HOSPITALES

El orgullo de ser celador: "No cambiaría mi trabajo por nada, me siento realizado"

Sus funciones vienen recogidas en un obsoleto Estatuto de Personal No Sanitario que data de 1971; reivindican su papel en el entorno sanitario y piden formación reglada

Son los encargados del traslado y movilización de los pacientes, documentación y materiales en centros sanitarios y, cada vez más formados, están presentes en cualquier proceso asistencial

Un celador del Hospital de Móstoles (Madrid)

Un celador del Hospital de Móstoles (Madrid) / Alba Vigaray

No se les considera personal sanitario, aunque a menudo son los primeros con los que se encuentra un paciente cuando entra en el hospital. La primera palabra amable, la primera voz cercana. Quien que te lleva en la silla de ruedas, te ayuda a levantarte o te traslada al quirófano. En España, celadores y celadoras (un alto porcentaje son mujeres) se rigen, todavía, por un estatuto que data de 1971. Totalmente obsoleto. Piden paso. Reivindican su papel y quieren formación reglada. En el madrileño Hospital Universitario de Móstoles, han sido premiados por un trabajo sobre postura quirúrgica. Un orgullo, cuentan a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Porque ser celador es, también, vocación. "No cambiaría mi trabajo por nada", dice Juan Carlos Pérez Juárez, 37 años cuidando de los pacientes.

A principios de junio, un equipo de profesionales del Hospital de Móstoles conseguía el primer premio en la categoría de comunicación oral en la XXII Jornada Nacional de Celadores, por el trabajo 'Seguridad del paciente: ergonomía y complicación de la postura quirúrgica'. Un encuentro anual, organizado por el Hospital Lucus Augusti de Lugo, en el que participaron alrededor de 25 hospitales de toda España. Los de Móstoles, es el tercer año que ganan un premio nacional. Y sacan pecho.

El trabajo fue defendido por Luis Miguel Llorente, Ángel Fernando Córdoba y Manuel Poveda como una herramienta de formación avanzada que revisa de forma muy detallada el procedimiento que debe seguirse en la colocación del paciente en la mesa quirúrgica teniendo en cuenta todos los factores implicados (postura en sí, presión de órganos fundamentales, peso del paciente, factores de riesgo del paciente, etc…) y analiza el uso de los accesorios necesarios en cada caso.

Mucho más formados


Ángel Fernando Gómez Córdoba, 20 años en Móstoles, coordinador de la jefatura de celadores y uno los autores del trabajo, muestra su satisfacción por el galardón, pero le resta importancia. Admite, eso sí, que ahora están mucho más formados y que su trabajo es mucho más específico. Tiene mérito porque antes, explica, apenas tenían contacto con el paciente y, ahora, es una parte importante de su día a día. "No hay una formación reglada, que es lo que reclamamos. ¿Cómo lo suplimos?. Intentando formarnos nosotros. De unos a otros y con lo que aprendes con el tiempo y, a veces, no es suficiente. Es verdad que nuestro interés por esa formación ha ido mejorando mucho", explica.

Se remite, por ejemplo, al trabajo que presentaron en Lugo. Ya hace años, detalla, abordaron el posicionamiento del paciente y, en el trabajo presentado este año, han buscado la ergonomía y la seguridad. "El ver a qué se expone por estar colocado en una postura quirúrgica. Nosotros, como celadores, podemos prevenir que aparezcan problemas (complicaciones respiratorias, cardiovasculares...) debido a esa postura", detalla el responsable de celadores de Móstoles.

Reconocimiento

En marzo, la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO (FSS-CCOO) entregaba al Ministerio de Sanidad más de 15.000 firmas para exigir el reconocimiento de los celadores y celadoras como personal sanitario en el Sistema Nacional de Salud (SNS), así como la actualización de sus funciones, que están obsoletas al estar recogidas en el Estatuto de Personal no Sanitario de 1971.

Las mujeres no comenzaron a trabajar como celadoras hasta los años 80; hasta entonces se consideraba un trabajo de hombres

Ángel Fernando Córdoba lo explica: si se ciñen al estatuto era, de entrada, una profesión concebida para hombres. Porque se les atribuían funciones que nada tienen que ver con lo que hacen en la actualidad. Por ejemplo, labores de vigilancia. "El estatuto dice que los hombres harían todas las cosas que las mujeres por decoro o pudor, o fuerza física, no podrían hacer", indica. No es hasta los 80 cuando se incorpora la mujer a este colectivo. Con los años, sin embargo, ellas han ganado terreno. Sólo en la Comunidad de Madrid, son más que los hombres en los hospitales.

