Opinión | ERROR DEL SISTEMA

El ejército fantasma

Si el ataque de Hamás es el símbolo de la aberración para una población israelí que se permitía vivir de espaldas al muro, el genocidio que ejecuta Israel es el último paso para unos palestinos que ya sufrían un asfixiante 'apartheid'

Edficios dañados por los bombardeos del Ejército de Israel contra el campamento de refugiados de Yabalia, en el norte de la Franja de Gaza (archivo)

Edficios dañados por los bombardeos del Ejército de Israel contra el campamento de refugiados de Yabalia, en el norte de la Franja de Gaza (archivo) / Mohammed Ali / Xinhua News / Contactophoto

Por presión interna o externa, las bombas dejarán de caer sobre Gaza y dejarán un escenario apocalíptico. El proceso de rehumanización imprescindible para la paz se antoja hoy prácticamente imposible. Cuando Hamásademás de asesinar y secuestrar, utilizó las formas más extremas de agresión sexual no solo destrozó a sus víctimas y conmocionó a todos los israelís, también hizo exhibición de esa violencia. Buscaba la radicalización de los suyos, ahondar en la falta de compasión hacia esas mujeres que representaban el enemigo en tantos sentidos. La investigación que llevó a cabo 'The New York Times' es espeluznante: el cadáver de una mujer con docenas de clavos en sus muslos, disparos en las vaginas, una víctima apuñalada mientras era violada, a otra le cortaron el pecho y jugaron con él... Cuesta leerlo.

Con su brutal ataque y su mercadeo de rehenes, Hamás no solo iniciaba una partida contra Israel, espoleaba a unos palestinos que apenas tenían ánimo para subsistir. Sabía que un extremista acorralado como Netanyahu elevaría la respuesta hasta el delirio. Si el ataque de Hamás es el símbolo de la aberración para una población israelí que se permitía vivir de espaldas al muro, el genocidio que ejecuta Israel es el último paso para unos palestinos que ya sufrían un asfixiante 'apartheid'. 

Hoy, los gazatís vagan sin saber cómo ponerse a salvo. Las directrices de Israel son solo trampas para aniquilarlos. Los supervivientes, con su vida derrumbada y ausencias insoportables en su álbum familiar, yerran por un presente de hambre, miseria absoluta, terror y destrucción. ¿Cómo no entender a ese adolescente palestino que solo vivirá para la venganza? Miles de niños muertos, miles de huérfanosDe las cenizas, un ejército de supervivientes heridos y traumatizados, convencidos de que no hay rastro de humanidad en los israelís ni en sus cómplices. Hamás -y quienes le financian- ya tiene a los soldados para su gran partida. Solo un horizonte de esperanza real y dignidad podrá competir con una cárcel de rabia, dolor y fantasmas.