Opinión | RETIRO LO ESCRITO

Sumar y seguir

Cada vez que tengas una brillante ocurrencia emancipadora, con meter la mano en la cuenta de resultados de Amancio Ortega basta

La candidata de Sumar a la Presidencia el Gobierno, Yolanda Díaz, interviene durante un acto público para las elecciones del 23J en el Cartuja Center City, a 9 de julio de 2023 en Sevilla, (Andalucía, España).

La candidata de Sumar a la Presidencia el Gobierno, Yolanda Díaz, interviene durante un acto público para las elecciones del 23J en el Cartuja Center City, a 9 de julio de 2023 en Sevilla, (Andalucía, España). / Rocío Ruz - Europa Press

El jueves pasado se presentó el programa electoral de Sumar y, por supuesto, es un sumar y no parar. A los 20.000 euros de herencia universal cuando cumplas los 18 –pero que no te darán hasta los 23, para comprarte el voto dos veces– se suma ahora una ayuda –igualmente universal– de 200 euros al mes "por hijo e hija" hasta que alcancen la mayoría de edad y ampliar de cuatro a seis meses los permisos por maternidad o paternidad. Todo eso y muchas cosas más se pagarían con impuestos a las grandes fortunas y a las grandes empresas, porque se puede drenar a las grandes fortunas y las grandes empresas hasta el infinito.

Cada vez que tengas una brillante ocurrencia emancipadora –que no consiste, como en los viejos tiempos, en un servicio público, sino en pasta– con meter la mano en la cuenta de resultados de Amancio Ortega basta. Toda esta bobaliconada infantil –que se presenta, por supuesto, sin ficha financiera alguna– se integra en una fantasía en la que la gente trabajará de lunes a jueves y todos estaremos en casa antes de la seis de la tarde para que pases más tiempo con tu pareja y tus hijos que con tu jefe.

No sería mala idea que alguien le comunicase a los teletubbies que han redactado el programa de Sumar que millones de personas en este país prefieren estar en el trabajo que enfrentarse a su pareja y sus hijos. Millones calculando por lo bajo. Mientras tanto, el país no ha recuperado el número de horas de trabajo previo a la pandemia, la peña sigue viviendo como un éxito existencial trabajar como piscinero o dependienta de grandes almacenes por 800 euros mensuales, la escuela pública se hunde en un fracaso cotidiano expidiendo alumnos subalfabetizados y los sistemas públicos sanitarios viven un colapso ya cronificado.

Pero la izquierda –y más aún una supuesta izquierda alternativa que no es más que una coalición electoral tan frágil como oportunista– ya no está dispuesta a enfrentarse a las complejidades y contradicciones de la realidad social y cultural y, menos aún, de practicar una mínima dosis de autocrítica. Su perpetua satisfacción consigo mismos y mismas les permite esquivar un análisis honesto sobre el impacto de esa ideología seudofeminista que han pretendido extender por todo el espacio público como buena nueva inquisitorial. Por eso inventan, en el colmo de la idiotez catecuménica, un teléfono público para machistas irredentos que se sientan tentados por la violencia.

–¿Es el teléfono para machistas miserables como yo?

–Sí, sí, diga, miserable. Le escucho.

–Es que a veces tengo ganas de pegarle una hostia a mi exmujer.

–Escucha, canalla. Vas a leerte mañana El segundo sexo de Simone de Beauvoir, me haces un resumen y te llamo el lunes.

–Para ser sincero, una hostia y un par de patadas…

–Eso es más grave todavía. Te lees entonces El género en disputa de Judith Butler y entenderás enseguida que una bazofia como tú nació para la extinción.

–Seguiré siendo un puerco, pero un puerco leído.

Polvo serás, más polvo enamorado.

Vamos a dejar aparte eso de trocear las empresas eléctricas para crear una sola compañía pública, grande y libre. Ya sé que es egoísmo corporativo, pero me fascina todavía más el compromiso adquirido por Eternamente Yolanda para poner en la calle a los periodistas que difundan informaciones falsas y manipulen al público. A los periodistas malos –que no a los malos periodistas– los señalará y condenará al fuego purificador del paro y del hambre un Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, cuyos representantes designarán los partidos políticos. En cambio, los políticos que mienten, que manipulan con progresas electorales estúpidas e impracticables y que no se ocupan de los problemas sangrantes de los ciudadanos son síntoma de una democracia salutífera que debe aprestarse a acuñar una censura rápida y expeditiva a los que pretenden tomar en serio la realidad.