ADICCIONES

Viaje al pueblo parisino que quiere desterrar el móvil de las calles: "Nos hemos convertido en zombis"

La localidad de Seine-Port impulsa esta medida sin multas y con división vecinal

Una persona usa el teléfono móvil.

Una persona usa el teléfono móvil. / David Zorrakino - Europa Press - Archivo

“Somos como la aldea de Astérix”. Son las tres de la tarde de un soleado jueves de marzo y Gérard, de 69 años, juega una partida de petanca con otros ancianos que forman parte del club local. Mientras hace una pausa entre tirada y tirada, bromea sobre la reputación que se ha ganado el pueblo de Seine-Port, en el sudeste de la región de París. Desde hace un mes, esta localidad, de menos de 2.000 habitantes y sin ningún atractivo especial —más allá de sus bellos paisajes en las orillas del Sena—, es el escenario de un goteo casi diario de periodistas. Atrae las miradas por su voluntad de resistir a una tendencia mundial: la adicción a los teléfonos móviles.

Sus vecinos aprobaron en una consulta en febrero limitar el uso de los móviles en el espacio público. Respaldaron la elaboración de un decreto municipal que pide no utilizar los teléfonos cuando uno está en la calle, sentado en un banco, en una tienda, un café o esperando a los hijos cuando salen del colegio. Incluso si intenta orientarse por la calle, se le pide que pregunte la dirección correcta a uno de los vecinos. Como se hacía antaño. La medida resulta singular, pero también simbólica. No viene acompañada de sanciones, solo recomendaciones por parte del Ayuntamiento.

“No se trata de una decisión autoritaria, no la vamos a imponer a todo el mundo”, asegura en declaraciones a El Periódico de Cataluña, del grupo Prensa Ibérica, Vincent Paul-Petit, el alcalde de la derecha republicana que dirige esta localidad desde 2008. “Aquí no estamos en China, no vamos a controlar el tiempo de uso”, añade. Aunque legalmente tiene un peso menor, este edil conservador confía con sus efectos: “En el municipio, ahora vigilamos mucho más en cómo utilizamos los teléfonos. Yo mismo he dejado de sacarlo cuando estoy en la calle”.

Un teléfono sin internet gratuito para adolescentes

Sin embargo, los vecinos están divididos sobre la pertinencia de esta medida. Muchos la ven con escepticismo. “No sirve para nada. Es una estrategia del alcalde para darse a conocer”, afirma Hugo Panet, de 23 años, quien trabaja en la Terrasse. Detrás de la barra de ese bar —y con su teléfono encima—, este camarero recuerda una anécdota reciente: “Uno de nuestros clientes se cruzó con el alcalde y le reprochó que quisiera prohibir los móviles, pero que al mismo tiempo ni siquiera haya un campo de fútbol en el pueblo”. A pesar de ello, en el mostrador del local se ve una de las pegatinas repartidas por la municipalidad, con el dibujo de un teléfono y el símbolo de prohibir.

Al pasear por Seine-Port, se tiene la sensación de que, más allá de esas pegatinas, no ha cambiado gran cosa respecto a la presencia de los móviles. Sabrina lleva las riendas de una peluquería y, mientras esperaba la llegada de una clienta, estaba en la entrada con la mirada petrificada en la pantalla. “A mis clientes no les he prohibido que utilicen el teléfono cuando están en la peluquería, ya que sé que muchos de ellos hacen teletrabajo”, explica esta vecina. “Quizás una medida así no resulta necesaria para los adultos, pero sí para los niños y adolescentes”, añade esta madre de dos hijos, de 14 y 17 años, a los que ha limitado en 120 minutos el tiempo diario en que pueden conectarse a internet con su 'smartphone'.

“Las pantallas han invadido la vida de los niños. Queremos ayudar a las familias a que sepan cómo gestionar esta situación”, explica Paul-Petit. La municipalidad ha elaborado una serie de consejos para ello: no pueden mirar el teléfono (ni las tabletas o videoconsolas) por la mañana al despertarse, tampoco durante las comidas ni estando solos en la habitación. Además, ha previsto dar en junio un teléfono sin internet a todos los alumnos de 11 años —edad que en Francia se termina la educación primaria—, cuyos padres se comprometan a no comprarles un 'smartphone' hasta los 16 años.

“Me recuerda los debates sobre el fumar”

“Debemos aprender a hacer un uso inteligente de la tecnología. Es un problema para los niños, pero también los adultos. Cuando los veo por la calle solo pendientes de la pantalla, es como si se hubieran convertido en zombis”, afirma Deborah, partidaria de la medida. Esta vecina, que vigila a su hija en un parque infantil al lado del Ayuntamiento, forma parte de la minoría de vecinos que participó en la consulta. Con una participación de solo el 20%, el sí se impuso con el 54% de los votos. “Me recuerda a los mismos debates que hubo hace dos décadas para prohibir que se fume en espacios interiores. La gente estaba escandalizada entonces y ahora le parece normal”, añade esta madre de una niña de 4 años y un chaval de 16.

Si un mérito tiene la prohibición simbólica en Seine-Port, es haber puesto en el centro de las conversaciones este problema, presente en el resto de Francia y del mundo. El presidente francés, Emmanuel Macron, anunció en enero la creación de un comité de expertos que proponga medidas sobre “la regulación del uso de las pantallas”, sobre todo entre los menores. Está previsto que desvele sus recomendaciones en las próximas semanas. Más polémica ha resultado la propuesta reciente de la exministra socialista Najat Vallaud-Belkacem de “racionar internet” a un máximo de tres gigas semanales. “Cada vez hay una mayor concienciación sobre este problema”, asegura el alcalde, Paul-Petit. “Espero que una medida como la que hemos tomado sirva como precedente de verdaderas restricciones más adelante”.