TRANSPORTE

Museo de la EMT: una memoria sentimental de Madrid desde el autobús

Mañana reabre el museo de la Empresa Municipal de Transportes, que, con 40 vehículos, recorre 77 años de historia del transporte público en superficie de la capital. De aforo limitado, ya están vendidas todas las entradas hasta mayo

Dos atobuses Guy Arab, de 1947, en el museo de la EMT, en las cocheras de Fuencarral.

Dos atobuses Guy Arab, de 1947, en el museo de la EMT, en las cocheras de Fuencarral. / Alba Vigaray

Hoy es 1,50 euros, pero hubo un tiempo, allá por 1955, en que viajar en autobús en Madrid costaba una peseta. Cuando inició su andadura la Empresa Municipal de Transportes (EMT), en 1947, lo hizo con 51 líneas de tranvía y autobús y 351 vehículos que aquel año recorrieron poco más de 14 millones de kilómetros. En 2023 los 2.102 autobuses de la compañía hicieron entre idas y venidas por sus 223 itinerarios casi 98 millones de kilómetros, siete veces más.

Y con no pocas historias entre medias. En la empresa tienen constancia de bastantes matrimonios entre conductores y viajeras (no tanto a la inversa, la primera conductora, Nieves Cuadrado, se incorporó a la plantilla en 1976 y aún hoy son franca minoría) que se enamoraron a base de coincidir a diario en la misma ruta a la misma hora. Y está el caso de Francisca Baragoitia, que el 9 de octubre de 1963 nacía literalmente a bordo de un autobús de la línea 37. «Yo siempre digo que el autobús forma parte indisoluble de la ciudad. Lo estás viendo todo el rato, es muy difícil imaginar Madrid sin autobuses, están en el imaginario y el ideario de la ciudad», afirma Diego García Crego, jefe del Servicio de Patrimonio Histórico de la EMT y director de su museo.

Ubicado en las cocheras de Fuencarral, en una de las naves que hasta 2003 albergó el taller general de la empresa, el museo de la EMT reabre mañana sus puertas tras el habitual parón invernal de su actividad. «No dejamos de estar en un edificio de 1959 concebido para otros fines, que no está climatizado y que tiene un poco de nevera en invierno y horno en verano, por lo que cerramos en los meses de más frío, de diciembre a febrero, y de más calor, en agosto. Tampoco es fácil encontrar un sitio donde poder meter 40 autobuses», explica García Crego.

Porque, entre uniformes históricos, fotografías de época, postes y placas de paradas de autobús históricas o muestras de viejos billetes, la cuarentena de vehículos que se guardan constituyen el principal atractivo del museo. Un viaje en el tiempo desde los Guy Arab o Leyland Titan de dos pisos que recorrieron las calles en los años 50 y 60 hasta los últimos modelos diésel en operar en la capital, en diciembre de 2022, o el primero íntegramente eléctrico.

Panorámica del museo con un Pegaso 6050, uno de los primeros autobuses rojos, en primer término

Panorámica del museo con un Pegaso 6050, uno de los primeros autobuses rojos, en primer término / Alba Vigaray

Entre medias, vehículos instantáneamente reconocibles para cualquier madrileño de cierta edad como los Pegaso 6035-A, 6050 o 6038 en los que además de la evolución tecnológica se aprecian nuevas sensibilidades o el cambio de color identificativo. En origen los autobuses municipales madrileños eran azules, pero en 1973, para empezar a distinguir a los que dejaban de tener cobrador porque el propio conductor asumía la función, se empieza a introducir el color rojo. A la altura de 1986 ya eran todos rojos hasta que en 2008 se toma la decisión de recuperar el azul que actualmente muestra la flota.

Compras y trueques

Recuperar algunos de esos modelos no ha sido fácil. «En general, en España, y la EMT hasta recientemente no ha sido una excepción, se ha tenido poco cariño por el patrimonio industrial», relata el director del museo. «Hace unos 15 o 20 años se dio la instrucción de conservar una unidad de cada modelo representativo que se retirara de circulación, pero hasta entonces lo habitual era que se achatarraran, se vendieran o se destinaran a otros países en el marco de la ayuda a la cooperación. En lugares como Marruecos, Cuba o ahora Ucrania hay no pocos autobuses españoles».

Se conservaban, por ejemplo, dos autobuses de dos pisos a menudo reclamados para anuncios y rodajes, pero muy poquito más. Los responsables del museo, cuya idea se empezó a gestar en torno a 2007 o 2008 pero que no se inauguró hasta junio de 2016, se pusieron entonces a buscar posibles coches que hubieran pertenecido a la EMT, oV1c en su defecto modelos idénticos, por toda España. En ocasiones los recompraron. En otras, los intercambiaron por autobuses de los que se iba desprendiendo la compañía. Una empresa de transportes de Cullera (Valencia), por ejemplo, cedió gustosa un Pegaso 6050, que dejó de fabricarse en 1980, a cambio de un vehículo más moderno, igual que una autoescuela de Orense aceptó el trueque de un microbús de los años 70 por un autobús más adecuado para actividades formativas en el siglo XXI.

