Opinión | JUEGO DE TRONOS

Albert Sáez

Caso Pegasus: ¿dónde está el lado correcto de la historia?

Pere Aragonès y Pedro Sánchez conversan en las jornadas del Cercle d’Economia, en Barcelona.

Pere Aragonès y Pedro Sánchez conversan en las jornadas del Cercle d’Economia, en Barcelona. / Europa Press/David Zorrakino

El Cercle d'Economia nació hace 60 años para ayudar -en plena dictadura franquista- a crear las condiciones para que España se integrara en Europa. Este viernes culminó de alguna manera ese futuro imaginado entregando su premio a la construcción europea a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. Algunos de los fundadores, como Joan Mas Cantí, no pudieron esconder su emoción y la mayoría de los socios actuales agradecieron a Javier Faus, el actual presidente, este regalo de final de mandato justo cuando la institución afronta sus primeras elecciones en las que pugnarán Rosa Cañadas y Jaume Guardiola. Junto al significado interno del acto, el último día de la Reunión Anual del Cercle d'Economia convirtió por unas horas a Barcelona en capital europea, española y catalana a las puertas del Día de Europa. 

Von der Layen y el momento de Europa 

Para un auditorio europeísta, el discurso de la presidenta de la Comisión Europea fue muy emocionante. Arrancó el primer aplauso con un simple “bon dia”, demostrando que a cierta Cataluña le reconforta más el reconocimiento que otra cosa. Pero lanzó tres ideas muy potentes: la primera es que la respuesta a la pandemia y a la invasión de Ucrania han generado un nuevo “momento de Europa” que va a reforzar su integración; la segunda fue la determinación de ganar la guerra a Putin porque juntos nos podemos librar de “las amenazas rusas” puesto que en Ucrania “luchamos por nuestra democracia, por nuestra libertad y por nuestro estado de derecho”; y la tercera una felicitación al Cercle por haber estado en “el lado correcto de la historia” como Pau Casals.

Feijóo reivindica su identidad 

El Cercle ha sido el escenario del primer discurso en Cataluña de Alberto Núñez Feijóo como presidente del PP. Más de uno quedó sorprendido de lo mucho que le gustó lo que oía. Tres ideas a destacar. Dejar de ser presidente de la Xunta no le va a cambiar su manera de entender el Estado autonómico. El proyecto de España tiene que proteger las diversas identidades que no existen para tocar las narices a los demás sino que expresan respeto por el propio legado.

La política y la economía necesitan mutuamente generar estabilidad de manera que su proyecto político es salir de la trinchera. Una mirada al trato de cierta prensa de Madrid a su discurso demuestra que, para algunos, salir de esa trinchera significa perder un negocio muy lucrativo. Ya más en privado, Feijóo gustó a algunos de los asistentes con lo estudiado que tiene acabar con ciertos problemas para los empresarios como el impuesto de patrimonio.

Pero, quizás, lo más reconfortante para los socios del Cercle fue la respuesta de Feijóo sobre el pacto con Vox, al que siempre se refirió como “ese partido” igual que Bárcenas era para Rajoy “ese señor”. El PP es autonomista, europeísta y constitucionalista y de “ese partido” solo necesita recuperar los votos perdidos resultado de una escisión. Vamos, que el PP no se mueve del lado correcto de la historia.

Sánchez y Aragonès en busca de un autor 

En este contexto, Pedro Sánchez y Pere Aragonès deambularon por la clausura de la reunión del Cercle buscando a un autor que les proporcione un argumento para restablecer su alianza. Y la cosa no está fácil. De momento, se han emplazado para reunirse pero no lo harán hasta que tengan algo que decirse. ¿Y qué se pueden decir? Por ahora, Aragonès insiste que el asunto de Pegasus es “muy grave”, que lo es. Y Sánchez contesta que “respeta” a Cataluña y a sus instituciones. Lo cual debería suponer por tercera derivada que no se investiga a quién se respeta, al menos conscientemente.

La crisis de Pegasus sigue ahí y mientras esté descontrolada no hace otra cosa que minar las relaciones entre Esquerra y el Gobierno, entre las dos facciones del Gobierno y entre las diversas sensibilidades del PSOE. Demasiadas trincheras dentro de la gran trinchera. ¿Puede precipitar esta deriva el final de la legislatura? El asunto tiene potencia de tiro para conseguirlo y los que disfrutaron escuchando a Feijóo lo ven viable. Pero Sánchez siempre salva el match point aunque no siempre cayendo del lado correcto de la historia. Y durante el partido, Aragonès puede verse arrastrado otra vez al lado incorrecto de la historia.