Ratas y mosquitos, lucha a muerte contra la fauna urbana

Las descripciones de empleo son hoy en día más variopintas que nunca, las tecnologías y las nuevas necesidades que afrontan empresas y administraciones pueden requerir imaginación y la creación de puestos extraños. En tiempos en que se multiplica la oferta de trabajos que buscan la felicidad en el entorno laboral, la ciudad de Nueva York ha estrenado un cargo público que lo que requería, en su ‘job description’, era estar textualmente “sediento de sangre”...específicamente de ratas y otros roedores urbanos.

El alcalde Eric Adams ha presentado oficialmente, en un acto público que recuerda más a las ruedas de prensa del Gotham fantástico, ciudad acosada por el mal a la busca de superhéroes, a la nueva responsable de la lucha contra las ratas en la ciudad. Kathleen Corradi ostenta ya un nuevo y esperanzador cargo para acabar de una vez con la plaga que causa daños y enfermedades cada vez más serios en los barrios de la ciudad, y ella mismo cuenta que cuando solicitó el empleo no estaba segura de que fuera real: pedían textualmente “instinto asesino”. La nueva “zarina de las ratas” es una profesora que ha impulsado con determinación campañas contra los roedores en su barrios y las escuelas donde trabajó, en una forma de activismo que por nuestras lares solo sentimos cercana en lo que se refiere a las luchas climáticas, contra el plástico o la contaminación de los coches. 

Barcelona y otras ciudades sufren también de infestación de ratas: las obras que remueven la zona del parque de las Glòries, las de la pavimentación de Consell de cent para convertirla en superilla, y tantas otras no solo fomentan la aparición a pie de calle de cucarachas, también los roedores se asoman a la luz del día. Los pequeños carteles clavados en parques públicos y alguna zona de obras nos recuerdan que hay trabajos municipales en marcha contra la proliferación de ratas, también puedes haberte encontrado visualmente con una de ellas en medio de la calzada: las más descaradas pasean impunemente ante el asombro de los vecinos.

3,2 millones de ratas

Con todo, lo de Nueva York es de otra galaxia: la ciudad cuenta con una línea telefónica para registrar avistamientos de ratas, y solo en 2022 se anotaron 3,2 millones de encuentros visuales. El plan que arranca ahora la maestra convertida en superheroína contra la plaga se centrará primero en Harlem, donde prevé invertir 3,5 millones de dólares y hasta 35 empleados específicamente dedicados a esta misión. 

La lucha contra las ratas no es nueva y afecta a distinta escala a los retos mundiales, porque se propagan donde hay más pobreza, peores condiciones de salubridad, y más allá del impacto en las personas, también tiene un potencial destructor en la naturaleza. En el archipiélago de Hawaii se tiene bajo protección especial una isla muy pequeña, Lehua, a 35 kilómetros de la isla de Kauai, que se ha convertido en un santuario natural libre de ratas. Con esta atribución única ha logrado preservar especies autóctonas, sobre todo de pájaros, que veían su supervivencia en riesgo porque los roedores destruyen nidos y se comen las crías impidiendo su reproducción. Los científicos han pasado 20 años trabajando en esta meta hasta estrenar este año su estatus de “libre de ratas”, y eso que la isla apenas tiene 1 kilómetro cuadrado y está deshabitada. Estas experiencias convierten los recientes planes de Nueva York en lo más parecido a una gesta del siglo XXI.

Los mosquitos

Una mirada a otro lado del Atlántico te obliga a repensar tu relación con tu ciudad en estos asuntos. No son las ratas lo que más fuera de control tenemos por aquí, ya se prepara la llegada de mosquitos con el calor, y las temperaturas extremadamente altas de este mes de abril ya han hecho aparecer las primeras picaduras: los supermercados son el primer reflejo de la realidad, y ahí están las mosquiteras y los repelentes anti insectos ocupando ya las páginas publicitarias de las novedades de la semana de las tiendas.

Una cruzada municipal seria contra esta plaga más mediterránea y molesta no vendría mal, la vida urbana tiene pequeñas complicaciones que suceden fuera de los radares, ahogadas por los grandes temas de ciudad que atraen focos y energías, cuando no presupuesto, y que siguen su curso sin remedio en el día a día.