Opinión | LA COLUMNA
Los Houdini de la igualdad
Somos en función del rol que ejercemos en esa institución, madre, hija o esposa
Hay pocas áreas que aparecen y desaparecen del organigrama de los gobiernos, de hecho, una vez que medio ambiente se ha vuelto una política más transversal sólo queda Igualdad como el gran truco final que ahora la ves, ahora no la ves.
O no por lo menos en el nombre, y es fácil intuir por la nomenclatura con la que suele ser sustituida que tampoco en el contenido. Familia por igualdad, que a lo mejor si es la palabra proscrita se podría incorporar mejor a la de Trabajo o asimilados. Por lo de la brecha salarial, la igualdad de oportunidades y esas cosas menores de las que nos solemos quejar las mujeres, algunas mujeres, precisemos.
Se pide, así en indefinido y especialmente cuando se está en la oposición un pacto de estado por la educación o por las pensiones que no se vea alterado por los vaivenes políticos tras las elecciones.
Sobre la igualdad entre mujeres y hombres está proscrito, se considera innecesario o lo que es peor se mercadea con el concepto e incluso se niega si las negociaciones por el poder lo exigen. Con cualquier otro derecho fundamental que tenga que ver con la libertad o los elementales principios de equidad ningún partido constitucionalista entraría a discutirlo, pero somos ciudadanas de segunda clase y se nos puede seguir matando, maltratando y el acuerdo es inviable.
Insertar las competencias de igualdad en un área destinada a la familia nos desdibuja como individuos y sólo nos reconoce como miembros de algo colectivo, justo los que tanto abominan de la colectivización del género, como la unidad familiar.
Somos en función del rol que ejercemos en esa institución, madre, hija o esposa. Elevan a lo público nuestras relaciones afectivas o nuestro ámbito privado, esto a los hombres no les ocurre. No va a haber políticas activas por el hecho de ser padre, hermano o hijo.
Se da por supuesto que el hombre es ciudadano de pleno derecho por existir, a las mujeres de esta manera se nos condiciona por nuestro encaje en la familia, porque es casi impensable la existencia de mujeres sin familia.
Bodino en el siglo XVI, primer pensador sobre el Estado consideraba que la unidad básica de la sociedad era la familia y no el ciudadano, no fue hasta un siglo después cuando el también absolutista Hobbes reconoció al individuo como elemento de agregación en la conformación estatal.
Y cada vez que cíclicamente se vuelven a incorporar las supuestas políticas de igualdad en estas nuevas concejalías o consejerías, siento cómo nos invisibilizan un poco como ciudadanas y nos quieren devolver al ámbito de lo privado por mucho que salgamos en Instagram, eso sí, enseñando ropita de niño, decoración o cocina.
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