LA VIDA CONTIGO

Qué fue de… Domingo Terroba, el escritor con el que Karina organizó un montaje disfrazado de romance

En su momento, Terroba apareció en revistas y recorrió platós para ganar dinero con su historia. Hoy día, reside en Edimburgo y escribe novelas de misterio

Domingo Terroba es escritor.

Domingo Terroba es escritor.

Decía Karina en una de sus canciones que "buscando en el baúl de los recuerdos, cualquier tiempo pasado nos parece mejor". Pero puede que su optimismo se pasase de frenada, porque en su arca, además de mucha fama y un puñado de éxitos musicales, se cuentan varios desengaños amorosos y alguna que otra relación con tufo de montaje. Su primer novio conocido fue Tony Luz, que ejerció de guitarrista del grupo Los Pekenikes y compuso algunos de sus temas más recordados. Se casaron en 1973, pero la relación se fue a pique al cabo de unos meses, según la versión de la cantante, porque ambos se dieron cuenta de que habían confundido la amistad con amor. 

Su segundo marido fue el actor Carlos Manuel Díaz, al que conoció en 1981, cuando ambos protagonizaron la comedia musical Locos por la democracia. Con el granadino tuvo la artista a su primera hija, Azahara, y siguió manteniendo una buena relación después de su separación, que se produjo en 1987. Tanto que ambos están ahora trabajando juntos en una obra de teatro que recorrerá las luces y sombras de la jienense, y él fue el elegido para defender a la cantante en el reality GH VIP 8.

Mucho menos buen rollo ha habido con su tercer marido, Juan Miguel Martínez. Karina cobró un dinero por venderle a una revista la exclusiva de su exótica boda, celebrada en Tahití en 1988, y el peluquero es el padre de su hija Rocío. Pero el amor se les rompió (y no precisamente de tanto usarlo) dos años después del colorido bodorrio, y a su divorcio le siguieron un cruce de reproches públicos y una agria disputa por la custodia de su pequeña.

Muchas exclusivas

A principios de la década de los noventa, la artista pasaba una mala racha económica que la empujó a convertirse en habitual de las revistas y los platós de televisión. En ese contexto apareció en su vida Domingo Terroba, un joven malagueño de 32 años que decía haber estudiado artes escénicas, teatro y música, y acababa de coescribir su primera novela, Tardes con Lázaro, donde ofrecía una versión poco ortodoxa de los Evangelios. "Domingo es una persona con una madurez superior a su edad física", decía entonces Karina. "En él he encontrado la serenidad y la templanza que nunca he tenido en mis anteriores relaciones. La diferencia de edad nunca ha sido un obstáculo entre nosotros porque psicológicamente no me correspondo con mi edad fisiológica".

Parece ser que los tortolitos se conocieron en verano de 1995, en una actuación que Karina hacía en Benalmádena. Desde ese momento no dejaron de gritar su amor a los cuatro vientos. Y de vender exclusivas, claro. Hasta anunciaron su boda, con petición de mano incluida y el cantante Jaime Morey como testigo, y en un viaje a Estocolmo se habló de una ceremonia vikinga. Nunca quedó claro si la boda existió realmente o no, pero algunos periodistas cuentan que la cantante no llegó a celebrarla porque no fue capaz de llegar a un acuerdo con ninguna revista.

El publicitado romance terminó, como el rosario de la aurora, a finales de 1996. Fue entonces cuando se contó que ni siquiera había habido relaciones íntimas entre ellos. Buscando rentabilizar la historia, Terroba recorrió platós de televisión. En el programa Abierto al anochecer comentó que en realidad era homosexual, y en Tómbola explicó que su relación con Karina obedecía a un montaje periodístico. Lógicamente, todas esas intervenciones le granjearon una lluvia de críticas a la popular artista, que hasta entonces tenía fama de mujer dulce e inocente

"Karina se ha lucrado durante años realizando montajes", escribió la periodista Lydia Lozano. "Llegó incluso a decir en directo en un programa de televisión que estaba embarazada, enterneciéndonos tanto a los periodistas presentes que le regalamos un peluche enorme. Qué decepción cuando semanas más tarde declaraba, previo pago de su importe, que no era cierto [...] ¿Por qué no ha contestado a todas las cosas que dijo en contra de ella Terroba? Porque su silencio tiene un precio [...]. Según Domingo, a los pocos días de conocerte se declaró homosexual y tú seguiste engañando a tu público. Habla ahora o calla para siempre".

El negocio de los montajes

El asunto menoscabó la credibilidad de una Karina que, con el tiempo, sí reconoció que se había llegado a dejar seducir por el negocio de los montajes: "Sí, a lo mejor hubo en su momento alguna historia, precisamente por tentación más que por necesidad. Te lo pintan tan bonito… Pero muchas veces hace falta decir no. Sinceramente me arrepiento de los montajes, porque no llevan a ningún sitio. Es pan para hoy y hambre para mañana".

En otras entrevistas, la intérprete de Las flechas del amor habló de su deseo de reverdecer viejos laureles y de lo doloroso que era para ella que la industria hubiera perdido el interés por su música. "Ya sé que no soy aquella que llenaba auditorios, pero también veo lo mucho que me quiere la gente cuando voy por la calle", dijo en 2019. "Ya estoy jubilada, sí, y después de toda una vida trabajando, casi desde que era una niña, mi pensión no llega a los mil euros [...] Vivo modestamente dentro de mis posibilidades. No soy mujer de grandes lujos y me he adaptado a mi situación actual. Mis grandes amores son mis hijas y mis nietos, ellos son los que me llenan de felicidad".

Es un misterio quién colma de felicidad hoy a Terroba, que pasó algunos años viviendo en Canadá, donde se decía que llegó a grabar un disco en inglés apadrinado por el arreglista de Céline Dion. En 2005, alejado ya totalmente del mundo del colorín, publicó otro libro, Recuerdos de otra vida, protagonizado por un joven atormentado por los desmanes de su pasado. "La escribí en una etapa muy complicada de mi vida", ha contado al respecto. "Andaba de un país a otro, con una maleta en la mano, sin rumbo ni metas. Por entonces, ya estaba anímicamente mal, pero no me daba cuenta. Mezclé elementos como el pensamiento oriental con las creencias occidentales y quise, al tiempo, lanzar un grito sobre el acoso mediático al que había estado sometido en España por el tema de la homosexualidad siendo un personaje público".

Tras su periplo en tierras americanas, el malagueño se instaló en Edimburgo. Allí ha seguido rindiendo culto a la escritura, algo que, en sus propias palabras, le ayuda a la hora de lidiar con los problemas de salud mental que llevan ya años condicionando su vida. "Me gusta el orden, pero me organizo mal", dijo en una de sus últimas entrevistas. “Intento ser honesto conmigo y dedico bastante tiempo a analizar mis pensamientos. La higiene mental es muy importante para mí, ya que somos dependientes de las emociones. En lo personal, no me gustan las fiestas, ni los eventos multitudinarios, ni la exposición pública. Vigilo mucho mi privacidad".