Opinión | SALUD MENTAL

La locura de Ángel

El cómico que vivió al borde del abismo y saltó a otros mundos a causa de un brote sicótico ejerce como una estrella del rock en 'Punto para los locos'

Ángel Martín.

Ángel Martín.

No parece que arrastre ningún complejo por tener una estatura que le hubiera dificultado jugar en la NBA. Pero con los humoristas nunca sabes si los chistes son, en realidad, su propia terapia; así que te quedas con la duda. En cualquier caso, tampoco lo intentó nunca –lo del baloncesto, quiero decir– porque odia profundamente el deporte; solo lo practica desde que supo que hacerlo es un signo de inteligencia. Pero se queja de que le digan la frase: "Pues visto de cerca no eres TAN bajito". O sea que igual sí, tal vez haya trazas de un posible trauma infantil.

Tampoco te da tiempo a pensarlo mucho porque al cabo de un minuto asegura estar deseando que se le muera alguien cercano para poder dedicarle su actuación; dice que eso está de moda y además se plantea: "¿Y si cuando te mueres resulta que te quedas como sentado frente a una tele viendo que hacen los vivos?". Inquietante pregunta, sin duda. Advierte, por si acaso, que cuando él invita a la gente a volar, que nadie se lo tome al pie de la letra. Se cabrea cuando denuncia que nos dejamos engatusar para vivir con un cohete en el culo.

Reconoce odiar con todas sus fuerzas las notas de audio de Whatsapp; yo también. Es capaz de desarrollar una tesis sobre la autonomía del pene para ponerse erecto cuando le place. Y no duda en reclamar el polvo que le deben en el psiquiátrico donde estuvo internado durante dos semanas. "Me parece un escándalo que me ataran a la cama y no me follara nadie".

Estos son solo algunos retazos del mejor cóctel humorístico-psicológico que me han servido en mucho tiempo. Ángel Martín, el cómico que vivió al borde del abismo y saltó a otros mundos a causa de un brote sicótico, ejerce como una estrella del rock en 'Punto para los locos', un monólogo con el que recorre España agotando las entradas allí por donde pasa. Yo lo vi en Tarragona. Si su libro 'Por si las voces vuelven' ya fue un bombazo editorial, el éxito de este espectáculo –porque es eso, un auténtico espectáculo– confirma que cuidar la salud mental es una prioridad para millones de personas. Y que el humor también sirve para hacerlo.