España lidera la misión de los "cascos azules" en un Líbano que vuelve a calentarse

Las matanzas y las guerras que se evitan no aparecen en los medios. Por eso muchas de las misiones de paz de la ONU pasan casi inadvertidas. Es el caso de la operación que desde hace 17 años vigila la frontera entre Líbano e Israel. Si no hay noticias, es que va saliendo bien. La preocupación se ha vuelto a disparar porque en los últimos días ha habido intercambio de misiles entre ambos bandos.

España lidera en estos momentos la misión de Naciones Unidas para Líbano (FINUL, Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano). El coste en vidas para nuestro país ha sido alto: 16 soldados han fallecido en este período de tiempo. En total, nuestro país ha contribuido a la UNIFIL con el despliegue de 22.024 personas, entre personal militar, guardia civil e intérpretes, según los datos más actualizados enviados por el Estado Mayor de la Defensa a este diario. 

Los soldados españoles defienden la integridad de Línea Azul, que es la delimitación que Naciones Unidas estableció en 2000 tras la retirada de Israel del territorio ocupado en Líbano. En 2006, tras una cruenta guerra entre ambos países, la ONU creó la misión de paz, a la que se unió España con más de 1.000 soldados con el visto bueno del Parlamento. 

Pero los choques siguen produciéndose. Esa zona de Oriente Próximo es una de las más calientes del mundo, y hay incursiones y ataques frecuentes. Sin ir más lejos, el pasado 6 de julio, Israel atacó con artillería el territorio libanés adyacente a la Línea Azul tras el disparo de un proyectil desde Líbano. 

Disparos israelíes contra una posición española en Líbano

Incidentes de ese tipo han provocado bajas entre los soldados españoles. En 2015, el cabo Francisco Javier Soria Toledo, de 36 años, murió tras ser alcanzado por un proyectil lanzado por el Ejército de Israel. En 2007, seis legionarios murieron en un atentado con coche bomba en el país.

Desde el 28 de febrero del año pasado, el general español Aroldo Lázaro Sáenz es el comandante y jefe de la misión, formada por un contingente de más de 10.000 cascos azules y 800 civiles de 46 países diferentes. Es la segunda vez que España lidera esta misión internacional.

Lideran con "calidez y compasión"

“En Líbano, el general español Lázaro comanda una misión grande, muy complicada y llena de dificultades, en ocasiones de alto contenido político”, explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Alistair D. Edgar, doctor en Ciencia Política de la Universidad Wilfrid Laurier de Canadá y experto en misiones de paz de Naciones Unidas. “Por eso resulta especialmente útil el profesionalismo y la capacidad de los soldados y policías españoles en la misión”.

Un ejemplo de esa doble faceta militar y política se vio el pasado 10 de julio. El general español acudió a una reunión de emergencia de alto nivel en Líbano para tratar la escalada de tensión en la frontera con Israel, que ha ocupado una zona libanesa, mientras el grupo chií Hezbolá mantiene tiendas de campaña en un punto supuestamente israelí.

El grueso del contingente se encuentra en la base Miguel de Cervantes, cerca de la localidad de Marjayún donde está el cuartel general del sector este. Se llama operación Libre Hidalgo y consiste principalmente en patrullas a pie y en vehículo para vigilar permanentemente la línea de separación y  garantizar el cumplimiento de la resolución 1701 de Naciones Unidas que define la misión.

El director de misiones de paz de Naciones Unidas Jean-Pierre Lacroix, destaca para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el carácter especial que le han imprimido a la misión las Fuerzas Armadas españolas. “En Líbano, los soldados de paz españoles que sirven en la FINUL contribuyen al mantenimiento del cese de las hostilidades monitorizando la Línea Azul y evitando las tensiones y el riesgo de escaladas que suponen, y lo hacen sirviendo a las comunidades locales con calidez y compasión”, asegura el vicesecretario general de Operaciones de Paz de la ONU.

Misiones en Yugoslavia, Malí o Colombia

España contribuye también con una pequeña dotación en la misión de estabilización para República Centroafricana (MINUSCA, por sus siglas en inglés), un país del Sahel azotado por el yihadismo y que está cayendo bajo la influencia rusa y de los mercenarios del grupo Wagner.

También hay soldados en la misión para la estabilización en Malí (MINUSMA), pero esta va a ser finalizada por sorpresa tras la petición de la Junta militar golpista que dirige el país subsahariano. De nuevo, Rusia está por medio: el Gobierno maliense ha criticado la falta de efectividad de los 12.000 “cascos azules” para acabar con la lacra del terrorismo en el norte del país, por lo que el Consejo de Seguridad ha decidido poner fin al operativo. De aquí a finales de año, todos los soldados internacionales, incluidos los españoles, deben haber salido del país.

En la última década, España también ha contribuido con 88 efectivos a la misión para monitorizar el acuerdo de paz con los grupos guerrilleros, sobre todo las FARC, en Colombia (UNVMC). 

“España ha sido muy generosa en general en su contribución en número de soldados a las misiones de la ONU y juega un papel que no tiene precio para dar estabilidad en contextos muy complicados”, subraya Lacroix. 

Además de los 16 fallecidos, España perdió 15 soldados en la misión Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR) que desplegó la ONU para tratar de mantener la paz en Croacia y Bosnia Herzegovina durante las guerras de Yugoslavia. España participó desde febrero de 1992 a diciembre de 1995. Un soldado murió también en una misión de los “cascos azules” en Guatemala en 1998.