Opinión | EL TRIÁNGULO
No hay enero sin colapso
A los ciudadanos también nos cuesta entender después de toda una vida escuchando de las autoridades sanitarias sobre el peligro de la automedicación
Las urgencias no aguantan ni el primer pico de casos de gripe es un titular del año 2005 pero podría ser de esta misma semana o de cualquiera de los meses de enero de los últimos veinticinco años. Desde la peor epidemia de la década en ese momento, febrero de 1998, que obligó a activar un plan de emergencia del Insalud, vivimos en un día de la marmota recurrente.
Más allá de alguna excepción, los sistemas sanitarios autonómicos siguen demostrando que se encuentran más que ajustados en cuanto a recursos porque los primeros indicios de una epidemia provocan problemas de manera inmediata. Y no será porque no estemos ante un fenómeno conocido, previsible y cíclico, ni porque hayamos pasado la peor crisis de salud global con un virus también respiratorio que volvemos a los pasillos de urgencias abarrotados, las horas de espera y el malestar de profesionales y enfermos.
A unos y otros, les resultará difícil entender por qué el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas no han llegado a un acuerdo sobre el uso de las mascarillas en los centros sanitarios de todo el país, aunque no sea necesario porque cada territorio es quien desempeña la competencia, pero trasladaría una imagen de coordinación y de unificación de criterios mínimos que ofrecería seguridad a la población. Los virus no entienden de delimitaciones administrativas ni subnacionales, ni infrarregionales por mucho que algunos dirigentes políticos crean que pueden domar a la biología.
A los ciudadanos también nos cuesta entender después de toda una vida escuchando de las autoridades sanitarias sobre el peligro de la automedicación, y ante cualquier duda consulte a su médico, el giro contrario que han tomado los mensajes. No acudir a Urgencias, ni a su centro de salud si lo puede evitar y trate la gripe en casa, con paracetamol o ibuprofeno, nos provoca cierto desamparo de inicio, siempre nos han llevado de la mano incluso para recetar mucha agua y un antitérmico.
En este nuevo paradigma de saturación anual agravada cada vez un poco más por la crisis de la atención primaria, habrá que encontrar una solución para la dispensación de recetas sin entorpecer el funcionamiento de la atención médica porque si no a los pacientes nos acaban resultando más caros los medicamentos, encontrar un punto de acuerdo en las autobajas de tres días como en Portugal, Suecia o Alemania porque habrá que volver a salir del atasco lo mejor posible una vez que ya se ha producido. No parece que esté sencilla la cosa ni cuando sobre el uso de la mascarilla nos ponemos de acuerdo, como para planificar y prever la siguiente ola epidémica.
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