CRÍTICA

Emilia Pardo Bazán, fecunda cuentista

Sus relatos permiten valorar tanto su personalidad intelectual como la renovación que supuso su prosa

La escritora Emilia Pardo Bazán

La escritora Emilia Pardo Bazán / EPE

Jaime Siles

Cuando, en la madrugada del 5 de noviembre de 1963, Luis Cernuda muere, deja en la máquina de escribir un artículo sin concluir sobre los hermanos Álvarez Quintero y, en su mesilla de noche, un ejemplar del libro que entonces estaba leyendo: Novelas y cuentos, de Emilia Pardo Bazán. En la conjunción de estos dos hechos -los autores sobre los que escribe y la autora leída- no es difícil ver el deseo de conjugar su fidelidad a la Andalucía en que nació y su estrecha relación con Galicia, de donde procedía una parte de su familia, pues uno de sus abuelos había nacido en Marín.

Pero, más allá de cuanto pueda conjurar la anécdota, lo cierto es que había y hay razones suficientes para valorar por sí mismas tanto la personalidad intelectual de doña Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 1851-Madrid, 1921) como la singularidad de su universo y la renovación que supuso su moderna prosa. Y ello no solo en el contexto histórico y social de su época, sino también en el nuestro. 

Eso -y no otra cosa- es lo que, un siglo después de muerta, nos hace reconocerla en su absoluta condición de clásica. Prueba de ello es esta cuidada edición que nos presenta una amplísima selección de sus cuentos (escribió casi 600, aunque ignoramos el total exacto) y una necesaria y afinada introducción a ellos, a los distintos volúmenes en que fueron recogidos -en ocasiones incluso varias veces-, a la evolución y los cambios de sus fuentes, sus temas y sus gustos, a la intencionalidad de sus prólogos -más defensivos que explicativos, aunque teorizaciones no les faltan-, a la cronología y lugar de publicación de los mismos -la mayor parte de ellos aparecidos en periódicos y revistas, pues de 1866 hasta su muerte colaboró en más de sesenta medios de su tiempo- y, en fin, a la enumeración -más que al análisis- de las técnicas y procedimientos empleados. 

Destaca entre estos el uso del relato marco de cuño naturalista, la objetivación periodística y la información dada por terceras personas, unidas al juego de distintas perspectivas narrativas en los primeros de ellos. Más tarde, y según su estilo y manejo de los recursos, se amplía la configuración de un espacio imaginario y una geografía rural gallega en la que se mueven sus personajes y que le permite mostrar tanto el primitivismo de ese mundo como la injusticia social en que se sustenta.

Todo ello, sin renunciar al final abierto ni a las suposiciones narrativas, que constituyen un rasgo distintivo de su autora, y a internarse también en el cuento fantástico, el relato de tema chino o basado en teorías malthusianas, la alegoría y el apólogo, y la metaliteratura con homenajes a Gustave Flaubert, Edgar Allan Poe y Honoré de Balzac, que muestran tanto la riqueza y variedad de sus materiales como la no menos diversa procedencia de sus fuentes. 

MUJER MODERNA

Mujer moderna para su época, a cuya doble y falsa moral tuvo que enfrentarse, prestó atención a la situación de la mujer, sometida entonces a la voluntad de sus padres y de sus maridos, optó por la decidida defensa del feminismo y se atrevió a tratar tanto los mecanismos psicológicos del amor como la necesaria regeneración política del país o el conflicto conyugal y el adulterio, con una creciente tendencia a reducir la acción a una base mínima en beneficio del análisis de los caracteres. Como ella misma expone, "lo real es tan patético como la ficción", que utiliza como espejo de la realidad inmediata. 

Fuego a bordo y El indulto, dos de los primeros cuentos recogidos en el volumen La dama joven (1885) dan cuenta ya de su pronta maestría. Y otro tanto se puede decir de otros como El mechón blanco, Las tapias del campo santo, La cruz roja, Las dos vengadoras, El voto, El ruido y Sobremesa, que, junto con El talismán, La perla rosa, El encaje roto y La máscara son muestras de su madurez estructural y expresiva.

A ellos hay que añadir otros como La oreja de Juan Soldado y, sobre todo, los reunidos en 1901 bajo el título de En tranvía, como Elección y La puñalada, además del que sirve para titular esta entrega. No faltan otros como La armadura, El templo, El pañuelo, La sombra, El revólver, Sub-exprés, La cana, La resucitada, Las medias rojas, El vidrio roto y La cómoda, en los que no sabemos qué admirar más: si la forma en que están narrados o el motivo del que tratan.

'Cuentos'

Emilia Pardo Bazán

Cátedra

552 páginas

17,95 euros