Opinión | EL OBSERVATORIO

Extremismos y polarización, un reto global

Es necesario conformar un antivirus unitario frente al mayor de los males al que nos enfrentamos, un mal que pretende jaquear el funcionamiento de nuestra democracia y bienestar

Manifestantes invaden sede del poder y la Presidencia de la República en Brasil.

Manifestantes invaden sede del poder y la Presidencia de la República en Brasil. / EFE/ Andre Borges

Acababa el año analizando desde este mismo espacio la dificultad de un tiempo complejo e impredecible que requiere de altura de miras, solidez democrática y unidad política. Un tiempo difícil de predecir, pero con algunas tendencias profundamente preocupantes a las que poner toda la atención. Entre ellas, el deterioro en la confianza de las instituciones, la cada vez más clara polarización y proliferación de extremismos y populismos. En aquellos días, todavía no habíamos vuelto a vivir el asalto a una sede de soberanía popular, esta vez en Brasil, por parte de los seguidores más extremistas de Bolsonaro, pero ya permanecíamos en alerta ante la posible deriva de una estrategia practicada antes en Estados Unidos para deslegitimar el resultado electoral y poner en cuestión la democracia.

El filántropo Bill Gates, uno de esos "líderes globales" informados, preocupados y ocupados en construir un mundo más justo poniendo el foco especialmente en la brecha entre los países de mayor y menor renta y quien alertó de las altas posibilidades de vivir una pandemia como la vivida, afirmaba hace algunos días que la polarización política que vive actualmente Estados Unidos y el mundo es un asunto que lo mantiene "preocupado", y alertaba de las trágicas consecuencias que esto podía ocasionar: "En mi vida, el único otro periodo que se sintió tan turbulento fue la década de 1960", añadía. Al mismo tiempo, y en el mismo ángulo de preocupación, Gates apuntaba hacia la necesidad urgente de asumir el reto de la neutralidad de carbono, de enorme complejidad, y de garantizar los recursos y las reformas necesarias para prepararnos mejor ante futuras crisis, utilizando los beneficios de la tecnología y la inteligencia artificial.

Con Gates coinciden todos y cada uno de los think tanks relevantes en ese sentido. Crece exponencialmente la preocupación y alerta sobre las consecuencias devastadoras a las que esta deriva nos puede llevar. Lo cierto es que la polarización llevada al extremo ha vuelto a copar los titulares del recién estrenado año evocando a lo acontecido justo dos años antes cuando el mundo entero amanecía atónito ante el asalto al Capitolio de Estados Unidos a manos de partidarios ultras de Donald Trump. Ambos asaltos tienen grandes similitudes y también diferencias, pero lo que es sabido es que los dos expresidentes populistas compartieron una estrecha alianza política con algunos partidarios en común, ambos dirigentes han sacudido a sus seguidores desde el principio, sembrando un clima de fraude electoral y alentando la agitación social contra los electos y ambos forman parte del movimiento internacional populista de Steve Bannon, asesor de Trump, que pretende extender esta estrategia a nivel global. 

Afortunadamente, ambas democracias con todas sus diferencias han sabido responder contundentemente y el Estado de derecho ha sabido encauzar de forma rápida la salida democrática a la crisis, poniendo a los responsables frente a la justicia y no dejando margen a la impunidad. El reto ahora es mantener la estabilidad, intentar coser las brechas abiertas y poder poner los cimientos necesarios para construir unos cortafuegos que impidan que este tipo de prácticas se extiendan a otras latitudes, pues estamos ante un nuevo fantasma global.

Los extremismos, fundamentalmente de ultraderecha, la polarización cada vez mayor y la desinformación propagada a sus anchas en las redes sociales en todas partes, también en nuestro país, son el mejor caldo de cultivo para este tipo de actuaciones, máxime en tiempos de crisis y de deterioro de la credibilidad de las instituciones, y deben cortarse de raíz rechazando de plano y unánimemente cualquier intento de apoyo o justificación de este tipo de prácticas y aislando democráticamente a quienes las apoyan.

Según todos los analistas, las luces de alarma se han encendido y expandido en diferentes regiones; en Latinoamérica, por ejemplo, la polarización ha subido un 39% desde 2017 hasta hoy y algo similar, aunque todavía no estemos ahí, podemos llegar a verlo en Europa. Como recordaba Bill Gates, durante el 2023 el extremismo y la fuerte polarización serán el mayor de los males al que nos enfrentemos, un mal que pretende jaquear el software necesario para el funcionamiento de nuestra democracia y nuestro bienestar, ante el que es urgente y necesario un antivirus unitario y global.