UNA COSTERA CON GRAN ARRAIGO Y TRADICIÓN EN ASTURIAS

Un viaje a las noches más oscuras de los anguleros del Nalón

Los profesionales afrontan una de las campañas más inciertas y temen que sea de las últimas si caen las capturas: ellos defienden seguir con un oficio ancestral y advierten de que el problema no está solo en la pesca

Noche de faena con los anguleros del Nalón.

Noche de faena con los anguleros del Nalón. / MIKI LÓPEZ

"Pues igual va a salir bien la noche…". Son las doce y media de la madrugada pasadas y en su primera piñerada de prueba María José Granda acaba de sacar cuatro angulas contadas. Ocupa el puesto 10 en la barra de San Esteban, en plena desembocadura del Nalón. Es algo pronto para empezar a pescar, pues hace tan solo dos horas que comenzó a subir la marea. Por eso esas cuatro angulas, por pocas que sean, son buena señal. Así lo explican ella y el resto de anguleros a La Nueva España, del Grupo Prensa Ibérica, que ha decidido acompañarles en esta algo ventosa y lluviosa, pero no tan fría como se esperaba (8 grados) noche de diciembre, una de las ocho únicas del mes hábiles para pescar y de las más importantes por estar a la vuelta de la esquina la Navidad, en la que el llamado "oro blanco" siempre cotiza muy bien.

Es María José Granda, vecina de Soto del Barco, la única mujer que se dedica a la pesca de la angula de forma profesional y continua en la ría del Nalón. Lleva 26 años con la piñera en la mano y tiene casi seguro que esta campaña será la última. A sus 69 años le quedan 2,5 para completar la cotización mínima: "No me llega para jubilarme, me quedaría mucho y no quiero seguir. Es que además cada vez está más complicado". La temporada de angula son ahora cuatro meses y ella necesitaría estar siete campañas más en activo para alcanzar el retiro. Echa mucho de menos, además, a Luisa Pérez, la otra mujer que hasta el año pasado piñeró por la orilla de la ría del Nalón y con la que se inició. "Ella sí ha podido jubilarse. Fue la que me lo enseñó y con la que empecé cuando se podían sacar todavía licencias de pesca recreativa. Luego las dos seguimos como profesionales y hasta hoy".

Es Granda de las últimas mujeres anguleras, antaño más numerosas que en la actualidad. Pero de seguir así las cosas puede que sea también la última mujer entre los últimos anguleros de la ría del Nalón, esos que resisten y tiran adelante por un oficio que cada vez se pone más cuesta arriba en Asturias y en el resto de zonas de España y Europa (toda la costa atlántica) en las que se ha faenado históricamente.

Vaya por delante que nunca ha sido fácil ni cómodo pescar angula, especie "caprichosa y de raro comportamiento" donde las haya, en palabras de los propios anguleros, que la conocen mejor que nadie. Cuanto más revuelta y turbia esté el agua –las riadas se agradecen– y cuanto más oscura, sin luna, y fría esté la noche, mejor que mejor. Esa es la "oscurada" perfecta, que con buen abrigo y ropa impermeable se afronta. Pero lo que cada vez es más difícil de llevar para los profesionales del Nalón son las restricciones que campaña tras campaña se aplican porque, y eso nadie lo niega, las capturas de angula han ido a menos de forma progresiva en las últimas décadas. Ahora bien, y esta es la queja unánime a pie de río, parece que "toda la culpa" la tienen los anguleros, que son "siempre" los que cargan con la totalidad de las medidas que "deciden los políticos apoyados en el consejo de los científicos, de marcada inspiración conservacionista", sin tener en cuenta otras cuestiones ajenas a la actividad en la ría del Nalón pero que influyen en los resultados de las costeras.

Lamento general

A lo largo de la noche que queda por delante ese será el lamento unánime de los afanados anguleros, muchos herederos de un oficio que vieron de siempre en su pueblo, como José Luis Huerta, o aprendieron en casa desde pequeños, como David González, ambos de Soto del Barco. Éste último, con hijos, no vive de ello en exclusiva, es un complemento, como la mayoría que faenan desde tierra. Los de lancha compaginan la angula con el calamar, la merluza o la costera que toque. "Ahora es imposible ir solo a la angula. Y encima nos quitan de pescar en pleno apogeo de la temporada", señala disgustado a mitad de la noche David González, cuando ya lleva unas cuantas idas y venidas por su puesto en la barra.

En esta zona, en plena desembocadura, hace falta una piñera en forma de cono –distinta a la redonda con mango de madera que se usa a pie de río o desde los antiguos chalanos de remo– que va amarrada a una cuerda larga para tirarla al agua y arrastrarla a lo largo del citado puesto, delimitado con líneas rojas. Hay cotos de 60 metros de longitud o de poco más de 20, en función del lugar. Se rastrea con la piñera de un lado a otro y al final se saca ésta del agua tirando de la cuerda para bascular en el cajón. Lo habitual, un puñado de angulas.

Pero en esta oscurada de diciembre parece que hay más fortuna, porque algo más avanzada la noche ya, pasada la una y media, empiezan a salir docena o docena y media, ejemplares además bien gordos y cristalinos. "Son muy buenos". Hay unanimidad también en esto y una explicación. Son de los primeros alevines que llegan a la ría del Nalón desde el lejano mar de los Sargazos, su lugar de nacimiento.

