Opinión | LA COLUMNA

El caso Mercadona

El Gobierno ignora la ocasión que le ofrecen los súper de Roig para azuzar mayores descuentos en las cadenas de alimentación

Sección de pescadería en una tienda de Mercadona.

Sección de pescadería en una tienda de Mercadona. / LEVANTE-EMV

El Gobierno lleva meses pidiendo a las grandes cadenas de distribución de alimentos que ajusten sus márgenes y que bajen los precios de una cesta básica de alimentos para ayudar a las familias a capear la pérdida de poder adquisitivo que les supone el encarecimiento de unos alimentos que, en media, ya son el 16,5% más caros que hace un año y el 24% más que hace dos (llueve sobre mojado).

Poco a poco, las grandes cadenas de alimentación van entrando en ello. Ya sea por pura estrategia comercial (para atraer más clientes); ya sea porque se atisba un abaratamiento de los coste de producción, o bien por simple reputación, lo cierto es que se van sumando nuevas iniciativas de descuentos, sin que el Gobierno ni siquiera levante una ceja en señal de cierto reconocimiento.

La última marca en sumarse ha sido la propia Mercadona, la primera cadena de supermercados de España, propiedad de un Juan Roig que hace sólo unas semanas decía que había tenido que subir los precios "una burrada". Ahora anuncia una rebaja de precios de 500 productos hasta final de año, en "adelanto" de una previsible reducción de sus costes. Son rebajas de cinco, diez ó 20 céntimos por producto que, en términos porcentuales, pueden significar descuentos entre el 3% o el 8% en lácteos, aceites, alimentos frescos o productos de limpieza.

Resulta llamativo que el Gobierno, que tanto pide a los supermercados que ajusten sus márgenes, renuncie a utilizar el caso Mercadona para azuzar la competencia en el sector

La cadena de Roig estima su impacto en 200 millones. Para una empresa que obtiene un beneficio anual de 718 millones, no es una cantidad menor. Puede que sea puro marketing, pero también es algo de lo que se pueden beneficiar los consumidores, siempre y cuando no se apliquen subidas improcedentes por otro lado. Y lo más importante es el efecto arrastre que la cadena líder de supermercados puede provocar en la competencia.

Resulta llamativo que el Gobierno, que tanto pide a los supermercados que ajusten sus márgenes, renuncie a utilizar el caso Mercadona para azuzar la competencia en el sector. La vicepresidenta Yolanda Díaz sigue pidiendo "que las grandes distribuidores den un paso adelante y empiecen a bajar precios" ignorando la oportunidad que le ha puesto delante el propio Roig para agitar su bandera.