CRÍTICA

'Tasmania', de Paolo Giordano: mucho ruido y pocas nueces

El autor se pierde entre muchos discursos para, al final, narrar la crisis de un hombre de 40 años

El escritor italiano Paolo Giordano.

El escritor italiano Paolo Giordano. / MARC SÁNCHEZ

Anna María Iglesia

¿Cuáles son las consecuencias de bajar los estándares? ¿Ayuda a la literatura o, por lo contrario, el hecho de ponerlos tan bajos no hace sino perjudicarla de manera irremediable?, se interroga retóricamente en un artículo Patrick Stasny, pues para él no hay espacio para la duda: "La literatura se ha vuelto pequeña y, como resultado, la crítica también se ha reducido, pero lejos de revitalizar una literatura en declive, la ha vuelto conformista"

La reflexión de Stasny explica en gran medida la trayectoria narrativa de Paolo Giordano (Turín, 1982), cuya última novela, Tasmania, se publica ahora en castellano. El escritor italiano se dio a conocer con La soledad de los números primos, una novela bastante plana y no particularmente destacable en términos literarios –unos protagonistas que permanecen inalterables a lo largo de una trama al cuanto previsible donde los tópicos no son pocos– que, sin embargo, fue un éxito de ventas y también de crítica, siendo galardonada con el Premio Strega. Giordano se convirtió en el autor más joven en ganar dicho galardón –como si importara más la edad que la obra premiada– y en una promesa de las letras italianas. Su éxito no ha menguado y casi toda nueva obra ha sido recibida como un acontecimiento, a pesar de su desigual trayectoria. 

De Tasmania, acogida entre aplausos en su país, se ha destacado el giro narrativo del autor, que, por primera vez, se aproxima a la autoficción con un personaje que se llama P. G., que es doctor en Física y que escribe para el Corriere della sera –como el propio Giordano–, que entremezcla la narración con partes ensayísticas y/o reporterísticas. Sin negar estos elementos nuevos –solo respecto a su obra anterior, pues no hay nada de original en lo mencionado–, es una novela decepcionante en la que Giordano se pierde entre muchos discursos para, al final, narrarnos la crisis de un cuarentón: P. G., con unos 40 años y emparejado con una mujer mayor que él y que ya tiene un hijo, se interroga sobre su deseo de paternidad, sobre qué significa ser padre o sobre el sentido de traer un hijo a un mundo en plena destrucción. 

El cambio climático, el terrorismo o la guerra son los temas ejes de la novela: se presentan como amenazas propiciadas por ese ser humano que fue capaz de lanzar la bomba atómica en agosto de 1945. P. G. está obsesionado con este tema y lleva tiempo trabajando en un libro sobre la bomba atómica –las páginas en la que reconstruye las horas y días sucesivos a la bomba en Hiroshima son lo mejor del libro–. Como leemos en la primera página, P. G. se mueve por la "necesidad de encontrar, en cada trance difícil de la vida, algo aún más difícil, más urgente y amenazador en lo que podamos diluir nuestro sufrimiento personal". En otras palabras, trata de hacer frente a su crisis de los 40 y a una relación en sus horas más bajas abordando cuestiones más amenazadoras: a través del físico Novelli, se preocupa por el cambio climático; a través de la periodista Curzia, se preocupa por el terrorismo islamista y, a través de Karol, un sacerdote que cuestiona el celibato, se interroga sobre las relaciones y sobre la necesidad de romper con lo estipulado. Y como ya sucedía en su ensayo sobre la pandemia de coronavirus, los temas son abordados a través de reflexiones comunes, carentes de complejidad. 

Ninguno de estos temas lleva a nada, como tampoco los personajes, una vez más, al cuanto estáticos. Tasmania es la isla en la que poder salvarse, pero nadie va a Tasmania. Nadie va a ninguna parte, ni tan siquiera la novela.

'Tasmania'

Paolo Giordano

Traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona

Tusquets 

352 páginas

20,90 euros