ELECCIONES 18-F

Sánchez y Feijóo compiten por nacionalizar la campaña de las gallegas con dudas sobre el rédito para sus candidatos

El PP quiere mantener la tensión y capitalizar el malestar social por los pactos con los independentistas. El PSOE busca impulsar la movilización de los suyos frente al miedo a la derecha, como en el 23-J

Los políticos y expertos demoscópicos no acaban de ver suficientes incentivos en esta estrategia y señalan sus dificultades por la discordancia entre las lógicas de Madrid y la sociología electoral en Galicia

El residente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto de precampaña en Lugo este sábado junto al candidato del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro.

El residente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto de precampaña en Lugo este sábado junto al candidato del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro. / EFE

Iván Gil

Iván Gil

Ferraz y Génova coinciden paradójicamente en la misma estrategia electoral de querer nacionalizar la campaña de los comicios gallegos del próximo 18 de febrero. Con el desembarco de sus líderes y dirigentes, desplegando su agenda de asuntos nacionales y amplificando sus discursos de Madrid. En los cuarteles generales de PSOE y PP en la capital entienden que la nacionalización de la campaña les beneficia en detrimento de su competidor electoral. Los primeros para mantener la tensión y capitalizar el malestar social tras los acuerdos de investidura de Pedro Sánchez con los independentistas. Los segundos para impulsar la movilización de los suyos frente al miedo a la derecha, como en el 23-J, y conseguir con ello incrementar la participación entre los "cuatro o cinco puntos” a los que abonan el vuelco electoral. Una estrategia que tiene un dudoso encaje con el interés mayoritario del electorado gallego de ir a las urnas en clave autonómica, como señala el último CIS.

Los politólogos y expertos demoscópicos consultados por este diario concluyen que los riesgos son superiores a los posibles réditos. Tras un diagnóstico de las razones que llevan a optar por esta nacionalización de la campaña, no acaban de ver suficientes incentivos y señalan las dificultades por la discordancia entre las lógicas de Madrid y la sociología electoral en Galicia. “Las encuestas coinciden en una tendencia a la baja para el PP con respecto a 2020. Puede tener sentido para empujar la marca y mantener la tensión electoral incluir en la agenda asuntos como la amnistía. Pero en el contexto gallego es difícil porque el PSOE no está en el poder. Hay cierta contradicción en querer castigar a Sánchez si estás gobernando”, explica Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III.

Para Simón, el PSOE sigue una lógica similar, pero sin escaparse tampoco de las contradicciones. “Su candidato es comparativamente débil y entenderán que si consiguen que las gallegas vayan de lo mismo que las generales, el voto progresista se refugiará detrás de la marca PSOE y podrá activarse”. Evitar así el voto dual entre autonómicas y generales que sitúa ahora al BNG como primera fuerza del bloque progresista. Con todo, concluye que “es difícil que se repita un 23-J porque entonces la discusión era un potencial gobierno entre PP y Vox que en Galicia no se da. El contexto es distinto”.

En la última semana, Pedro Sánchez ha redoblado su presencia en Galicia con dos mítines para arropar al candidato del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, y una visita institucional a Navantia Ferrol, para anunciar la construcción de un nuevo buque de la Armada. Este sábado, en Lugo, centró su discurso en combatir el mensaje de la oposición de que “España ni se rompe ni se hunde” para poner en valor su gestión con los datos de creación de empleo y crecimiento económico. Una inversión de los roles clásicos entre derecha e izquierda que centra buena parte de la campaña de los socialistas. Tratan de mostrarse como buenos gestores de la económica y desviar el foco de los pactos con independentistas. Besteiro, que mantiene su acta de diputado en el Congreso, señaló al PP en el mencionado mitin por votar en contra del decreto anticrisis y enfocó parte de su intervención en contraponer la agenda del Gobierno con el modelo de oposición de Feijóo.

