FRANJA Y RUTA

Nuevas Rutas de la Seda hacen eco con su canto chino en Latinoamérica

La alternativa de la UE a la Ruta de la Seda china busca su espacio en Latinoamérica

Líderes mundiales llegan para asistir al Foro de la Franja y la Ruta de China.

Líderes mundiales llegan para asistir al Foro de la Franja y la Ruta de China. / REUTERS/Tingshu Wang/Pool

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El pasado julio de este año la Comisión Europea (CE) aprovechó la cumbre para trasladar a América Latina y el Caribe la inversión de 45.000 millones de euros en la región por parte de las instituciones y Estados miembros de la UE hasta 2027, a través de Global Gateway, en áreas como materias primas, infraestructuras tecnológicas, energías limpias o sanidad, además de competir con la Nueva Ruta de la Seda china.

Este emblema del gobierno de Xi Jinping, conocido como Yīdài yīlù (en español franja o ruta) consiste en una ola de fondos chinos para grandes proyectos de infraestructura en todo el mundo. La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) (en inglés: Belt and Road Initiative, BRI), Nueva Ruta de la Seda o abreviadamente La Franja y la Rut es un proyecto multilateral con el que China pretende extender su influencia mediante la financiación de grandes proyectos no solo de infraestructura sino también de conectividad. En la actualidad Latinoamérica ha acogido con interés desigual los cantos de sirena de las Nuevas Rutas de la Seda.

A la iniciativa se han sumado en sus diez años de vida países como Argentina, Chile, Costa Rica, Venezuela o Uruguay. No obstante, otros gigantes regionales como Brasil o México prefieren por ahora mantenerse al margen y otros, como Colombia, desconfían de su adherencia. A pesar de ello, el país que podría sumarse en breve a la iniciativa es Colombia. De hecho, su presidente, Gustavo Petro, viajará a fines de octubre a China.

Por ejemplo, Chile es uno de los principales socios de China en Latinoamérica y la presencia de Boric en el foro reafirma la importancia de la plataforma china para Chile en un momento de buenas relaciones diplomáticas y en especial comerciales, con un crecimiento medio del 14 % desde 2017 y una balanza comercial favorable al país austral.

Pero a pesar del enorme protagonismo que concede China a una plataforma cuyo principal responsable es su presidente, Xi Jinping, el hermetismo impera entre los países latinoamericanos participantes a la hora de detallar los proyectos en marcha o planificación.

La guardia de honor se prepara para la llegada del primer ministro camboyano Hun Manet al Aeropuerto Internacional Capital de Beijing, antes del Tercer Foro de la Franja y la Ruta en Beijing, China, el 16 de octubre de 2023.

La guardia de honor se prepara para la llegada del primer ministro camboyano Hun Manet al Aeropuerto Internacional Capital de Beijing, antes del Tercer Foro de la Franja y la Ruta en Beijing, China, el 16 de octubre de 2023. / Ken Ishii/Pool vía REUTERS

El rol de EEUUU

Se suman a ello el enorme peso que Estados Unidos mantiene aún en Latinoamérica -sigue siendo el principal socio comercial de la región- y las disputas comerciales entre Washington y Pekín, según un informe del Banco de Desarrollo de América Latina CAF en 2019.

Hasta ahora son 150 países y unas 30 instituciones las que han firmado acuerdos bajo el paraguas de las Nuevas Rutas, que celebran desde mañana, martes, en Pekín su III foro de alto nivel, en el cual la representación latinoamericana de más nivel la tendrán Argentina y Chile con sus respectivos presidentes.

Según datos del Ministerio chino de Exteriores, las Nuevas Rutas respaldaron en la última década más de 3.000 proyectos de cooperación con una inversión de un billón de dólares y la creación de 420.000 empleos.

Perú y Venezuela confían en el BRI

China propuso la Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) en 2013 para mejorar la conectividad y la cooperación a escala transcontinental. Perú es otro de los países que han abrazado con más fuerza el BRI, que tiene como proyecto más reciente la construcción del megapuerto de Chancay (norte de Lima) con una inversión de 3.000 millones de dólares. Las compañías chinas mantienen una fuerte presencia en el país andino, donde han destinado más de 16.000 millones de dólares al sector minero y desde 2019 controlan casi toda la distribución eléctrica de Lima.

Por otro lado, Venezuela, cuyo presidente, Nicolás Maduro, estuvo en China en septiembre, integra las Nuevas Rutas desde 2018 y se ha prestado como principal impulsor. Meientras que, Caracas ha asegurado que varias "importantes empresas chinas" tienen operaciones en Venezuela, lo que supone una "ventaja para futuros proyectos regionales" de la iniciativa, que califica como "una propuesta de paz", con la que Pekín no pretende "dominar economías, ni cambiar Gobiernos", sino "compartir ganancias y desarrollo en un destino común", según recoge EFE.

Países ausentes

Otros países de la región, entre ellos pesos pesados como Brasil y México, se mantienen por ahora al margen pese a sus buenas relaciones políticas y comerciales con Pekín, o quizá precisamente por ello. El Gobierno brasileño ha dicho públicamente que no le interesa entrar al BRI, pues tienen en vigor desde hace 30 años un acuerdo de relaciones estratégicas con China que ya sirve de marco para todo tipo de acuerdos bilaterales, incrementados este año tras la visita del presidente Lula da Silva al gigante asiático.

Desde México tampoco hay mucho interés en las Nuevas Rutas de China -su segundo socio comercial-, ya que el país está centrado en la atracción de inversiones mediante la deslocalización cercana de empresas (práctica conocida como "nearshoring") dada su proximidad con EE.UU., su primer socio.

Por su parte, China y Cuba, muy cercanas en lo político por su filiación comunista, firmaron en 2021 un acuerdo para estudiar las posibilidades de extender a la isla las Nuevas Rutas, pero por ahora no se ha concretado proyecto alguno.

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