Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Pequeño tratado personal de mitología clásica

Hay que ir poco a poco con 'La llamada', el nuevo libro de Leila Guerriero, un canto de sirenas que aboca al abismo

La escritora y periodista argentina Leila Guerriero

La escritora y periodista argentina Leila Guerriero / José Luis Roca

No hay día sin su estafa o su estafeta literaria (nueva estafeta en su segunda etapa). Te la cuelan cuando menos te lo esperas, te la meten doblada con vaselina acrítica, te dan el cambiazo en la mesa improvisada de los trileros: una caja de cartón, una mano fast and furious y tres o cuatro palmeros subiéndose a la palma. Pero el que palma al final es quien paga y lee y se queda con un palmo de narices.

Menudo curro, este romance. Una engañifa como la del palmar, sea en Troya o en Sevilla, con sus saqueos tratando de vengarse de Paris, el de la hermosa figura (literaria), por haber secuestrado a Helena. Quién sabe. Tiene el mal su mecánica como el ardor sus hadas y sus pomadas. A este conquistador de pacotilla le perseguirá siempre el mítico dolor de esta chica mágica, sus heridas abiertas, sus hematomas. Siempre recordará sus cicactrices.

Las chicas mágicas se quedan en París, Texas. Cuarenta años han pasado desde que Wim Wenders rodó la historia del regreso de este héroe derrotado, de este Odiseo tejano que regresa sin memoria a un hogar que no existe y con una familia a la que abandonó. Jane, otra mujer mágica, es objeto de deseo de aquellos pretendientes que, detrás del cristal, tratan de ganarse su voluntad a base de dinero. El peep-show clásico, mientras el pequeño Telémaco hace los deberes del colegio en la cocina de la casa. Días no tan perfectos los de esta familia de Wenders.

Tampoco habla de días perfectos Leila Guerriero en La llamada. Un retrato. Guerriero ha venido para acabar con la crónica airfryer, una crónica que se cocina sin aceite, una literatura que sale de una freidora que no fríe. La suya es una escritura que achicharra la mente, la conciencia y la propia idea de literatura que tenemos. Hay que ir muy poco a poco con La llamada porque es un canto de sirenas que aboca al abismo. El mismo en el que se precipitó la protagonista huyendo sin huir, viviendo sin vivir. La tragedia del compromiso, la familia, la maternidad, la vida, el amor, el sexo. No hay magia aquí. El truco es la supervivencia.

Y nos eran menos supervivientes -qué paradoja- las hermanas asesinadas en un pueblo de Madrid. Creían en el amor como quien cree en Dios: con fe. No necesitaban más pruebas que la promesa. No necesitaban más verdad que unas fotos trucadas, unos nombres robados, una historia más o menos verosímil. La estafa del amor o romance scam es el timo de la estampita de los desesperados por amar, el tocomocho para los que no tocan. Amantes inexistentes, jubiladas con permanente, militares americanos de alta graduación, nigerianos en patera tecnológica. La estafeta literaria está servida. Y se pierde la magia. Y comienza el mito.