"Si son los primeros será porque son los más rápidos y fuertes", concluye Iván Pulido, de San Esteban, y uno de los más afortunados al haber logrado por sorteo el puesto 5, el de la curva del dique, uno de los mejores, como se confirmará al término de la jornada. "Tengo calculado que ahora al inicio son tres angulas para llegar al gramo, y al final de campaña se necesitan 6".

Está Pulido esta noche dispuesto a pescar mucho, como todos, pero también a defender a capa y espada su oficio y a desmontar "teorías absurdas" de que la pesca acaba con la angula. Lee mucho, se informa y tiene sus conclusiones. Por ejemplo, no le salen las cuentas del estado de la biomasa, porque si los anguleros pescan el 30 o 40% de la especie, "¿qué pasa con el resto que ha desaparecido?". Habla del daño de las presas río arriba, como sucedió con el salmón, o de afectaciones en el mar. Otros como María José Granda sostienen que el clareo con la depurada de las aguas del Nalón, antaño negras del lavado del carbón en las cuencas mineras, también hace que la angula, que ya se sabe que busca oscuridad, huya, no entre en la ría. Iván Pulido reclama "estudios serios y con rigor científico y decisiones valientes que no solo se carguen en los pescadores". Se declara por supuesto defensor de una "actividad sostenible". Y ésta en realidad ya se hace: "Somos menos que nunca, 40 de tierra, 35 con motora, y la normativa aquí se cumple. La cuestión es que hay que mirar para otros sitios y actuar, pero nadie se atreve".

Él –un fijo también en la campaña del codiciado percebe– tuvo noches de pescar 17 kilos desde tierra. María José Granda recuerda otra similar, en La Rambla, junto a Luisa Pérez y con piñera de mango y redonda, en la que ambas faenaron 16 kilos. Pero hará diez años o más. Ahora esas cantidades, si va bien la jornada, las logran las motoras, que esta noche parece que "señalan". Así se dice en la zona cuando hay angula, en referencia a la señal que se veía de lejos de la luz de los faroles: si estaba quieta, es que nadie piñeraba, pero si era intermitente era que el pescador no para de hacerlo al sacar bastante angula. La docena larga de lanchas que recorren en círculos insistentemente la bocana esta noche y los paseos sin cesar de los de tierra indican que merece la pena no parar y tirar hasta que llegue la pleamar.

Buena faena

Eso será hacia las cuatro y media de la madrugada. Hora y media antes, hacia las tres, María José Granda ya tiene decidido que ella se quedará toda la marea porque está convencida de que será una buena jornada. A su yerno Fernando, quien hoy la ha traído a la barra y la acompaña, le toca esperar. Otras veces están con ella su hija Tati o Eladio, también pescador, como lo era su padre ya fallecido Fermín Granda.

Al final habrá sido una buena decisión la de agotar todas las horas. Al día siguiente, la angulera está feliz pese a tener que levantarse con pocas horas de sueño para ir a la lonja de San Juan de la Arena a las diez de la mañana a rular las capturas. Ella ha logrado reunir 250 gramos. En esta jornada el kilo cotiza en rula a 585 euros, está bien, pero nada exagerado como otros años por estas fechas. La fama del número 5 como mejor puesto es merecida: Iván Pulido pescó 2,7 kilos. No está mal. Todo el mundo ha logrado aprovechar bien la noche.

Habría que contar, pues son muchas, las piñeradas y paseos que ha tenido que dar Granda por su puesto durante cuatro horas para reunir ese cuarto de kilo de angula que la tiene tan contenta. Y es que, explica, ya tiene pagado el seguro obligatorio que requiere la licencia, sin olvidar a la Seguridad Social y Hacienda. Tanto esfuerzo y con tantas cosas en contra, ¿merecen la pena? Sin dudarlo. "Mira, yo he tenido noches de irme de aquí sin pescar una sola angula y al día siguiente levantarme y coger el libro de mareas para ver cuándo tocaba el siguiente oscuro. Es que esto tiene algo, a mí me relaja, estoy aquí, a mi aire, pensando, concentrada. Descanso cuando lo necesito y vuelvo a rastrear. Esto engancha", dice convencida.

En casa tampoco están dispuestos a quedarse David González, José Luis Alonso ni Iván Pulido. "Ni me lo planteo", zanja este último, que tiene claro que como en febrero, al término de la campaña, el balance de capturas se mantenga en Asturias, la futura costera está asegurada. "Es lo único que miran, la cantidad que se pesca. Hay que ir más allá", insiste.

Ningún angulero está dispuesto a amarrar la motora o guardar la piñera mientras le dejen salir a faenar al Nalón en esas frías y oscuras noches de otoño e invierno. Por poca angula que haya, estarán ahí, como antes sus padres, su abuelos.

Si su sabor en el plato fascina a los más exigentes gastrónomos, dispuestos a pagar lo que sea por llevarse unas cuantas angulas a la boca, está visto que el arte de pescarla –todo un espectáculo digno de ver, por cierto– cautiva a los que intentan atrapar a esos minúsculos ejemplares de comportamiento caprichoso y, para algunos, también misterioso. Entre ellos, el propio Aristóteles, quien llegó a decir que la angula nacía del fango. Antaño más abundante y negro, por cierto, que ahora en las orillas del bajo Nalón.

"La faena debe continuar", claman los anguleros. Porque sí, resultó que al final salió bien la noche.