CON ACENTO ANDALUZ

Dos intentos fallidos, material militar y más de 2.000 kilos de peso: la historia de los leones del Congreso

El 26 de mayo de 1872 se inauguró el grupo escultórico que preside la escalinata principal del Palacio de las Cortes, tras un complejo proceso de fundición que dirigió el militar granadino Francisco Solano Alvear y Ward, responsable de la Real Fábrica de Artillería de Sevilla

Los leones del Congreso de los Diputados tras ser restaurados, en una imagen de archivo.

Los leones del Congreso de los Diputados tras ser restaurados, en una imagen de archivo. / AGUSTIN CATALAN / EPC

Juan Pablo Bellido

Se llaman Daoiz y Velarde y, desde hace exactamente 152 años, son los leones más famosos de España. Y es que en mayo de 1872, esta pareja de félidos pasó a ocupar la escalinata principal del Congreso de los Diputados, sede de la soberanía popular. Desde entonces han asistido, impertérritos, a todo tipo de acontecimientos.

La historia de estas dos estatuas de bronce cuyo peso oscila entre los 2.219 kilos de Atalanta –el león de la derecha– y los 2.668 de Hipómenes –el de la izquierda– ha quedado perfectamente documentada gracias a la Fundación Alvear, una entidad que tiene como objetivo principal la conservación y divulgación del archivo histórico de esta familia que, desde hace ocho generaciones, está al frente de una de las bodegas más antiguas de España, además de la más antigua de Andalucía.

La génesis de la Fundación Alvear hay que buscarla en Diego de Alvear y Escalera, fundador en 1729 de Bodegas Alvear. La saga familiar se asienta en Montilla a principios del siglo XVIII y muchos de sus descendientes –entre ellos, el célebre Diego de Alvear y Ponce de León, el gran héroe de la defensa de la Isla de León y gobernador político-militar de la ciudad de Cádiz en los años en los que se promulgó la Constitución de 1812– tienen una enorme relevancia política, social y empresarial que se refleja en las más de 100.000 cartas y documentos que se conservan. Entre ellos, todos los que atañen al peculiar y complejo proceso de fundición de los leones del Congreso.

El parto de Daoiz y Velarde no fue en absoluto sencillo. De hecho, se necesitaron 22 años para dar a luz esta pareja de felinos que protegen simbólicamente la entrada de las Cortes y que recibieron sus nombres del sevillano Luis Daoiz y del cántabro Pedro Velarde, los héroes del Levantamiento del Dos de Mayo.

"La historia arranca el 31 de octubre de 1850, tras la inauguración del nuevo edificio de las Cortes, a cargo de Isabel II", recuerda Carmen Giménez, presidenta de la Fundación Alvear, quien detalla que, desde un principio, la entrada del palacio, de estilo neoclásico, contaba con una monumental escalinata flanqueada a sus lados por dos podios. "Sorprendentemente, sobre ellos se colocaron dos farolas y, ante las críticas suscitadas por la poca representatividad de las luminarias, se encargó a Ponciano Ponzano la realización de dos leones que se colocarían detrás de las dichosas farolas", detalla la responsable de la fundación.

La primera pareja de animales se colocó en 1851 pero, al haberse construido en yeso pintado en imitación a bronce, sufrieron un rápido deterioro que llevó a reemplazarlos al cabo de un año. "En 1859 encargaron al escultor abulense José Bellver y Collazos dos nuevos leones, esta vez en piedra, pero nunca se llegaron a colocar debido a las ácidas críticas que desataron por su ridículo tamaño", detalla Carmen Giménez, quien recuerda que esta obra flanquea actualmente la puerta de los Jardines de Monforte en Valencia.

Fábrica de artillería.

Fábrica de artillería. / JOSÉ ANTONIO AGUILAR

Material de fundición de los cañones del Ejército español

Tras estos dos primeros intentos fallidos, se volvió a confiar en el buen hacer del escultor aragonés Ponciano Ponzano, que decidió utilizar como material de fundición los cañones que el Ejército español había logrado requisar el 23 de marzo de 1860, tras la batalla de Wad-Ras, una escaramuza que puso fin a la intervención de España en el norte de África.

"Hubo cierta polémica a la hora de dirimir el lugar de fundición, ya que la escultura historicista en bronce atravesaba un gran momento en Francia pero, finalmente, se decidió confiar el proyecto a la Real Fábrica de Artillería de Sevilla que, desde 1864, dirigía Francisco Solano Alvear y Ward", rememora Carmen Giménez Alvear, en alusión a su antepasado, un célebre coronel de Artillería que había nacido en la localidad cordobesa de Montilla el 30 de octubre de 1817.

"Después de participar en la primera Guerra Carlista, se incorporó a la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, donde fue primero jefe de taller, luego subdirector y, desde 1864, director", detalla su descendiente, que hace hincapié en que sus frecuentes viajes a Francia, Gran Bretaña, Holanda, Prusia, la Confederación Germánica o Bélgica contribuyeron a impulsar el desarrollo técnico de la entidad hispalense y dotarla de los conocimientos más vanguardistas.

Por fin, en noviembre de 1864, llegaron a Sevilla, procedentes de Madrid, los moldes de yeso concebidos por Ponciano Ponzano para ser fundidos en bronce, siguiendo la técnica a la cera perdida. La documentación que atesora Bodegas Alvear desvela que el embalaje para el viaje por tren desde Madrid no se hizo correctamente, de modo que los moldes de yeso para uno de los leones llegaron muy deteriorados, lo que obligó a rehacerlos. Es por ello que el primer león no se fundió hasta el 24 de mayo de 1865, mientras que el segundo se haría el 22 de julio de ese mismo año.

"Entre una y otra fundición, Francisco Alvear escribió una carta al director general de Artillería para preguntarle sobre el texto que debía figurar en el pie de las esculturas", relata Carmen Giménez, quien considera "sorprendente" que la única duda en torno a este importante proyecto girara, únicamente, sobre el texto que podría leerse en el basamento.

Francisco Solano Alvear y Ward.

Francisco Solano Alvear y Ward. / CÓRDOBA

Las esculturas se instalaron el 26 de mayo de 1872

Los leones se terminaron de fundir y cincelar en 1867, sin embargo, arreciaron las críticas por haberse reutilizado material de guerra para su fundición, de modo que se decidió posponer su emplazamiento. Finalmente, las esculturas se instalarían el 26 de mayo de 1872.

Tras la inauguración de la obra, Alvear promovió un reconocimiento a las personas que participaron en la fundición. Así, junto al propio Francisco Solano Alvear, resultarían condecorados el teniente general Joaquín Enrile; los capitanes Joaquín Sangrán, Diego Martín Bolaños, Augusto Plasencia y Rafael Halcón; los tenientes Teodoro Bermúdez y José Durán y el maestro de Moldería, Prudencio Suárez, que recibiría la Cruz de Isabel la Católica. "Además del personal militar, Francisco Alvear se ocupó del reconocimiento del trabajo de los civiles involucrados", añade Carmen Giménez.

A raíz de la muerte de su hermano Tomás, Francisco Solano Alvear y Ward pidió la excedencia en el ejército en 1868 y regresó a Montilla a encargarse de las Bodegas Alvear, hasta su fallecimiento el 23 de junio de 1894.