EN MADRID | RINCONEANDO

Casa Museo Lope de Vega: un billete al Siglo de Oro

En pleno Barrio de las Letras, la que fue última morada del autor de 'Fuenteovejuna' permite adentrarse en su vida y en la del Madrid del siglo XVII

Recreación del estudio de Lope de Vega en su casa museo.

Recreación del estudio de Lope de Vega en su casa museo. / COMUNIDAD DE MADRID

Víctor Rodríguez

Víctor Rodríguez

"Un soneto me manda hacer Andrés / para la sección de Rinconeando, / y en tal apuro de labores ando / que a ver qué escribo sin ser del revés. / Subiendo la calle Cervantes ves / la casa de un hombre, en letras, de mando: / Lope de Vega, que acabó firmando / más libros de los que en cien años lees. / Por alcobas paso sin amargura, / y parece que entré con pie derecho, / pues vistas las plumas de su escritura, / del Fénix me asomo a oratorio y lecho. / 'Al Siglo de Oro viajé, por ventura', / me recreo en el jardín, satisfecho".

No deja de ser irónico que la morada donde pasó los últimos 25 años de su vida Lope de Vega se encuentre en lo que hoy se conoce como calle Cervantes, quien fuera su mayor enemigo literario. Unos metros más arriba en la misma calle una inscripción en mármol recuerda que allí se alzaba también la vivienda en que murió el autor del Quijote. Esta última se derribó en el siglo XIX, pero la del Fénix de los Ingenios permanece en pie (profundamente restaurada) y alberga su casa museo, una privilegiada entrada no solo a la biografía del poeta y dramaturgo sino a la vida cotidiana en el Siglo de Oro.

Lope Félix de Vega Carpio compró la casa por 9.000 reales de la época en 1610, cuando estaba por cumplir 48 años. Allí vivió las muertes de su segunda mujer, Juana de Guardo, su hijo Carlos Félix, a los siete años de edad, y su último amor, Marta de Nevares, que había perdido la vista y el sentido. Allí escribió, además, buena parte de las más de 1.500 obras que se jactaba de haber firmado, de las que "más de ciento en horas veinticuatro pasaron de las Musas al teatro". Y allí, en la que describió como "mi casilla, mi quietud, mi huertecillo y estudio", murió en 1635 después de una vida agitada y de gloria literaria que le sobrevivió.

Su recuperación fue un proceso tan largo como la vida del escritor: comenzó en 1862, con la celebración del tercer centenario de su nacimiento cuando la Real Academia Española decidió conmemorarlo allí con el permiso de sus entonces dueños, y concluyó en 1935, con la inauguración del museo coincidiendo con el tercer centenario de su muerte. Instituciones como el Museo del Prado, el Arqueológico Nacional o la Biblioteca Nacional cedieron peizas en depósito y el edificio se sometió, entonces y con posterioridad, a sucesivas reformas. Desde diciembre de 2017 lo gestiona la Comunidad de Madrid.

Ningún manuscrito "por el momento"

En la actualidad, en la casa se pueden contemplar numerosos objetos de la época. Buena parte proceden, de hecho, de las Madres Trinitarias, orden con la que el autor de Fuenteovejuna mantuvo estrecho vínculo. Su hija Marcela profesó como monja de esta congregración, que guardó durante mucho tiempo enseres que fueron de Lope. Hay, además, una colección de libros del siglo XVII propiedad de la Biblioteca Nacional. No se conserva en la casa museo, "por el momento" según se lee en su web, ningún manuscrito suyo.

Distribuida en planta baja y primera y un piso abuhardillado, es en la primera donde se encuentran las estancias principales. Así, el estudio donde el autor escribía prolíficamente y al que gustaba referirse como "el aposentillo", pese a ser la habitación más grande y de las más luminosas de la casa. Bajo un retrato suyo se recrea su mesa de trabajo con plumas y tintero, varios libros y el asiento repujado en cuero en el que por los años en que vivió allí y las fechas de publicación de sus obras cabe imaginar que escribió El perro del hortelano, La dama boba o El caballero de Olmedo.

Recreación de la austera alcoba de Lope de Vega en su casa museo.

Recreación de la austera alcoba de Lope de Vega en su casa museo. / COMUNIDAD DE MADRID

También en esa primera planta están su alcoba, recreada con espartana austeridad, siguiendo el mandato que en un verso dejó escrito: "El gusto no se encierra en las bordadas camas", y el estrado, una especie de cuarto de estar en el que se pueden ver un brasero, un espejo y muebles de la época. No consta que Lope fuera especialmente dado a los placeres de la mesa. Su ajetreada vida sentimental sugiere que le tentaban más otros apetitos. Aun así, el comedor es otra de las dependencias reproducidas con mimo, incluidos dos candiles tradicionales. De las paredes cuelgan algunos bodegones cedidos por el Museo del Prado.

La alcoba de las hijas se ha escenificado con alguna licencia más. Incluye dos camas que habrían de ser las de Feliciana, su heredera universal, y Antonia Clara, las dos que más tiempo pasaron con él. La primera había nacido de Juana de Guardó, que murió en el parto; la segunda, de Marta de Nevares. En esta primera planta se ha ubicado igualmente el oratorio con un pequeño altar en el que Lope de Vega daba misa diaria, pues se ordenó sacerdote en 1614. Un ventanuco comunicaba el dormitorio del poeta con esta estancia, pues cuando estaba convaleciente seguía desde su lecho el oficio conducido por algún sacerdote amigo.

En el piso abuhardillado se encuentran la llamada habitación del capitán Contreras, algo así como un cuarto de invitados; la estancia de las criadas, y la alcoba de los hijos. En la casa se ha recreado, igualmente, una cocina de la época del Siglo de Oro, que se ha llevado a la primera planta frente a la ubicación original más probable en la planta baja.

Concierto en el jardín de la Casa Museo Lope de Vega.

Concierto en el jardín de la Casa Museo Lope de Vega. / COMUNIDAD DE MADRID

Pero el recorrido no estaría completo sin pasar por el jardín, un delicioso remanso en el Barrio de las Letras que todavía no es el secreto peor guardado de Madrid. Para Lope de Vega era uno de los rincones preferidos de la casa, como dejan trasver unos versos del poema que escribió a la muerte de su hijo Carlos Félix: "Yo para vos los pajarillos nuevos, / diversos en el canto y las colores, / encerraba, gozoso de alegraros; / yo plantaba los fértiles renuevos / de los árboles verdes, yo las flores / en quien mejor pudiera contemplaros". Hoy como entonces hay allí entre otros árboles y especies de plantas y flores, un naranjo y un laurel, donado en su día por los hermanos Álvarez Quintero.

A menudo es escenario de representaciones teatrales, conciertos y talleres. La propia casa museo acoge exposiciones temporales. Ahora mismo, y hasta el 30 de junio se puede ver Mutaciones en las que piezas de artistas comtemporáneos españoles y portugueses dialogan con la artesanía de las estancias históricas. El acceso al jardín es libre. A la casa museo es gratuito, pero solo en visitas guiadas de unos 35 o 40 minutos y con un aforo máximo de 15 personas por visita, por lo que se recomienda hacerla con reserva previa. Abre de martes a domingo entre las 10.00h y las 18.00h.