CRÍTICA

Ian Gibson, un dublinés viviendo en Granada

El célebre hispanista recibió el Premio Comillas por su nuevo libro, ‘Un carmen en Granada’, unas memorias escritas con una extraordinaria sinceridad

El hispanista Ian Gibson

El hispanista Ian Gibson / EFE

Santiago Ortiz Lerín

En una cala de la comarca del Alt Empordà suenan unas risas bajo unos pinos mediterráneos. Es la hermana de un pintor surrealista que charla con un poeta granadino, la modelo del cuadro Muchacha en la ventana que se asoma sobre el alféizar para mirar la costa de Cadaqués.

El poeta había sido invitado para pasar con ellos, en su casa de la playa, unos días de verano en 1927, y es esta mezcla de la disparidad de España, una de las cosas que fascinaron a Ian Gibson, cuyas aportaciones sobre Federico García Lorca y Salvador Dalí fueron de un interés inestimable para comprender a ambas figuras.

En 1984 el Gobierno español reconoció la obra de este célebre hispanista concediéndole la nacionalidad española, y recientemente recibió el 35º Premio Comillas por su nuevo libro Un carmen en Granada. Memorias de un hispanista irlandés, publicado por Tusquets Editores.

El autor, nacido en Dublín (Irlanda) en 1939, estudió literatura en el Trinity College de Dublín. Sus obras La represión nacionalista de Granada en 1936 y La muerte de Federico García Lorca estuvieron prohibidas en España hasta el restablecimiento de la democracia, como la obra del hispanista británico Gerald Brenan El laberinto español sobre los orígenes de la guerra civil española.

El pasado 17 de marzo la comunidad irlandesa celebraba en la Costa del Sol el día de San Patricio y de la fundación de la República de Irlanda, en un concierto sonaba música de U2 y algunos llevaban los sombreros folclóricos de leprechauns. Nueve días antes se producía el lanzamiento editorial de la última obra de un irlandés en nuestro país, Gibson, una autobiografía tremendamente narrativa, nada inusual en escritores irlandeses, aún se recuerda Las cenizas de Ángela de Frank McCourt, Premio Pulitzer en los Estados Unidos.

Pero en este libro de Gibson hay algo que nos recuerda a Georges Borrow y a Roberto Saviano, al primero por sus aventuras descubriendo España, y al segundo, revelando de un modo novelístico sus investigaciones, en el caso de Gibson sobre la historia reciente de nuestro país, especialmente sobre Lorca.

Árabe hispánico

Vivir en el Albaicín, en Granada, a dos pasos del puentecillo de Espinosa, donde el mítico pintor escocés del romanticismo, David Roberts, pintó los restos de la Puerta de los Tableros, a los pies de la Alhambra, es un privilegio que Gibson aún recuerda, en una ciudad con nombre de fruta y que llama a los jardines ocultos de sus casas más antiguas con el nombre de una ópera de Georges Bizet, pero que Gibson nos explica que la palabra carmen, como muchas otras del vocabulario del español, proceden del desaparecido árabe hispánico, y que significa viñedo o jardín interior, una herencia de la arquitectura andalusí, edificaciones austeras por fuera y exuberantes por dentro. Son los cármenes que también amaba Lorca y que Gibson recuerda desde las primeras páginas.

Una de las cosas que impresionan de este libro es que el autor, cuya lengua nativa es el inglés, escribe en español como lengua literaria, es decir, como Vladímir Nabokov, cuya lengua nativa era el ruso, pero la literaria fue el inglés. Gibson ha contribuido a nuestro idioma más que muchos otros en batallas bizantinas defendiendo la tilde del adverbio solo. El autor, lejos de caer en la autoficción, que molesta a algunos escritores cuando les acusan de esto, utilizó su biografía personal y su experiencia como biógrafo utilizando una mirada y un lenguaje narrativo de dimensiones literarias, o quizá, incluso, de metaliteratura, cuando en su narrativa de no ficción se trata a Antonio Machado y a Lorca.

Desarrollo personal e intelectual

En la biografía de Gibson, donde el autor nos cuenta su desarrollo personal e intelectual desde su infancia en Irlanda, se hallan dos claves que nos permiten comprender su admiración por nuestro país y por Lorca, es decir, Gibson cree en una España mestiza, la España de orígenes diversos en el pasado, y en la que Lorca y Dalí acaban manteniendo una intensa vinculación, una España barreja, palabra que en catalán significa mezcla; y, por otro lado, la homosexualidad de Alan Gibson, el hermano del autor, que le provoca empatía hacia Lorca.

Con el viaje de Washington Irving a Granada, en 1829, redescubrimos un palacio olvidado, la Alhambra. Un siglo y medio después, con las investigaciones de Gibson se recuperó la memoria de Lorca. Con este libro el autor nos cuenta una vida dedicada a la literatura española del siglo XX, a través de un lector de James Joyce que investigó la vida censurada de uno de los mayores poetas de nuestro país.

'Un carmen en Granada. Memorias de un hispanista dublinés'

Ian Gibson

Tusquets

360 páginas

21,90 euros