Opinión | GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Gaza

Resulta bastante extraño defender una política, o más bien un régimen totalitario, que ninguno de nosotros sería capaz de soportar ni siquiera durante tres meses seguidos

Jan Yunis (Franja de Gaza)

Jan Yunis (Franja de Gaza) / Mohammed Talatene/dpa

Comprendo la simpatía de la gente hacia la causa palestina, y más aún viendo los bombardeos de Gaza, pero me pregunto si alguno de nosotros sería capaz de vivir en un país gobernado por Hamás. Porque tengo la impresión de que hablamos alegremente de cosas que no conocemos y tomamos partido sin saber realmente por qué cosas estamos tomando partido. Primero de todo, convendría saber que Hamás controla todo lo que ocurre en Gaza, todo lo que sus habitantes hacen y dicen, todo lo que sus habitantes ven y oyen, todo lo que sus habitantes leen y todo lo que pueden hacer. Si quieren conocer un estado totalitario, visiten Gaza. Si quieren saber cómo vive una población sometida a los delirios de un grupo de fanáticos, visiten Gaza. Hamás prohíbe a las mujeres viajar de paquete en una moto y les prohíbe bailar y les prohíbe fumar. Incluso les prohíbe visitar los salones de belleza regentados por hombres. Y por si fuera poco, hay un grupo armado que ha amenazado con decapitar a todas las mujeres gazatíes que no lleven el velo islámico. Ni que decir tiene que no hay rastro -al menos en el mundo de los vivos- de organizaciones que defiendan los derechos LGTBI. Si algún trans o algún LGTBI español partidario de Hamás -y los hay a patadas- se presentara en Gaza e intentara ejercer sus derechos -diciendo en público, por ejemplo, que era “trans no binario”-, lo más probable es que lo arrojaran al mar o apareciera colgado de una grúa. Y si alguien piensa lo contrario es que no tiene ni idea del mundo en el que vive.

Convendría recordar que Hamás es una organización fundada por un jeque tenebroso -busquen sus fotos- que se llamaba Ahmed Yasín y que preconizaba la guerra santa contra Israel por medio de los atentados suicidas y cualquier clase de actividad terrorista. No era un santo, no, aquel jeque medio ciego que iba en silla de ruedas predicando la guerra santa. Y el actual líder de Hamás -o al menos el líder militar- es un personaje del que lo mejor que se dice es que es un psicópata que ha asesinado con sus propias manos a docenas de palestinos acusados de colaborar con los israelíes. Y no olvidemos que Hamás ganó las elecciones de 2007, pero expulsó a todos los representantes de la Autoridad Palestina y nunca más ha vuelto a convocar elecciones, lo que convierte a Gaza en una dictadura incuestionable que ni se toma la molestia de fingir una pantomima de democracia. No, no creo que pudiéramos vivir en una Gaza controlada por Hamás, por mucho que ahora alardeemos de solidaridad con los palestinos de la Franja.

La cuestión es interesante, porque hay gente -mucha gente- que defiende unas ideas que en realidad no sería capaz de soportar si tuviera que vivir en un lugar donde esas ideas se aplican. Pensemos en los miles -millones, más bien- de anticapitalistas furibundos que no serían capaces de vivir ni dos meses en Cuba o en Venezuela, se entiende que cobrando lo mismo que un cubano o un venezolano medio. Pero esa gente se pasa la vida atacando el capitalismo y acusándolo de los peores crímenes que podamos imaginar, cuando en realidad no sería capaz de soportar el sistema impuesto por los países que han eliminado por completo el capitalismo. Que sepamos, el actor Willy Toledo vivió una temporada en Cuba, pero la experiencia no debió de resultarle muy grata porque regresó al cabo de un año o dos. El gran Carlos Tena, que era un tipo coherente, sí se fue a vivir a Cuba, y allí pasó muchos años y allí murió (me parece), pero imagino que Carlos Tena vivía en Cuba con su jubilación capitalista pagada con dinero capitalista (en su caso, procedente de la Corporación de RTVE). Pero se conocen pocos casos más de personas que hayan huido del infierno capitalista para refugiarse en el paraíso socialista. Si las conocen, háganmelo saber, por favor.

Por eso digo (volvamos al principio) que Hamás representa justo lo que se supone que odiamos los europeos. Y por eso digo que resulta bastante extraño defender una política -o más bien un régimen totalitario- que ninguno de nosotros sería capaz de soportar ni siquiera durante tres meses seguidos. Es inaudito que haga falta decir estas cosas elementales que cualquier persona inteligente debería tener muy claras, pero se ve que ya no existen las cosas elementales (ni tampoco las personas inteligentes, si a eso vamos). ¿Por qué defendemos un sistema político que no podríamos soportar si tuviéramos que vivir bajo su mandato? ¿Por qué hablamos alegremente sin tener ni idea de las cosas que decimos? Y repito que una cosa es defender la causa palestina, pero otra muy distinta es defender o justificar los crímenes de Hamás. Y lo digo porque resulta muy preocupante que una gran parte de nuestra izquierda se pronuncie a favor de la causa palestina -cosa muy razonable-, pero sin atreverse a denunciar ni criticar ni siquiera cuestionar los métodos repugnantes de Hamás. Una cosa (defender la causa palestina) debería llevar implícita la otra (criticar a Hamás). Pero no veo que las cosas ocurran así entre una gran parte de nuestra izquierda.