Conflicto en Oriente Próximo

Los muertos olvidados de Gaza: 8.000 cuerpos en descomposición sepultados bajo las ruinas

En sus recuentos de víctimas actualizados a diario, los investigadores del Monitor elevan la cifra total de fallecidos a 41.496 muertos

Varios hombres en Jan Yunis (Gaza) junto a las ruinas de un edificio destruido en un bombardeo de Israel.

Varios hombres en Jan Yunis (Gaza) junto a las ruinas de un edificio destruido en un bombardeo de Israel. / EP

En medio del caos de la guerra, siempre hay alguna persona alguien que se encarga de recordar. En la Franja de Gaza, son los familiares o los vecinos que, con tinta roja, escriben sobre las ruinas los nombres de aquellos sepultados debajo. “Esta casa aún conserva los restos de los niños Abdalá y Masa”, se lee entre los escombros del enésimo rincón destrozado en el enclave palestino. Son miles de víctimas que no entran en el recuento final de muertos, en esas 34.012 personas que oficialmente no están, según los datos del ministerio de Sanidad de Gaza, solo basados en los registros de los hospitales. Quienes les conocían escriben sus nombres para que tal vez, algún día, en un mañana sin bombas, alguien venga a recuperar lo que queda de ellos y sean despedidos en dignidad. Por ahora, sólo estas palabras escritas en las ruinas y el olor de sus cuerpos descomponiéndose dan prueba de su presencia. Pero su recuerdo jamás se olvidará.

A veces, cuando la preciada calma lo permite, los familiares que aún quedan con vida, y que no han sido desplazados en estos seis meses de guerra feroz, vuelven a buscarles. Excavan con sus manos, con palas o barras de hierro. Les buscan con aquello que encuentran a su alrededor y sirva para encontrarse con su gente. Combaten el repugnante olor para lograr ese entierro digno. “El sistema de defensa civil es incapaz de sacar estos cuerpos de debajo de los escombros porque no tienen medios”, explica Ramy Abdu, presidente del Monitor Euromediterráneo de Derechos Humanos. “Si tienen algún equipo es atacado y no cuentan con combustible para hacer funcionar los vehículos existentes; además, las autoridades de Israel no les están permitiendo moverse en la zona, no hay coordinación”, denuncia a este diario. 

Cifra mucho mayor

Las dificultades para saber el número total de personas muertas bajo los escombros son cada vez más evidentes. Es como si no sirviera de nada conocer la verdad sobre cuántos ya no están. El Monitor estima que rondan los 7.500 u 8.000. “El 70 o, incluso, el 80% fueron asesinadas durante los dos o tres primeros meses de guerra”, recuerda el también profesor de Derecho y Finanzas. Desde el inicio de la ofensiva israelí, hay más de 13.000 palestinos desaparecidos, ya sea aquellos sepultados bajo las ruinas, enterrados en fosas comunes indiscriminadas o desaparecidos por la fuerza en prisiones y centros de detención israelíes, donde algunos incluso han muerto. En sus recuentos de víctimas actualizados a diario, los investigadores del Monitor, con presencia sobre el terreno y una docena de años de experiencia en Gaza, incluyen estas dos primeras categorías, elevando la cifra a 41.496 muertos.

Todos –organizaciones locales e internacionales, funcionarios estadounidenses, Naciones Unidas– constatan que la cifra de muertos del ministerio de Sanidad de Gaza es inferior a la real. Es imposible que sea la definitiva. ¿Algún día se sabrá toda la verdad? “La naturaleza de las bombas utilizadas es muy dura y destructiva, [los israelíes] lo han convertido todo en arena”, afirma Abdu. Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, denunció que la destrucción en Gaza es más “catastrófica y apocalíptica” que la experimentada por las ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Alrededor del 60% de los edificios en Gaza han resultado dañados y el 45% de ellos destruidos, de acuerdo a una investigación del Banco Mundial. Esto incluye escuelas, hospitales, panaderías, mezquitas y miles de viviendas. O sea, han destruido la vida.

Fosas comunes

Bajo todas esas ruinas, quedan los cuerpos de sus habitantes. Ellos ya no pueden hablar, pero tampoco lo pueden hacer sus familias. Cualquier comunicación con la Franja de Gaza se ve interrumpida por los constantes bombardeos y los apagones de comunicaciones. Ante la prohibición de entrada de la prensa internacional al enclave palestino, aquellos aún con vida y con energía para contarlo son silenciados de nuevo cuando sus mensajes con sus historias no logran abandonar la bandeja de salida. Algunos han podido recuperar los cuerpos que no habían sido sepultados por el peso de su propia casa, pero eso no les ha garantizado un entierro digno. Muchas familias han optado por enterrar a sus seres queridos en las calles, escuelas, hospitales o, incluso, en los restos de sus propias casas.

“Hay 132 fosas comunes repartidas por toda Gaza, donde muchas familias enterraron a sus seres queridos sin enviarlos al hospital por las dificultades de llegar a ellos debido a la situación en el terreno”, constata Abdu. Tras la retirada de las tropas israelíes del hospital al Shifa, el que era el mayor centro hospitalario de la Franja, el pasado 1 de abril después de dos semanas de asedio, los equipos de búsqueda han descubierto centenares de cuerpos en sus inmediaciones. Los familiares han podido identificar a algunos de sus seres queridos que estaban siendo atendidos en el hospital o buscaron refugio allí. “Quiero saber dónde está mi marido”, que trabajaba como paramédico en al Shifa, exigía una enfermera frente a las cámaras de NBC News. “¿Cuál ha sido su crimen? ¿Ayudar a la gente?”, se preguntaba. 

2.000 niños

Para la población musulmana de Gaza, la amplia mayoría, sus muertos deben ser enterrados rápidamente, en apenas 24 horas si es posible. Tras lavar el cuerpo con jabón y agua perfumada, entre oraciones, los restos amortajados se vuelven hacia la ciudad sagrada de La Meca. “Miles de familias esperan que termine la guerra para poder enterrar a sus seres queridos”, afirma Abdu. “Viven con dolor”, constata. Entre los desaparecidos, se cuentan 2.000 niños sepultados por los escombros. Algunos de sus pequeños cuerpos han sido devorados por perros y gatos callejeros. Otros se están descomponiendo entre el polvo. Más allá del repugnante olor, la presencia de estos cadáveres acelera la propagación de epidemias en un territorio donde el sistema sanitario ha colapsado.

Nadie sabe hasta cuándo Abdalá y Masa, los niños sepultados por su casa, seguirán allí. Ni tampoco el poeta Refaat Alareer, ni la familia Alrayyes, ni los Shteiwi, ni los Shamlikh. Esos son algunos de los nombres en rojo que custodian las ruinas que encarcelan sus cuerpos. En diciembre, los equipos de la defensa civil ya habían visto como los bombardeos israelíes destruían el 80% de su equipo de rescate y les mataban a dos docenas de compañeros. Abdu recuerda a la comunidad internacional todos los rescatadores que han mandado en desgracias como el terremoto de Turquía o de Marruecos para ayudar a salvar vidas. En Gaza, ya no piden ni eso. Sólo poder decir adiós a sus seres queridos con dignidad y asegurarles que descansen en paz.

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