depende si les promocionan o no y cuánto les aumentan el sueldo. Es un momento de más presión. "Los que lo hacen peor, se van a la calle. Suelen ser los que no están suficientemente motivados". Al final, solo se quedan los que están dispuestos a darlo absolutamente todo por la empresa.