Opinión | ANÁLISIS

La RTVE de Zapatero

Sería una ingenuidad proponer a estas alturas un retorno a la norma de Zapatero, que garantizaba la neutralidad de RTVE

Zapatero: "Tenemos que avanzar en el reconocimiento de la identidad nacional de Cataluña"

Zapatero: "Tenemos que avanzar en el reconocimiento de la identidad nacional de Cataluña"

La figura política de Rodríguez Zapatero, un gran presidente que tuvo la desgracia de topar de bruces con la crisis económica 2008-2014 y de verse obligado a plegarse a los imperativos de la globalización que, por la vía del G-20 y de la Unión Europea, marcaban los rumbos de una austeridad irracional y destructiva, ha mejorado con los años, como los buenos vinos. Zapatero revitalizó al PSOE, desgastado por una etapa de poder en condiciones singulares, y recuperó para él el papel redistributivo y social de la izquierda. Rompió asimismo los últimos y todavía sólidos tabúes que frustraban algunas de las libertades básicas; el matrimonio gay fue la culminación del entierro de la España negra del antiguo régimen, así como el definitivo despegue hacia un gran país laico, racional, democrático y libérrimo. Su concepción dialogante y abierta de la democracia y su visión de estadista permitieron además a Zapatero algunos logros históricos, como el fin incondicional de ETA y el triunfo del Estado frente al terrorismo..

Pues bien: uno de los asuntos que acometió Zapatero para poner orden en el caos anterior, fue el del audiovisual público estatal. Veníamos de los tiempos en que la TV pública había alcanzado cotas inauditas de servicialidad mezquina al poder, cómplice de la guerra de Irak; el 30 de enero de 2004, la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa citó a TVE como ejemplo de «clientelismo político» y «paternalismo estatal»… Zapatero, a su llegada, nombró a Carmen Caffarel directora general de RTVE, quien designó a Fran Llorente director de los Servicios Informativos, abriéndose así uno de los periodos más brillantes y libérrimos de la historia del ente. Pero Zapatero estaba empeñado en neutralizar institucional y políticamente aquellos medios, y abordó la reforma de Radiotelevisión Española, un proceso que incluía la asunción de la deuda histórica, la transformación del Ente Público en la Corporación RTVE y la aprobación de una reestructuración laboral pactada con los sindicatos que implicó la salida voluntaria del Ente de 4.150 profesionales. Mediante la Ley 17/2006 de la Radio y la Televisión Estatal de 5 de junio de 2006 disolvió el Ente y las sociedades TVE, S. A. y RNE, S. A. y se creó la Corporación RTVE. Según la nueva norma, el presidente dela Corporación sería elegido por el Congreso por los dos tercios de los diputados; y si transcurridos dos meses desde la primera votación en cada Cámara no se alcanzara dicha mayoría, el Congreso podría designar por mayoría absoluta a los doce consejeros y al presidente. El 19 de diciembre de 2006, el Congreso de los Diputados eligió por consenso por primera vez en la historia al presidente de la Corporación, el periodista Luis Fernández Fernández, consejero a propuesta del PSOE. Fernández dimitió en noviembre de 2009 y fue nombrado también por mayoría cualificada Alberto Oliart, quien dimitió en julio de 2010 por motivos personales. La presidencia de la Corporación quedó vacante.

Rajoy ganó las elecciones de 2011 con mayoría absoluta, y no se tomó la molestia de negociar con Rubalcaba, entonces líder del PSOE, la designación de un nuevo presidente. Sencillamente, aprobó un Real Decreto Ley que reducía el número de miembros del Consejo de Administración de doce a nueve y modificaba el método de designación del presidente de la Corporación: si no se lograba la mayoría de dos tercios para la elección, esta podría realizarse 48 horas después en una segunda vuelta por mayoría absoluta. De nuevo el gobierno se ponía al frente de la RTVE y la neutralidad volvía a ser un desiderátum ya dependiente de la buena voluntad de los distintos actores.

Sería una ingenuidad proponer a estas alturas un retorno a la norma de Zapatero, que garantizaba la neutralidad de RTVE, pero no es malo que quede constancia que el objetivo era alcanzable, que Zapatero lo alcanzó y que el sistema no fue capaz de mantener aquella delicada fórmula que garantizaba la plena autonomía del audiovisual estatal.