Puesto de conducción de un Pegaso 6038.

Puesto de conducción de un Pegaso 6038. / Alba Vigaray

A partir de ahí, «con ayuda extraordinaria de todo el servicio de talleres», subraya García Crego, se fue reparando, restaurando y restituyendo a su estado original todo lo que iban trayendo. Con la excepción de dos o tres vehículos, toda la colección, incluidos los modelos más antiguos, están plenamente operativos. Una vez al año, de hecho, algunos salen en un rally por Madrid o se exponen fuera del museo en lugares como el Paseo del Prado. Es una de las razones por las que, durante la visita, se puede acceder al interior de varios de los modelos pero no sentarse en el puesto de conducción.

Ni tranvía, ni trolebús ni el más numeroso

En sus batidas, sin embargo, el equipo del museo no ha podido incorporar –todavía, pero sus responsables ya lo ven muy complicado– ningún tranvía –en funcionamiento hasta el 1 de junio de 1972–, ningún trolebús –especie de híbrido entre tranvía y autobús, con ruedas como el segundo pero movido por electricidad con una catenaria como el primero, que circuló por la capital de 1949 a 1966– y ninguna unidad del Pegaso 5022, el modelo del que más vehículos ha tenido la EMT en su historia: hasta 1.125 entre 1961 y 1977. Del tranvía hay una reproducción a tamaño real en madera, y del trolebús y el 5022, sendas maquetas.

Tales ausencias no parecen importar demasiado a los visitantes, 7.000 en 2023. Pueden parecer pocos, pero no lo son tanto si se tiene en cuenta las condiciones:aparte de estar cerrado durante cuatro meses al año, cuando está abierto el museo solo recibe usuarios los sábados, los domingos y los festivos por la mañana, en tres sesiones de hora y media con un máximo de 40 plazas en cada una. Es decir, un máximo de 120 visitantes al día. Los martes, además, se organizan visitas para grupos especiales: colegios, institutos, asociaciones, tercera edad... «Estamos en un nivel de ocupación del 96%, que es una cifra muy alta», se ufana el director. «Para marzo y abril ya no quedan entradas, en mayo hay hueco algún día suelto y para junio ya hay también sesiones completas».

Placa de una parada de la línea 27 en 1982, año de la celebración del Mundial de Fútbol en España

Placa de la parada de la línea 27 en 1982, año de la celebración del Mundial de Fútbol en España / Alba Vigaray

Sin el 'glamour' que pueden tener el tren o los aviones, el museo acaba jugando, en cambio, la baza sentimental. «Es un museo muy melancólico, sí», defiende García Crego. «La mayoría somos usuarios del autobús o lo hemos cogido alguna vez y aquí lo ves, todo el mundo, no solo los más mayores, dicen. “Ah, este era mi autobús, el que me llevaba a la universidad”, o “es en el que iba a trabajar...”. Apela mucho a la vivencia de la ciudad y al sentimiento del visitante».

No es para menos. El año pasado la EMT registró más de 454 millones de viajes. Ya en 1955 se superó el millón de usuarios diarios. Lo recogía Mingote en una viñeta de la época. En un vehículo abarrotado de gente, un hombre protesta: «Ha dicho el alcalde que diariamente viajamos por Madrid un millón de personas. Los demás tranvías deben de ir vacíos...».

Cinco modelos icónicos

Guy Arab. De dos pisos y con capacidad para 58 pasajeros sentados, fue el primer autobús adquirido por la EMT tras constituirse como tal, en 1947. Se compraron 30 unidades, en circulación entre 1948 y 1963. En el museo se puede ver también el Leyland Titan, de doble altura igualmente y retirado en 1968.

Pegaso 6035-A. Los autobuses de dos pisos fueron sustituidos a partir de 1963 en líneas de alta ocupación por los articulados, también dobles pero en una sola altura. El 6035-A, rebautizado por los madrileños como «oruga» o «salchicha», operó entre 1966 y 1983.

Pegaso 6038. «El petrolero», lo llamaban los conductores por su dureza. Con más de 19 años en servicio (1980-1999) fue uno de los que más tiempo han circulado y de los más numerosos: 884 unidades.

Man NL202. Su aspecto no tiene el encanto ‘retro’ de otros, pero es de los más importantes: el primer autobús de piso bajo (sin escalones para acceder a él) que circuló por Madrid, lo que permitió a muchas personas con movilidad reducida empezar a usar el transporte público. Debutó en 1994. La accesibilidad plena llegó al 100% del parque 14 años después, en 2008.

Gulliver. De pequeñas dimensiones (cinco metros de longitud y capacidad para 25 viajeros), fue el primer vehículo 100% eléctrico de la EMT. Circuló por las estrechas calles de Lavapiés o Malasaña entre 2008 y 2021. La empresa aspira a que en 2033 toda su flota sea eléctrica. Hoy, el 87% de los autobuses funcionan con gas natural y el 13% con electricidad.