PROPAGANDA BÉLICA

La otra guerra de Ucrania: imágenes de violencia extrema para minar la moral

En antiguos conflictos, como la guerra de Irak, las imágenes que trascendían solían estar censuradas y se centraban en asépticos bombardeos aéreos

Ahora, centenares de cuentas especializadas en redes difunden vídeos de atrocidades del conflicto que no se ven en los grandes medios de comunicación

La tendencia comenzó en Siria, recuerdan los expertos, que dudan de que afecte a la moral de los soldados

El cuerpo sin vida de un soldado ruso en una trinchera

El cuerpo sin vida de un soldado ruso en una trinchera / FADEL SENNA

Mario Saavedra

Mario Saavedra

Nota al lector: Este texto puede herir su sensibilidad. Las imágenes sobre las que trata, que no se van a reproducir, podrían llegar a traumatizarle. Muestran la guerra en el sentido más crudo; el momento en que el ser humano se despoja de todos sus límites.

Hay miles de vídeos. En uno de ellos, titulado "siete minutos de combate = 11 wagneritas menos", se ve a soldados ucranianos liquidando, uno a uno, a grupos de soldados rusos, a los que se refieren como mercenarios del grupo Wagner, brazo armado ilegal relacionado con el Kremlin que perpetra matanzas por todo el mundo, de Ucrania a Malí. Se observan cuerpos de efectivos del ejército invasor amontonados, que acaban de morir. El vídeo está editado con música heavy metal y rotulado como si fuera una receta: "Paso 1.- derribar el dron de vigilancia... paso 3.- Siete minutos de batalla = siete rusos muertos".

Los hay mucho más duros. En estos 300 días de guerra se ha visto de todo en redes sociales como Telegram o Twitter: vídeos de soldados rusos cortándole con un cutter los testículos a un prisionero ucraniano (un crimen de guerra de libro, según la Convención de Ginebra), desertores rusos a los que sus propios excompañeros ejecutan con un par de golpes secos de mazo en la cabeza, o vuelos con dron sobre las trincheras del Donbás con decenas de cuerpos despedazados tras días bajo la artillería enemiga.

Algunos son mera crueldad condensada, otros contienen información relevante para el análisis de la guerra. En uno reciente se puede observar a soldados rusos paralizados por el frío en las trincheras del este de Ucrania. No reaccionaban siquiera al ruido de las explosiones cercanas, a pesar de que estaban recibiendo fuego de granadas y tenían a compañeros heridos. "La desmotivación, pero sobre todo el frío y el consumo de alcohol con el que se combate, provocan deshidratación y falta de reactividad", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el analista militar Christian Villanueva, director de Revista Ejércitos.

El fenómeno de esta especie de "gore" bélico no es nuevo. Empezó con la guerra de Siria y la de Libia, cuando los extremistas de Estado Islámico promocionaban sus matanzas y decapitaciones con auténticas superproducciones en alta definición, que después promocionaban en redes como la estadounidense Facebook. Luego se extendió en la segunda guerra entre Armenia y Azerbaiyán, en 2020, "donde ya se vieron auténticas barbaridades de matanzas de los azeríes [azerbaiyanos]". Cuenta Villanueva, exmilitar, que ya en el Afganistán de 2008 en el que estuvo, los talibanes usaban a niños con móviles para localizarles.

Desde entonces, la popularización de la tecnología es tal que la ubicuidad de imágenes impactantes es comprensible. Los vídeos se mueven por las redes sociales, en ocasiones de forma natural, otras de forma sincronizada con la intención de debilitar la moral del enemigo y de la población civil. ¿Se consigue? "Desde luego tengo claro que en los combatientes no influye, porque ellos ya ven las atrocidades de primera mano", opina. "Los 'movics' rusos sí tienden a rendirse, pero creo que es más bien porque saben que van a luchar en condiciones peores que los ucranianos. Tampoco creo que cambie mucho en la moral de la población: si los bombardeos y los cortes de electricidad no han tenido un impacto apreciable en el apoyo popular, dudo de que los vídeos lo mermen".

Lanzamiento de granada con dron

Una de las novedades dentro de este género de vídeos crudos de guerra es el de los lanzamientos de granadas con drones. "Es una de las 'estrellas' dentro de los vídeos de esta guerra: se ve a gente a la que bombardean mientras hace sus necesidades, mientras mantiene relaciones sexuales, mientras duermen... se han convertido en una caricatura de la guerra retransmitida en directo", dice Villanueva.

En Telegram o Twitter hay decenas de cuentas con centenares de miles de seguidores que difunden vídeos de la guerra sin censura alguna. Suelen estar a favor de una de las partes. "Hay un efecto hooligan y nacionalista en ambas partes, que también los usan para desmotivar al enemigo: mira, tengo estos cuatro cadáveres como resultado de mi ofensiva", dice a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Jesús Manuel Pérez Triana, analista y autor de Guerras Posmodernas. "Aunque primeros planos de cadáveres solo lo he visto en el caso de los prorrusos y suelen incluir el mensaje de: mira, otro soldado ucraniano que va a reunirse con Bandera [Stepán Bandera fue un líder nacionalista ucraniano que los rusos consideran emblemático líder fascista]".

Pérez Triana observa una mayor coordinación en las cuentas a favor del bando de Vladímir Putin. Por ejemplo, muchas llevan la foto de una famosa francotiradora soviética de la II Guerra Mundial, Liudmila Pavlichenko. Muchas publican sus post en redes sociales desde países latinoamericanos escorados del lado ruso, como Venezuela o Cuba. Se nota en las horas de publicación y en que repiten comunicados lanzados por el Kremlin, incluyendo las erratas. Y usan estos vídeos de muerte y destrucción como parte de la batalla ideológica. "Aún recuerdo cómo a mí, como me identifican como proucraniano, me mandaron [para probar los avances rusos] un vídeo muy explícito de dos policías ucranianos muertos dentro de un Dacia Duster; cuando la cámara entraba en el vehículo se veía cómo les habían reventado la cabeza".

La exposición continuada a este tipo de imágenes genera, en periodistas y, sobre todo, analistas de la comunidad OSINT, una suerte de estrés postraumático, un choque psicológico habitual en los soldados que han combatido en el frente. En la población ucraniana o la rusa provoca un temor mil veces mayor. Casi todos tienen en el frente a algún familiar o conocido. Hay cerca de un millón de movilizados de un país del tamaño de España. Nunca saben si el siguiente vídeo que les llegue por sus redes sociales o directamente a su móvil será el de la muerte de un allegado, convertido en un arma de propaganda.