Opinión | SANNA MARÍN
Intimidad
La intimidad es una puerta cerrada que únicamente podemos abrir cada uno de nosotros y en esa intimidad deberíamos estar a salvo
Lo que sucede en la intimidad de las casas o de las vidas de las personas tendría que quedar en ese ámbito y de hacerse público para buscar la deshonra y el insulto debiera ser una y otra vez denunciado, para que aquellos que se atreven a jugar, descuidar y amenazar con lo que sucede en la intimidad de alguien sepan que al tratarse de un delito pueden ser juzgados y condenados.
Hace tan solo unos días alguien hizo público un vídeo de la primera ministra de Finlandia celebrando una fiesta donde estaba bebiendo y bailando, dos de las cosas que habitualmente se hacen en las fiestas, además de hablar y reír. La respuesta en las redes sociales no se hizo esperar y no faltaron mensajes que la defendían y otros que la acusaban con terminología machista e insultante. Imagino que la tormenta cesará de inmediato, porque además de violar su intimidad, le han obligado a hacerse una prueba para demostrar que no consume drogas y que no tiene ninguna adicción con esas sustancias, lo que resulta aberrante, ya que es a ella a quien le han robado su intimidad y la confianza, e incluso puede ser que se haya sentido sucia al leer determinados comentarios y al protagonizar, sin querer, un debate sobre qué es y qué no es intimidad.
La intimidad es una puerta cerrada que únicamente podemos abrir cada uno de nosotros y en esa intimidad deberíamos estar a salvo, a resguardo de peleas que fuera inundan los discursos y convierten a determinadas personas en diana de insultos y campañas nocivas por vivir y disfrutar en intimidad. En el caso de la presidenta de Finlandia, y según las informaciones, lo más sangrante es que ese vídeo se graba entre amigos, se manda a una lista de distribución donde solo hay amigos y uno de ellos decide hacerlo público sabiendo perfectamente el daño que ocasionará y el mar de dudas que cubrirá a todo el grupo donde los dedos señalarán en todas las direcciones, mientras ella, en este caso la primera ministra de Finlandia, se preguntará una y otra vez qué hacer a partir de ahora con su intimidad, que apenas podrá compartir por miedo a que la historia se repita.
Hay en el ser humano una condición que se puede hacer perversa que es la curiosidad. Todos sentimos curiosidad y en sí misma la curiosidad enseña, despierta nuestra intuición y nos hace observadores de la vida de los otros que miramos sin juzgar. Lo malo es cuando el curioso entra en la intimidad de alguien a través de una ventana prohibida que ha sido forzada y reventada a golpes y con mentira y traición.
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