Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

La torrija frente al empacho político

Desde el PSOE procurarán plantar a cara a lo que dicen unos y otros, con un empoderado cabeza de cartel pero con problemas de credibilidad después de haber llegado tan lejos para hacer posible el perdón al ‘procès’

Alberto Núñez Feijóo se dirige a Pedro Sánchez en una sesión de control del Congreso

Alberto Núñez Feijóo se dirige a Pedro Sánchez en una sesión de control del Congreso / JOSÉ LUIS ROCA

Días clave de Semana Santa. Parón. Disfrutar del silencio. Descomprimir, los que tengan la suerte de poder hacerlo. Tratar de negar al estrés un lugar en nuestra mesa. Torrijas, lluvia y posibilidades de reflexionar (a eso vamos en este artículo que les ofrezco compartir) en tiempos de hiriente ruido. Las marchas que acompañan a los pasos religiosos en multitud de calles de toda España nos hacen olvidar, a golpe de tambor y trompetas, nuestros propios ‘quejíos’. Y los ajenos.

Difuminamos involuntariamente el sonido que de tanto oírlo hemos normalizado de los bombardeos en Kiev o en Gaza o de los que reclaman liberación de secuestrados. Alejamos sin pensarlo los gritos de las víctimas o sus familiares llorando sus recientes pérdidas en los atentados de Moscú o a nuestros propios políticos nacionales gritándose, con la cara desencajada de tanta y tan grosera gesticulación innecesaria eso de… “¡y tú muuuucho más!”.

Qué turbadores momentos. Tomamos aire y miramos por las rendijas de la actualidad para intentar encontrar algún pedacito de esperanza en un mundo donde las bombas persiguen imponerse a los esfuerzos diplomáticos o en un país como el nuestro en el que ciudadanos, organizaciones y algunas instituciones tratan de sobrevivir a las cornadas de la amenazante inestabilidad. Esa sensación de pequeños temblores de tierra (política) existe, y eso que hace apenas unos meses que logramos configurar, con muchas dificultades e incertidumbres, unos gobiernos autonómicos y municipales primero y uno nacional, después. 

La falta de mayorías claras ha abierto una nueva etapa en España de pactos variopintos, que se tensan y se destensan provocando erosión –en nosotros, los ciudadanos, también- y en la que los dos grandes partidos, PP y PSOE, PSOE y PP, siguen reinando a base de polémicos (en unos casos mayores que en otros) peajes a los que les dan sustento en las administraciones. Y eso que han logrado aplastar proyectos políticos que nacieron con vocación revolucionaria en uno u otro sentido, como Ciudadanos y Podemos, y camino van de hacer lo propio con Sumar, cuyo aguante consiste en haberse amarrado bien a la fórmula del gobierno progresista, pese a que de puertas para adentro se desangre y el carisma prometido no aparezca para lograr coser heridas. 

Sigamos con las reflexiones ‘semanosanteras’, entre torrija y torrija y aprovechando que el volumen es más bajo… El pulso ultra de Vox también parece haberse suavizado, pese a que sus colegas europeos amagan –ya veremos si pasan o no de ahí-con hacerse definitivamente mayores en las europeas de junio. Sí, porque en verano nos toca votar qué autoridades queremos que nos representen en esa Europa que, sin acabar de cuajar, influye ya tanto en nuestras vidas (y en nuestras arcas). Pero hasta entonces hay que pasar por otros dos procesos electorales en este país, después de haber vivido de forma reciente unas elecciones gallegas que se adelantaron en el calendario para coger con el pie cambiando a la izquierda dividida y sin suficiente empuje a los nacionalistas para ser alternativa real. El popular Rueda, el sucesor de Núñez Feijóo, apostó, acertó estratégicamente y ganó sin titubear.

El presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda.

El presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda. / Europa Press/Gustavo de la Paz

Los nacionalistas vascos han hecho lo propio y se han convocado comicios en Euskadi el próximo 21 de abril, pese a que el anuncio de que también se adelantarán en Cataluña haya eclipsado el proceso. Pero conviene no olvidar que los sondeos apuntan a un casi empate en estos momentos entre PNV y Bildu y que los socialistas, que estrenan un candidato “tan nuevo como desacomplejado para hacer oposición sea a quien sea”, sostienen desde Ferraz, serán pieza clave. Insisten en que no darán un gobierno a los abertzales y que tanto ellos, como los peneuvistas, salen a jugar el partido con esa información.

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, en la jornada de clausura del 15 Congrés del PSC

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, en la jornada de clausura del 15 Congrés del PSC / KIKE RINCÓN - EUROPA PRESS

En terreno catalán es el candidato del PSC, Salvador Illa, quien parte como favorito para vencer en urnas, que ya saben ustedes bien que eso no significa gobernar. Ni mucho menos. Los números tienen que dar. Y el ruido debe no ensordecer a los votantes y al resto del país que va a vivir un ambiente electoral en bucle, pero eso se antoja difícil: si la cuestionada amnistía al  1-0 ha sido protagonista hasta ahora con el consiguiente desgaste para los socialistas y la formación de una gran ola sobre la que ha subido a surfear como candidato Carles Puigdemont, nos va a tocar la pantalla del referéndum. Discursos sobre el referéndum en horarios de mañana, tarde y noche. Avisados están. 

Tanto los independentistas como los populares –habrá aquí una pinza por convergencia de intereses en los mensajes para desgastar a quien parte como ganador- van a afanarse en eso. Unos, insistiendo en que negocian ya con el Gobierno de Sánchez al respecto, como hizo recientemente Marta Rovira en una entrevista con El Periódico de Catalunya publicada también en este diario. Otros, denunciando que el Ejecutivo central no es que negocie: es que ha aceptado ya la consulta. Y desde el PSOE procurarán plantar a cara a lo que dicen unos y otros, con un empoderado cabeza de cartel pero con problemas de credibilidad después de haber llegado tan lejos para hacer posible el perdón al ‘procès’. 

Si a todo esto le suman los casos de corrupción o corruptelas sobre los que periódicos como el que están leyendo en estos momentos (¡afortunadamente!) no cesan de informar, mal que le pese a la clase política o a los cargos públicos que se enfangan, y añadimos esos “quejíos” propios de cada cual que mencionábamos al principio, podemos concluir que nos sobran los motivos para aprovechar estos momentos de recogimiento, marchas, saetas y desconexiones para tomar aire y disfrutar, unas horas, de la falta de ruidos estridentes. Porque se van a hinchar. Pero hoy, si pueden, si quieren, hínchense con torrijas. Y cojan energía… que la van y la vamos a necesitar.