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Victoria Rosell: "¿Machistas en el Gobierno? Hay machistas en todos los ámbitos"

La Delegada del Gobierno para la Violencia de Género, ex magistrada, ex diputada por Podemos, cree que falta mucho por recorrer en materia de igualdad, pero que este Gobierno ha dado pasos enormes. Piensa que más de un miembro del Ejecutivo reconocería en privado haber aprendido mucho de feminismo en esta Legislatura. No osa especificar quién o quiénes

La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, María Victoria Rosell, en su despacho de Madrid

La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, María Victoria Rosell, en su despacho de Madrid / Alba Vigaray

¿Este puesto es un marrón o es gloria bendita?

Jajaja, ninguna de las dos cosas. Creo que es un trabajo muy bonito, y agotador, porque, comparado con el juzgado de guardia, es como si estuviera de guardia en toda España todos los días, ya que la

violencia machista

no para. Hay quien dice que a la gente que se mete en política le gustan los sillones. Ojalá este fuera un puesto a extinguir porque hubiéramos terminado con la violencia machista.

No tiene mucha pinta.

No, porque es algo estructural y luchamos contra siglos. No vamos a acabar con ello en dos décadas. Pero estamos avanzando.

Pasó por el Congreso, pero viene de la judicatura. ¿La justicia está politizada?

Sí, sin ninguna duda. Y en estas contaminaciones de poder nunca se le puede echar la culpa a uno solo. El poder Ejecutivo siempre ha querido influir en la justicia, y eso se ve con toda claridad cuando se investiga la corrupción del Partido Popular. Las injerencias en la Fiscalía y la judicatura han sido impactantes.

¿Y los demás partidos, unos santos?

Creo que el PSOE nunca ha tenido ese nivel de injerencia, y los demás no han gobernado. Pero es verdad que, en los nombramientos del Consejo General del Poder Judicial, sí se han repartido los cromos, y esto ha afectado a que se nombrara a personas de reconocido prestigio, si bien eran prácticamente todos hombres.

En su toma de posesión se comprometió a hacer de España un país “verdaderamente feminista”. ¿En qué kilómetro estamos?

Es muy difícil de medir. La distancia sería enorme desde el origen, porque hemos avanzado mucho. Cuando yo tomé posesión, hace dos años, el 016 solo atendía a víctimas de violencia en la pareja. En 2021 empezó a atender a todas las violencias del Convenio de Estambul, entre ellas la sexual y el acoso, y en 2022 a las víctimas de explotación sexual. Avanzamos a pasos agigantados, pero es que luchamos contra siglos de discriminación y subordinación de la mujer.

Dice que España es referente mundial en la lucha contra la violencia de género.

Sí. En plena pandemia conectábamos con países de todo el mundo, incluidos algunos muy desarrollados de nuestro entorno, y ONU Mujeres nos hizo varias llamadas para preguntarnos qué estaba haciendo España. En menos de un mes conseguimos de urgencia unos números de WhatsApp para contención emocional y atención psicológica de quienes habían dejado de ser atendidas presencialmente, porque había mujeres que no podían pedir ayuda desde sus propios domicilios durante el confinamiento. Recomendaron a los demás países que hicieran lo mismo Nos preguntan y recibimos visitas constantemente. Y no es mérito de este equipo de Gobierno. Se lo atribuyo a toda la historia de la Delegación. Es una política que tiene que estar por encima de los intereses partidistas.

¿En prostitución es abolicionista o partidaria de la regulación?

Yo soy abolicionista.

La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, María Victoria Rosell, en su despacho de Madrid

La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, María Victoria Rosell, en su despacho de Madrid / Alba Vigaray (Fotos)

Otro conflicto más en el seno del Gobierno.

Estamos mucho más cerca las abolicionistas y las pro derechos -éstas últimas incluyen derechos laborales, y ahí hay una frontera que a muchas nos cuesta mucho aceptar- que de las del prohibicionismo, el puritanismo o el ultracatolicismo, que es lo que había en el franquismo, y de quienes defienden la mercantilización y creen que las mujeres, o los vientres o las maternidades están sometidos al mercado.

Audiencias papales al presidente, a Carmen Calvo, a Yolanda Díaz, a Félix Bolaños; Isabel Celáa embajadora de mantilla en el Vaticano. ¿Qué le pasa a este Gobierno con Su Santidad?

No sé si ha acudido más que otros a ver al Papa. De todos los papas que yo, que ya no cumplo los cincuenta, he conocido, quizás sería el único con el que me gustaría hablar. Entiendo que también es un jefe de Estado. Pero sobre todo en España hay muchas personas a las que les importa mucho su opinión. Es muy importante un papa que no rechaza la homosexualidad y que clama por los derechos de las personas migrantes, frente a otros que se autodenominan católicos y sin embargo son racistas, machistas, homófobos.

Usted que les trata: ¿Hay machistas en el Gobierno?

Jajaja, ¿Te tengo que contestar a eso? Hay machistas en todos los ámbitos: en el Gobierno, en el Congreso, en la judicatura y en cada empresa y cada ámbito laboral.

Dígame algún ministro al que le vendrían bien unas clases de feminismo.

No, personalizar no puedo.

¿No se atreve por si se la carga?

No, porque me parece que estamos en una batalla cultural tan impresionante, con negacionistas, con ultraderechistas y con derechas que les amparan, que crear un conflicto tildando de no suficientemente feminista a un Gobierno que sí lo es me parece que es un flaco favor a nuestras propias políticas.

Entre Irene Montero y usted, ¿quién sería Heidi y quién la señorita Rottenmeyer?

¡Hala! No creo que ninguna sea Heidi. Creo que las dos pisamos más la tierra y casi nunca las nubes. Y Rottenmeyer, tampoco. Yo vengo de un sitio que sí que está más pendiente de las normas, pero creo que las dos tenemos en común mirar los espacios donde estamos, incluso del Derecho, incluso de la Judicatura, y ver por dónde podemos abrir una brecha por la que entren los derechos de las mujeres.

O sea, que Rottenmeyer le cuadraría a usted.

Soy más estricta en el fondo, en los principios, que en las formas. Pero Irene también.