Opinión | UNA IBICENCA FUERA DE IBIZA

‘Underdog’

¿Dónde está la ‘anomalía democrática’? —‘Anomalía’; Desviación o discrepancia de una regla o de un uso—. De los 27 países miembros de la Unión Europea, solo tres, Grecia, Malta y Portugal, tienen en estos momentos un gobierno de un partido en solitario, así que lejos de "desviarse de una regla o un uso", las coaliciones son el uso más común

Felipe VI con Alberto Núñez Feijóo, en el encuentro que cierra la ronda de consultas para la investidura

Felipe VI con Alberto Núñez Feijóo, en el encuentro que cierra la ronda de consultas para la investidura / Sebastián Mariscal

El pasado miércoles tenía lugar el encuentro entre los dos máximos aspirantes a próximo presidente del Gobierno. El primero, en funciones tras dos legislaturas, Pedro Sánchez, y Alberto Núñez Feijóo, a quien el rey Felipe VI ha encomendado la tarea de tratar de alcanzar los apoyos para una investidura apelando a "la costumbre" de ser la lista más votada. Salvo que algún despreciable acabe cayendo en los múltiples cantos de sirena al transfuguismo, todo apunta a que llegará al debate sin el apoyo suficiente.

Pero volvamos a la mañana de autos: el encuentro que acabó —para sorpresa de nadie— en desencuentro. Rauda y veloz, la prensa titulaba: ‘Sánchez rechaza la propuesta de Feijóo de dejar gobernar al PP durante una legislatura corta de dos años’ (El País); ‘Feijóo reclama ante Sánchez gobernar "dos años" para afrontar "seis pactos de Estado"’ (El Confidencial); ‘Feijóo baja la apuesta y se ofrece a Sánchez para gobernar dos años en vez de cuatro’ (Público). Y mi favorito: ‘Feijóo ruega a Sánchez que le deje gobernar dos años tras constatar su falta de apoyos para la investidura’ (El Diario).

Salvo la bizarra propuesta de pedir apoyo a Sánchez para lo que "sí era en cierta manera derogar el sanchismo" —palabras literales del vicesecretario del PP Borja Sémper—, cualquiera un poco atento al lenguaje corporal de Feijóo hubiera podido pronosticar los titulares de fracaso antes incluso de que comenzara la reunión. Apareció ante la lluvia de flashes de los periodistas gráficos agachando la mirada, agarrándose las manos y apretando con fuerza los labios hasta hacerlos desaparecer. Y aunque mis dotes de investigación empiezan y terminan en las miniseries policíacas británicas y cuando me tocó una investigación propia, fui incapaz de descubrir quién mató la orquídea en mi ausencia después de que en el interrogatorio mi hijo respondiera: "¿La qué? Ah, sí, sí… claro que me acordé de regarla", dejándome sin más sospechosos. Pero soy una experta en los perros culpables de los vídeos de Youtube.

Todo un subgénero documental de perros descubiertos tras alguna fechoría: romper un cojín del sofá, desparramar el cubo de basura o comerse el asado. En las horas de metraje, un propietario —cámara en mano— acusa al perro, muchas veces en compañía de otras mascotas que no dudan en delatar al delincuente o ellos mismos, por más que intenten disimular, se incriminan.

En cuanto a Sánchez, aunque me decepcionó muchísimo que no acudiera a la cita con una chapa de ‘Perro Sanxe’, entró decidido, mirando a cámara con esa sonrisa insoportable de quien se sabe con todos los lados buenos. Continuando el símil de los canes, la de Feijóo era la opuesta a la cara de póker, la de underdog. En el mundo anglosajón, underdog (‘el perro de abajo’), es un término utilizado en el mundo de las apuestas y hace referencia al que evidencia pocas posibilidades de ganar. El origen está en las antiguas peleas de perros. Cuando solo con verlos se sabía cuál iba a ser el perro ‘de arriba’ y el ‘de abajo’ (o claro perdedor de la lucha).

Porque las palabras se las lleva el viento pero los gestos… se quedan. No basta con que todo un ejército de acólitos se dedique cada vez que tiene un micrófono a dirigirse al popular como "el presidente Feijóo" mientras se refieren al presidente —aunque sea en funciones— como "Sánchez" o "el Sr. Sánchez". No basta con la turra de que "el Partido Popular es la lista más votada" y que no gobernar sería "una anomalía democrática" —el PP ostenta la alcaldía en más de 200 municipios donde no fue la lista más votada en las pasadas elecciones municipales a través de hordas de pactos con quienes no tenían "ningún interés ni compromiso en pactar y no lo haré"—. ¿Dónde está la ‘anomalía democrática’? —‘Anomalía’; Desviación o discrepancia de una regla o de un uso—. De los 27 países miembros de la Unión Europea, solo tres, Grecia, Malta y Portugal, tienen en estos momentos un gobierno de un partido en solitario, así que lejos de "desviarse de una regla o un uso", las coaliciones son el uso más común. No es suficiente repetir que el PP es la única alternativa para “evitar que las minorías decidan". A fin de cuentas, ¿qué son ‘las minorías’? 8.430.332 ciudadanos no votaron por PP o PSOE. De hecho, 10.402.450 se abstuvieron. Con las cifras en la mano, "la lista más votada" fue la abstención.

Como el refrán, "no basta ser bueno sino parecerlo", pero a la inversa: no basta con tratar de parecer presidente, sino hay que serlo y para eso es imprescindible, como dijo Unamuno, convencer: "Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo".

Reclamo mi derecho a gobernar. Déjame gobernar. Nos lo jugamos a piedra, papel o tijera. O quizá, como con lo de la orquídea, me equivoco otra vez y lo de apretar los labios es porque Feijóo por dentro canta: "Duermo y dejo la puerta de mi habitación abierta por si acaso se te ocurre dejarme gobernar. Más raro fue aquel verano… que no paró de nevaaar".