CRÍTICA

Un cómic, mil palabras

El ensayo gráfico recupera la reflexión aprovechando lo mejor de ambos mundos sin perder un ápice de rigurosidad

Darryl Cunningham

Darryl Cunningham / ARCHIVO

Álvaro Pons

Que una imagen vale más que mil palabras es uno de esos dichos de la cultura popular que, pese a la potencia de la representación visual, es fácil desmontar. Porque las imágenes, cierto, tienen la virtud de almacenar información que nuestra mirada desgrana a muchísima más velocidad que la lectura (un acto, no lo olvidemos, de descodificación de esos dibujos llamados letras), pero no menos cierto es que la rigurosidad de la palabra, a veces, es necesaria e insustituible.

Ahora bien, permítanme ser atrevido para plantear una variación que sí se cumple: un cómic vale más que mil palabras. Aunque sabemos que el noveno arte nace de la narración visual y no es un híbrido que precise de lo escrito para tener sentido, cuando palabra y dibujo se combinan se produce una relación simbiótica en la que la unión crea algo mucho mayor, una sinergia que multiplica el mensaje y consigue llegar a rincones del razonamiento con mucha más facilidad que ambos por separado.

Por eso, el ensayo gráfico está evolucionando a velocidad de vértigo: en una sociedad de dictadura de la imagen inmediata, el cómic permite recuperar una reflexión de más largo calado sin renunciar a la palabra, aprovechando lo mejor de ambos mundos sin perder un ápice de rigurosidad, al contrario, encontrando nuevas formas de explicar y comprender. 

Claves

Dos ejemplos claros: La Rusia de Putin, el ascenso de un dictador, de Darryl Cunningham, es un potente ensayo que permite conocer las claves de un poliédrico personaje yendo más allá de la simple caricatura de villano malvadísimo. La realidad sociopolítica se une a la ambición sin límites, pero también a la nostalgia de un pasado perdido para ir componiendo un relato en el que Cunningham sabe hilar todas las claves. Un retrato fragmentario que incluye las guerras de Siria, Georgia o Ucrania, los envenenamientos y asesinatos de opositores o la interferencia sistemática en los regímenes políticos occidentales.

A partir de su investigación sobre los más ricos del mundo (Multimillonarios, editado por Panini), el autor comienza a estirar del hilo de la fortuna de Putin para encontrar una compleja tela de araña de poder y corrupción que se nutre con eficacia de los comportamientos del pasado para estimular la nostalgia, la codicia y la sed de poder. Publicado en 2021, leída hoy la obra del dibujante resulta profética e inquietante, pero sobre todo aporta argumentos para entender un problema que no se resuelve en el campo militar y que tiene raíces profundas.

El otro ejemplo que podemos poner es Transiciones. El diario de Anne Marbot, de Élodie Durand, una obra que habla de la transición de género de un joven, pero desde la perspectiva de otra: la que debe hacer una madre a la que le cuesta aceptar que su pequeña Lucie es realmente Álex. Durand se mueve entre el relato personal y la didáctica para conseguir una obra que desgrana todas las claves, desmontando los prejuicios y los lugares comunes atendiendo a la tolerancia y comprensión como herramientas fundamentales para afrontar la situación, huyendo de debates estériles que solo buscan establecer preconcepciones que se derrumban en cuanto Anne mira a esa persona a la que ha amado desde que nació.

Un amor que le lleva a superar las diferencias desde la investigación y el aprendizaje que le permitan comprender lo que le está expresando su hijo, que comparte con todos y todas los que leen este diario íntimo elevado a la categoría de ensayo sobre el apoyo a la transición de género desde el entorno familiar y personal. Reconociendo los miedos, los problemas y los muchos obstáculos que la sociedad pondrá en el camino. Una obra extraordinaria.

Tebeos que certifican que el ensayo gráfico es una forma excelente de reflexión sobre nuestra realidad.