CRÍTICA
'El Número Uno', de John Dos Passos: la corrupción con disfraz populista
El escritor estadounidense, exponente esencial de la 'generación perdida', realiza un retrato feroz y descarnado de la inmoralidad y la depravación política
Francisco Recio
El Número Uno puede que no sea la mejor novela de John Dos Passos (Chicago, 1896-Baltimore, 1970), pero sí su mejor retrato literario y social de la inmoralidad y la depravación política. Si queremos conocer cómo alcanzar la gloria y la supervivencia política sin reparar en medios inmorales para lograr esos fines, deberemos leer El príncipe, de Nicolás Maquiavelo. Pero los tiempos cambian y, aunque los fines sean exactamente los mismos –lograr y detentar el poder a toda costa–, los métodos, siendo igual de espurios, se van volviendo mas sofisticados, más engañosos, de manera que son incluso bien vistos por la ciudadanía y sus amplias tragaderas.
Es aquí donde la lectura de El Número Uno se hace necesaria al mostrarnos a plena luz una radiografía prácticamente universal de la corrupción política, no importa dónde. Pero Dos Passos quiere ir mas allá en este relato, que ahora oportunamente recupera y reedita Impedimenta. No quiere retratarnos solo al corrupto, dispuesto a todo, sino también, y de manera más alarmante, al visionario, al iluminado político que, provisto de un andamiaje ideológico superficial y estúpido, consigue liderar a una masa de ingenuos y alcanzar así sus objetivos de corrupción.
El escritor estadounidense conocía bien todo ese mundo de tramoya política. De hecho, realizó un largo viaje desde sus posiciones comunistas iniciales –con las que rompió tras conocer los métodos estalinistas en la Guerra Civil española– hasta las mas conservadoras del panorama norteamericano, apoyando a Barry Goldwater 30 años después. Al escribir El Número Uno sabía muy bien de lo que hablaba.
El protagonista de la novela es Homer T. Crawford, un auténtico animal político, hecho a sí mismo y dispuesto a todo. Nadie en el circo público se maneja como él. Nadie le gana a astucia ni a elocuencia, y nadie entiende a las masas como él las entiende. Es número uno en popularidad, número uno en contactos, número uno en favores. Número uno también en corrupción, demagogia y escándalos privados. Pero nada de esto parece suponer un obstáculo para las ambiciones políticas de este hijo predilecto de Oklahoma.
Dos Passos solo tuvo que inspirarse en Huey Pierce Long, que gracias a sus métodos populistas y radicales consiguió llegar a gobernador de Luisiana y senador de este mismo estado. Carismático e inmensamente popular con sus programas de reforma social y de construcción de carreteras y puentes, se sirvió de ello para esconder sus despiadados métodos autocráticos. Rodeándose de guardaespaldas parecidos a gánsteres, quitaba y ponía directamente a los miembros de la legislatura, utilizando la intimidación si lo consideraba necesario.
Long también condujo una extensiva purga de funcionarios estatales para asegurar puestos políticos claves a sus subordinados, exigiendo que estos a su vez aportaran dinero de sus propios salarios para su causa política.
Dos Passos se consideraba a sí mismo ante todo un escritor de crónicas contemporáneas. Prefería el apodo de cronista porque era mucho más feliz trabajando al borde de la ficción y la no ficción. Ambos géneros se beneficiaron de su dominio de la observación, su ojo de cámara y su sentido del contexto histórico.
Por ello logró que El Número Uno fuera un éxito literario: porque combina a la perfección la crónica política y social con una ficción coherente y muy pegada a la realidad, y todo ello con una dosis de excelencia literaria que solo poseían contemporáneos como William Faulkner, Ernes Hemingway y Scott Fitzgerald.
'El Número Uno'
John Dos Passos
Traducción de Miguel Temprano
Impedimenta
256 páginas. 22,50 euros
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