José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y Estudios Políticos en Ipsos, señala que “el problema del PSdeG es que no es la principal fuerza de la izquierda y el voto útil lo representa el BNG”. Nacionalizar la campaña sería un intento de los socialistas para frenar la concentración del voto progresista detrás de Ana Pontón, aunque Ferrándiz tira de los sondeos que manejan en Ipsos para advertir que “sus propios votantes quieren que la campaña vaya de Galicia”. Apunta además que Pedro Sánchez tampoco tiene una evaluación demasiado alta entre los votantes de izquierdas gallegos.

Más riesgos que beneficios

En el caso del PP, según Ferrándiz, tampoco tendría rédito seguir esta campaña. “Tienen un electorado fiel que valora positivamente a su candidato. Es verdad que Rueda no es Feijóo, pero sus votantes aplauden su gestión y consideran que los representa bien. A Rueda le basta con movilizar a sus votantes en torno a su candidatura y ya lo consigue según las encuestas, por lo que no tiene por qué meterse en líos nacionales”.

Más allá de una suerte pinza al BNG, partido con una perspectiva netamente en clave gallega, Ferrándiz coincide con otros colegas en concluir que “no veo ningún incentivo para PP y PSOE para presentarse a esta campaña en clave nacional”. En sus estudios de opinión se repite que el electorado vota en las gallegas mirando “a los problemas de Galicia”. De ahí que apunte o bien a un “centralismo ciego” en las sedes de Madrid de PSOE y PP o un ánimo de “arriesgar mucho”.

El fundador y director general de la compañía de Asuntos Públicos Redlines, César Calderón, es igualmente contundente en sus conclusiones: “Creo que son dos estrategias en la que uno se equivoca y el otro falla”. El PSdeG, recuerda, es tercera fuerza “y necesita proyectarse con fuerza alternativa, pero no parece que haya probabilidades de ‘sorpassar’ al BNG”. El votante progresista, continúa, suele votar al mejor situado en su bloque ideológico. Como ejemplo de que esta nacionalización no suele dar resultados, pone la campaña de las elecciones anticipadas en Madrid en 2021, con Ángel Gabilondo como candidato.

Feijóo "se la juega"

Calderón sí considera que esta estrategia ayuda a visibilizar al candidato socialista, sin presencia en el Parlamento gallego, aunque le augura dificultades porque asuntos como la crisis de los pellets la estaría capitalizando mejor Ana Pontón, la candidata de los nacionalistas gallegos. También porque “los gallegos son muy disciplinados al votar. Hay mucho voto dual y en las autonómicas votan pensando en Galicia, no mirando a la urna nacional”. Respecto a las razones del PP para nacionalizar la campaña, asegura que Feijóo “se la juega” en estos comicios, aunque su implicación sí aportaría valor como expresidente de la Xunta.

Sobre las implicaciones de estas elecciones en el futuro político del presidente del PP, Simón coincide en que es Feijóo quien más tiene que perder. “Si no hay cambio en Galicia, todo seguirá estable, pero si lo hay es predecible una crisis” en Génova porque su dirección proviene de su rama gallega y se trata de los primeros comicios tras la investidura fallida de Feijóo.

En Ferraz argumentan que la total implicación en la campaña del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, con una caravana paralela, denota que ven “peligrar” su hegemonía en Galicia. "La movilización de Feijóo es que perciben que la batalla está ajustada", añaden desde el partido, avisando de que una derrota del PP en su feudo debilitaría al líder de los populares internamente y de cara a las europeas. Su diagnóstico para nacionalizar la campaña, más allá del duelo Sánchez-Feijóo, es que “en las autonómicas nuestros votantes se movilizan menos y nuestro reto es sacarlos de casa”. El cambio, por tanto, lo fían más a la movilización de los suyos a que baje el apoyo al popular Alfonso Rueda. El diferencial de voto entre las últimas autonómicas y las pasadas municipales es de 256.000, recuerdan en el PSOE.