Opinión | MUERE GODARD

Hoy es un día para recordar a Anna Karina

Karina fue el icono clave de la nouvelle vague y pareja del cineasta  Jean-Luc Godard  durante lo que ella calificó como terribles años

Anna Karina.

Anna Karina. / EXIT PELICULA VIVRE SA VIE

Ha muerto Jean-Luc Godard y se me ocurre que es un día para recordar a Anna Karina: icono clave de la nouvelle vague y la que fue pareja del cineasta durante lo que ella calificó como terribles años. Podría estar fuera de lugar, pero me vienen a la mente las decenas de publicaciones que, cuando falleció Anna (en 2019) se hicieron sobre el idílico romance de la pareja; tópicos sobre el artista-creador y la musa a montón, por supuesto. Esto pasó en pleno siglo XXI, aunque comprendemos que lo que Anna contó que vivió con Godard pasó antes, durante una etapa que, además, empezaba a “destapar” a las mujeres en la gran pantalla bajo el pretexto de liberación que no era más que venderlas de otra forma (Le Mépris, es un precioso relato casi involuntario de toda esta dinámica y os recomiendo que la vean con o sin gafas moradas). 

La propia Anna Karina contó a The Guardian pocos años antes de su muerte que “aquel era un momento complicado para las mujeres. No podíamos tener nuestros propios cheques. No tenías derecho a nada, solo a callarte”. 

Un matrimonio que empezó en 1961, tras quedarse ella embarazada con 18 años. Fue después de perder al bebé cuando Godard decidió ingresarla en un psiquiátrico alegando que "estaba loca" y allí permaneció hasta que un psicoanalista la ayudó a salir. Ella misma contó que "podría haberse quedado allí para siempre". El comportamiento del cineasta, visto desde nuestra perspectiva supuestamente más concienciada con estas cosas, fue bastante despreciable, de maltrato y violencia emocional. Desaparición y abandono en las que se iba a ver a Faulkner a Estados Unidos, a RoselliniBergman o a tantos amigos como tenía dejándola encerrada en casa sin saber cuándo podría salir. Además de la “pequeña” anécdota del internamiento involuntario de su mujer en un sanatorio tras el terrible trauma de perder a un bebé, estas son "solo anécdotas", para algunos. Sin embargo, está bien recordar las historias sin épica y desde lo humano para construir biografías que puedan calificarse como tales. Información que, además, nos da muchas claves para entender los personajes en su obra individualmente y de manera conjunta.

El matrimonio duró hasta el 67, cuando las mujeres pudieron disponer económicamente de su propio dinero y Anna Karina conoció la ansiada independencia económica. Eso fue después de la mítica Bande à part, pero también después de los hechos relatados por la actriz que hoy nos horrorizan. Al fin y al cabo, forman también una parte veraz del relato y la vida del llamado genio y, afortunadamente, historiadores de cine, literatura y arte ya tienen en cuenta cada detalle contextual para evitar hagiografías.  

Dejemos pues, de hablar de genios y musas como si saliéramos de siglos atrás, escuchemos también el relato de ellas (muchas veces ideólogas y creadoras, pero raramente independientes económicamente para llevar nada a cabo) y construyamos los perfiles asumiendo también que un Godard, un Picasso o un Neruda, podían ser, como mínimo, personas insufribles. Y no se nos cae nada.

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