"Lo gordo es que ese estatuto, totalmente obsoleto, sigue vigente. Ahora no se hace nada de lo que pone y la profesión ha cambiado totalmente. Desde dentro, los cambios son sobre todo los que vamos haciendo nosotros. Nos hemos ido adaptando a las necesidades de los centros y a la situación real", explica el responsable de los celadores del Hospital de Móstoles.

La mano de Juan Carlos Pérez, celador, arropa a José López, el paciente.

La mano de Juan Carlos Pérez, celador, arropa a José López, el paciente. / Alba Vigaray

Los celadores son, entre otros muchos cometidos, los encargados del traslado y movilización de pacientes, documentación y materiales en centros sanitarios, y han de estar presentes en cualquier proceso asistencial. Los sindicatos sanitarios reclaman un mayor reconocimiento social y profesional para un colectivo "indispensable" para el buen funcionamiento de la sanidad pública, a pesar de no ser tan visible como otras categorías profesionales. Se trata de dignificar su labor.

Apoyo constante

Los celadores acompañan, motivan y explican al paciente los pasos que va a seguir, explican desde el Hospital de Móstoles. Quizá eso es lo que más le gusta a Juan Carlos Pérez Juárez, 37 años como celador. Empezó en el Hospital de La Princesa. Allí estuvo en servicios especiales, en politraumatizados y traumatología, fisioterapia, neurología, neurocirugía...

"Somos un punto de apoyo constante y continuo con la enfermería o los técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE), incluso con los médicos", dice Juan Carlos Pérez

¿Ha cambiado mucho el colectivo?. "Bastante, pero también es verdad que se han dejado de hacer ciertas cosas que antes se hacían (las que marcaba ese estatuto aún vigente). Nosotros intervenimos en muchos campos y somos un punto de apoyo constante y continuo con la enfermería o los técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE), incluso con los médicos. A veces, asumes responsabilidades que no te corresponden, pero con la preparación lo haces y vas aprendiendo, dependiendo de los años y la experiencia", relata Pérez.

Una celadora informa a un paciente en el Hospital de Móstoles.

Una celadora informa a un paciente en el Hospital de Móstoles. / Alba Vigaray

Su trabajo no sólo es empatizar con el paciente. Importantísimo por otro lado, recalca Juan Carlos. Es también la movilización de los politraumatizados; la higiene o las curas..."Hay un factor emocional, porque tú estás muchas horas con ese paciente y es importante. Hay que estar muy preparado para ellos. Hay compañeros que están siete horas en la misma planta", continúa el celador.

"Me siento realizado"

¿Qué es ser celador?. "Es una profesión que te tiene que gustar. Te ayuda a entender muchas situaciones personales y emocionales, porque ves muchas cosas distintas. Con los paciente y los familiares. Es un enriquecimiento personal. No lo cambiaría por nada. Me siento realizado. Vengo contento al trabajo. En mi caso, no tiene nada que ver con lo que estudié. Era administrativo y trabajaba en banca. Pero me gustaba esto", responde Juan Carlos.

Juan Carlos se mueve por todo el hospital. "Estoy en todas las plantas. En la séptima, Traumatología; en la sexta, en Neuro; en la quinta, en Medicina Interna...En la cuarta, en Oncología, que también tienen pacientes a los que, con la quimio, y que están en fase delicada, hay que levantarlos.También en fisioterapia. Es un trabajo conjunto. Yo estoy con los pacientes continuamente. A los que no se puede bajar a la sala, se les trata en la habitación. Se les moviliza en la cama. Se les levanta. Se les pone de pie...", describe. En las imágenes que ilustran este reportaje Juan Carlos aparece ayudando a Bea, fisioterapeuta, en la rehabilitación de José López, que ha sufrido un ictus y que ha visto como su vida cambiaba de la noche a la mañana.

Juan Carlos (celador) y Bea, fisio, ayudan a José, que ha sufrido un ictus.

Juan Carlos (celador) y Bea, fisio, ayudan a José, que ha sufrido un ictus. / Alba Vigaray

Es Móstoles la plantilla orgánica es de 162 celadores, pero, en verano -o pasó con el covid- se puede llegar a los 200 o más. Un 60% son mujeres, explica Ángel Fernando Córdoba. ¿Necesitan mayor visibilidad?. Quizás sí, admite el responsable del colectivo en el centro madrileño porque, aunque lo importante es el acto médico, "alrededor hay mucho más: enfermeras que te ponen la medicación, TCAEs que te asean, celadores que te mueven por el hospital, te reciben en urgencias...La sanidad es un todo. Algo de visibilidad, sí falta. Pero igual que le puede faltar a la cocinera que te hace la comida o al de mantenimiento que te arregla el conducto del aire", concluye.