NAVARRA

Álex Pina: “España aún se tiene que quitar el complejo de inferioridad”

Álex Pina, creador de 'La Casa de Papel'

Álex Pina, creador de 'La Casa de Papel' / TAMARA ARRANZ

Víctor Rodríguez

Nació en Pamplona hace 54 años, estudió Periodismo y se pasó a la ficción para firmar los guiones de algunas de las series más vistas de los últimos 30 años. Su gran golpe, La Casa de Papel, llega en diciembre a su final en Netflix.

¿Cuánto vivió en Pamplona?

Pasé mi infancia allí hasta los seis años, luego fui a Donosti a vivir y volví años más tarde a estudiar Periodismo, así que se puede decir que tengo doble nacionalidad guipuzcoana / navarra. Vuelvo de forma recurrente, hice buenos amigos en tiempos de la universidad y parte de mi familia sigue allí. Siempre hemos vivido al lado de la plaza de la Cruz.

¿Y qué le dejó, cuánto de navarro hay en sus ficciones?

Si tuviera que destacar algo, el sentido del humor. Con una vertiente excesiva y gamberra, coral y con una pizca de ironía negra.

También vivió en Mallorca, Madrid... ¿A qué conclusión ha llegado sobre qué es España, lo español?

Creo que España está hecha de sensibilidades diferentes, pero nuestro pasado nos ha dejado una herramienta común para relativizar la vida gris: el humor. Siempre digo que en Berlanga está la esencia profunda de nuestra capacidad para enfocar el drama con un humor que a veces roza lo esperpéntico y lo absurdo y que es esencialmente nuestra, lleva en nuestro ADN desde el Lazarillo de Tormes o El Quijote. 

En este país hay sensibilidades distintas pero una herramienta común: un humor muy nuestro

¿Se plasma eso en sus guiones? ¿Cuánto debe a ese carácter español o latino el éxito internacional de una serie como La Casa de Papel?

La Casa de Papel es un híbrido de muchos géneros, pero fundamentalmente es la transformación de un género esencialmente anglosajón, el del atraco perfecto, en algo más emocional. Ya no es el racionalismo frío y matemático de la planificación de un robo, sino un viaje en el que las emociones de los personajes, sus afectos, sus relaciones son tan importantes como la estrategia del plan. Y sí, vivimos una verdadera revolución latina en música y en ficción. La contención de los personajes ha pasado a una desmesura emocional y esa hiperbolización afectiva gusta. Los personajes de La Casa de Papel sienten de una forma desmedida, y eso ha calado en todo el mundo, desde Arabia a Corea.

¿Somos, quizás, un país acomplejado?

Yo creo que España tardará todavía en quitarse su complejo de inferioridad. Va en nuestro ADN. A pesar de los logros de los últimos años en apartados tan diversos como el fútbol, la ficción o la ciencia, todavía cala esa cantinela de asumir que lo nuestro era ir de perdedores o de segundones. “Es que es una película española”, se decía, como si por eso no pudiera gustarnos.

En una serie como White Lines, su productora, Vancouver Media, ha trabajado de igual a igual con la inglesa Left Bank Pictures.

Sí, y lo sorprendente es que cuando trabajas con ellos, que acaban de ganar siete Emmys con The Crown, se fascinan con tu forma de escribir, les parece absolutamente fresca y novedosa. La distancia entre una ficción española y extranjera ya no existe. Ni en factura visual, ni en creatividad, ni en talento interpretativo, ni en equipos técnicos. Lo increíble es que ellos lo hayan descubierto antes que nosotros.

Las series parecen hoy la forma más relevante de cultura popular.

Sí, quizás de manera más masiva que manifestaciones como la literatura o el arte. Estamos al nivel de la música y el cine de los 90 y 2000. Cualquier espectador puede encontrar respuesta a sus inquietudes. Hay series sesudas, de un talante profundamente intelectual, y hay blockbusters puros. Y ese torrente de ficción entra en tu casa por el precio que te costaba antes una entrada de cine. Su pujanza es irremediable.

¿Cuánto durará ese auge?

Yo creo que algunos años más. En algún momento la burbuja explotará y, como siempre en la historia darwiniana de la ficción, sobrevivirán quienes sean capaces de seguir aportando evolución y desaparecerán guionistas, directores, productoras y creativos en general que se han venido aprovechando de la sobreproducción y que clonaban parámetros sin mucha aportación real. La propia ficción recoloca sus piezas. Solo en los 50 países más industrializados se producen más de 5.000 series al año.

Nace un nuevo diario, EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Usted se dedicó al periodismo un tiempo y escribió una serie sobre periodistas. ¿Aún lee la prensa?

Los analógicos seguimos teniendo esta tendencia de leer prensa a diario. Es algo que no veo en mi hija, por ejemplo, de 19 años.

Desde antes aún que del auge de la ficción se habla de la crisis de la prensa. ¿Qué falla en el periodismo español, por qué ha dejado de conectar con cierta audiencia?

No sé qué falla en el periodismo. Creo que es ese mundo de vértigo audiovisual el que lo está cercando. El bombardeo extremo de información vía Internet, redes, aplicaciones, series… prácticamente desbanca a una cosa tan poco superficial como es leer las noticias del día. En ese sentido, creo que vivimos una época aparentemente más vacua y con un periodo de caducidad de las cosas extremadamente corto.

¿Dónde imagina a la ficción española en 10 años?

En 10 años en ficción puede pasar de todo. Puede acabar esta edad de oro y comenzar otra con otras tendencias y otras direcciones narrativas. Todo se queda viejo en periodos extremadamente cortos y lo nuevo sedimenta lo anterior con una rotundidad extrema. Anticiparse a saber qué es lo siguiente parece complicado.