LIMÓN & VINAGRE

Miguel Tellado, a bramar en Madrid

El tiempo dirá si ha nacido una estrella. O un satélite. Sí ha llegado un portavoz. Un parapeto, un poli malo de Feijóo, que es el jefe pero no el líder

Miguel Tellado

Miguel Tellado / EPE

José María de Loma

José María de Loma

No ha ido a Madrid a hacer amigos. Pero sí carrera. Miguel Tellado (Ferrol 1974) está a punto de ser reconocido en todos los restaurantes. El cargo de portavoz parlamentario del Partido Popular para el que lo ha elegido Núñez Feijóo es uno de los que proporcionan más fama y proyección mediática y que más oportunidades dan de insultar. Le viene al pelo. Carne de Telediario.

Tellado estudió Ciencias Políticas en Santiago de Compostela y ahí se movió en la órbita del nacionalismo, del galleguismo, pero le dio por el periodismo, o sea por el intrusismo. Demasiados ismos, aunque Tellado siempre se ha movido más en lo descarnado y no en el surrealismo.

A finales de los noventa jugó a ser Jiménez Losantos, aunque Losantos por aquel entonces no fuera el Losantos de ahora y sí alguien más comedido. Tellado estrenaba afilada locuacidad, estilo personalisimo, en una emisora municipal de un ayuntamiento controlado por el BNG, Fene. Donde nació Yolanda Díaz. Pero fue Juan Juncal, por entonces portavoz del PP en ese municipio y luego alcalde, el que lo fichó como jefe de prensa.

Ahí me lo imagino, con semejante carácter y propensión al berrido, llamando a algún periodista díscolo que hubiese osado criticar a su patrocinador. La propensión al berrido es tratable, como la propensión al colesterol o a la taquicardia, si bien en ocasiones el que la padece no la combate y acaba granjeándole méritos.

Desde 1997 trabajó como periodista en varios medios de comunicación; fue jefe de prensa del Ayuntamiento de Ferrol (2003-2007), jefe de prensa del Grupo Popular en la Diputación de la Coruña (2007-2009) y jefe de Gabinete de la Consejería de Trabajo. Y claro, de tanto estar en la sombra aprendió bien qué es el sol y cómo se sobrevive en él. Dio el paso. Entró en el Parlamento de Galicia en 2012 y, posteriormente fue secretario general de los populares gallegos.

Qué pistonuda carrera para un periodista, cuando la mayoría a lo que llegamos es a la meta volante de un sueldo justito, a la meta de un contratín fijo y al pódium efímero y tristón de una columna firmada en un periódico regional. Nacional, incluso. La meta para sentirte periodista importante es que un tal Tellado, a partir de ahora, Miguel el portavoz, un respeto, te lea y luego te siga en Twitter o al menos te mande un perraco o un guapín a decirte algo en las redes, algo no propio de Corín Tellado, que escribía unas novelas románticas donde había guapos como Pedro Sánchez, villanos de dudosas intenciones, chicas bien, guapas y casaderas y escenarios idílicos.

Tellado tiene nueva vida en Madrid, como tantos otros periodistas gallegos a los que Feijóo se ha traído a Madrid, estableciéndolos como guardia pretoriana y rompiendo el equilibrio interno con el eje andaluz. No sabe bien Feijóo lo que ha hecho enfadando a Elías Bendodo, eficaz político al que ha degradado. Ya solo confía en los duros, que para seguir mandando han de ser cada vez más duros. Tellado acabará imitando a Rafael Hernando, que imitaba a Pujalte que no se sabe bien si aprendió a bramar de Manuel Fraga o de Gil Robles.

Tellado va a dar sesiones de control de gloria y titular, escándalo y vestiduras rasgadas. Uy, lo que ha dicho. Va a atizarle a Sánchez y a Félix Bolaños y a los ministros y ministras, pero ha de tener singular tino en la originalidad, dado que insultar a Sánchez es una disciplina olímpica muy concurrida en la que ya hay acreditados medallistas que, sin embargo, van cansándose y quedando exhaustos mientras el presidente del Gobierno sigue siéndolo.

Tellado no va a amnistiar a los venablos o exabruptos pero seguro que detrás de esa apariencia y dialéctica farruca hay un corazoncito que sabe, por inteligencia emocional y de la otra, que la política tiene mucho de farsa y de comedia efímera. El tiempo dirá si ha nacido una estrella. O un satélite. Sí ha llegado un portavoz. Un parapeto, un poli malo de Feijóo, que es el jefe pero no el líder. Miguel Tellado aterriza en la portavocía del Congreso ahora que para el PP lo importante es la calle. A Dios rogando y con la bandera dando. Siempre puede volver al periodismo. Ahí el partidismo, en según qué sitios, también cotiza.