SUCESOS

Así operan las bandas georgianas que roban casas por toda España en Semana Santa y verano

Las bandas, divididas en varias células, perpetran asaltos a viviendas desde hace años aprovechando los periodos vacacionales

Son itinerantes: no están más de dos o tres días actuando en una misma zona y se mueven por todo el país

Una puerta que trató de forzar una banda de ladrones georgianos en el distrito Latina..

Una puerta que trató de forzar una banda de ladrones georgianos en el distrito Latina.. / CEDIDA A EPE

Son casi invisibles. Su modus operandi los ha convertido en muy huidizos para las Fuerzas de Seguridad. Son bandas, pero operan por células, de entre dos a cuatro miembros, repartidas por toda España. Son itinerantes y no suelen quedarse en el mismo sitio más de tres o cuatro días seguidos para que sea más difícil pillarles in fraganti. Habrá oído hablar de ellos. Son las bandas de georgianos que asaltan casas por toda la geografía nacional. Valencia, Bilbao, Madrid... El pasado verano, en Sevilla, fueron detenidos 22 miembros de una banda a la que pertenecían a siete células distintas. Se les atribuyeron hasta 27 robos con fuerza.

Suelen actuar en periodos vacacionales, como en verano, Semana Santa o Navidad, aprovechando que los dueños están fuera para arramblar con la vivienda, aunque son muy selectivos, ya que es complicado encontrarles con otra cosa que no sean joyas o dinero en efectivo, según explican fuentes policiales a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

Una de las particularidades es que, además de coches a nombres de otros sujetos para huir del lugar del robo o vehículos con las matrículadas dobladas, frecuentemente usan VTC, Cabify o Uber, taxis o, evitando así llamar la atención. Como si fueran un vecino más. Eso les permite quedarse en la vivienda en la que han pegado el palo hasta que llega el vehículo y apenas ser vistos.

Apartamentos turísticos

Como se mueven tanto por España y suelen estar poco tiempo en cada lugar, la Policía ya tienen controlado que se suelen hospedar en apartamentos turísticos de tipo Airbnb, lo que les permite quedarse en una misma ubicación dos o tres días y pasar desapercibidos, como un turista más. 

"La misma célula puede estar dos días en Pamplona, luego llega a Madrid y después bajan a Cádiz. Se van moviendo por todo el territorio español", señalan fuentes policiales, que llevan tratando años con ellos pero son bandas muy difíciles de desarticular. "Cuando les pillamos, y ya quedan con antecedentes, les reemplazan por otros. Muchos tienen pasaportes falsos, y si la documentación es original no tienen antecedentes", cuentan desde la Policía Nacional, que cuando llega época de vacaciones suele hacer buzoneo en los porteros de fincas con carteles informativos con instrucciones para poner en alerta a los vecinos.

Imagen del folleto que reparte la Policía por varios barrios de Madrid de cara a la Semana Santa.

Imagen del folleto que reparte la Policía por varios barrios de Madrid de cara a la Semana Santa. / EPE

Una de las más importantes es que uno debe tratar de chequear habitualmente la puerta de su casa para ver si algún miembro de la banda ha colocado un 'testigo' en el marco. Con este truco los amigos de lo ajeno pueden saber que en esa casa no se ha entrado en varios días, garantizándose así que está deshabitada. 

Testigos de plástico

Unos de los más usados son el tubo de pegamento, que se extiende de la puerta al cerco de la misma, los testigos de plástico transparente, pinzados en la puerta, o palillos. Si la puerta se abre, el testigo, que se suele colocar o muy arriba o muy abajo para no ser vistos por el propietario del inmueble, se rompe o se desplaza y así los ladrones saben que ahí no deben perpetrar el robo.  

 

Entre los métodos que utilizan para forzar la cerradura están las ganzuas, llaves maestras, el ‘bumping’, un método que consiste en introducir una llave especial que le van dando con un martillo y hace que todos los pistones salten, o el resbalón, con una tarjeta que meten entre el pestillo y la puerta.

"Suelen ser células de entre tres y cuatro personas. Dos marcan la casa, otro bichea [se queda abajo vigilando para si ve Policía dar el queo] y otro puede llevar el coche", cuentan fuentes policiales que han detenido a varios de estos sujetos. La predilección de estos cacos son las joyas, los relojes de alta gama o el dinero en efectivo o electrodomésicos pequeños, cosas que puedan meter en los bosillos, de ahí que suelan tener preferencia por inmuebles antiguos, donde vivan personas mayores. Lo dejan todo revuelto a su paso para tratar de encontrar cajas fuertes o artículos de gran valor escondidos.

Imagen de testigos colocados por ladrones en Valencia.

Imagen de testigos colocados por ladrones en Valencia. / EPE

Población mayor

En Madrid, han perpetrado robos, por ejemplo, en Valdezarza o Valle de Mena, en el distrito de Moncloa, donde hay "mucha población mayor" y además son calles "con muchos entresijos, donde los portales no dan a la vía pública". "Hemos llegado a coger hasta cuatro dentro de la casa. Cuando uno entra van todos", explican. El año pasado mismo, cayó una célula de ladrones georgianos que actuaban en Alcobendas. Estaba formada por 25 personas dirigida por los llamados 'ladrones en ley', que son los líderes de estas estructuras muy jerarquizadas.

Su hora preferida para actuar es cuando la ciudad duerme, entre las dos de la mañana y la cinco, y toman todo tipo de precauciones, como llevar calcetines en vez de guantes para manipular objetos por si luego les pilla la policía. "Si son calcetines te pueden decir que los han comprado, si es un guante sabes que no es así", cuentan en la Policía, que aseguran que la cuantía que se pueden llevar depende del hurto, pero puede ir desde 500 a 30.000 euros. "A veces dan palos gordos", aseguran.  

Otras calles donde han actuado en Madrid son Quintana, Juan Álvarez de Méndizabal e incluso en Pintor Rosales, una calle de bloques antiguos pegado al parque del Oeste con vecinos de alto poder adquisitivo.

Llamadas al timbre

Últimamente, también han cometidos robos en casas de la Colonia Manzanares o en el distrito de Latina. Carla, que vive en un piso en Alto de Extremadura (Madrid) junto a otras dos compañeras, sufrió un intento de robo en su casa a mediados de febrero. Se despertó de madrugada alertada por un extraño sonido. "Estaba durmiendo y a las cuatro de la mañana alguien estaba venga a llamar al timbre de arriba". Extrañada, permaneció en vigilia durante un rato hasta que escuchó un sonido más cercano: "Al rato escucho que estaban forzando nuestra puerta".

Sus compañeras no oyeron nada en un primer momento y esta joven de 29 años comenzó a llamarlas durante cerca de media hora por teléfono con la esperanza de que no hubiesen silenciado sus móviles. Una de ellas lo escuchó y "salió del cuarto para observar por la mirilla". "No había nadie", dice aún con el susto en el cuerpo, por lo que "debe ser que nos escucharon y se fueron".

"Yo no supe cómo reaccionar", confiesa Carla, que se levantó de la cama para echar la llave de su cuarto. "Tenía que haber llamado a la Policía", reconoce en frío. Ella y sus dos compañeras de piso acudieron al día siguiente a las autoridades para denunciar este suceso.

Entre las recomendaciones que hace la Policía para evitar robos en las fechas vacacionales está no abrir la puerta ni el portero automático a desconocidos, cerrar con llave y activar la alarma incluso en las ausencias muy breves, desconfiar de los técnicos o revisores que no tengan cita previa, no divulgar en redes sociales información de sus vacaciones y no dejar señales visibles de que su vivienda está desocupada.