OTRA MIRADA

Salva y Natasha, dos jóvenes con ceguera: las redes "nos abren al mundo", aunque también "imponen sus propias barreras"

Salva Doménech y Natasha Trujillo viven y trabajan en Madrid, tienen 24 y 30 años, y hablan de lo que suponen las redes sociales, la tecnología, los memes, el arte, la búsqueda del amor y las nuevas formas de socialización para las personas con discapacidad visual

Me gusta cuando eres tú: la discapacidad ya no incomoda, es un 'pelotazo' en Netflix

Natasha Trujillo, sentada junto a una mesa, sostiene su móvil frente a ella mientras navega por su cuenta de Instagram

Natasha Trujillo, sentada junto a una mesa, sostiene su móvil frente a ella mientras navega por su cuenta de Instagram / Gabinete de Prensa y Contenido Multimedia del Grupo Social ONCE | Antonio Saugar Benito

Héctor González

Héctor González

Las fronteras entre el mundo real y el virtual son ahora más difusas que nunca. Lo que sucede tras las pantallas se traslada a la realidad y viceversa, en un bucle que se retroalimenta constantemente. Los códigos de Internet permean todas las capas de nuestro día a día, como ese perro con traje y gafas que ha transformado un insulto en un símbolo político. Teletrabajamos cada vez más, nos comunicamos por videollamadas, intercambiamos instagrams como tarjeta de presentación social, compartimos memes y ligamos deslizando perfiles de derecha a izquierda. Like. Dislike. Corazoncito. Llamita. Incluso, hemos emplazado a conversar con inteligencias artificiales que lo abarcan casi todo sin ser nadie. Es evidente que la forma de socializar y de interactuar ha cambiado profunda y significativamente. Un cambio que nos influye a todos de una u otra manera. Pero, ¿cómo le afecta a las personas ciegas?

Salva Doménech y Natasha Trujillo, dos jóvenes residentes en Madrid con distintos grados de discapacidad visual, esbozan su propia respuesta. Salva tiene 24 años, estudió Periodismo y Ciencias Políticas en Madrid, trabaja como técnico de comunicación y transformación digital en la Fundación CERMI Mujeres, que se dedica a ayudar a mujeres y niñas con discapacidad, y dedica gran parte de su tiempo a cuestiones de activismo sobre la ceguera. También es ciego casi total: "Solo veo luces, pero prácticamente nada", aclara. Natahsa nació en Venezuela hace 30 años, pero lleva muchos viviendo en la ciudad. Estudió Diseño Gráfico, trabaja en el área de Relaciones Internacionales de la ONCE, hace dibujos que comparte en Instagram, practica snowboard y, de vez en cuando, se sube a escenarios a hacer monólogos. Además, tiene una discapacidad visual: solo tiene un 10% de visión en el ojo izquierdo y nada en el derecho. "10% visión, 100% actitud", resume en su biografía de Instagram.

Una ventana (con cortina) al mundo

Para ambos jóvenes, las redes sociales representan una dualidad. Por un lado, son una ventana al mundo. Por otro, incorporan sus propias barreras. Los casos de Salva y de Natasha son parecidos, aunque con matices; mientras que él no ve nada y depende de la tecnología parlante - que lee el contenido de la pantalla en voz alta, tanto en móviles como en ordenadores-, ella sí que puede valerse de herramientas más sencillas como el zoom para ver por sí misma algunos contenidos. Sin embargo, los obstáculos principales son los mismos: aplicaciones desarrolladas principalmente pensando en la imagen y un diseño que no siempre tiene en cuenta los criterios de accesibilidad para personas ciegas.

"Ganas cuando hay texto, pero cuando predomina la imagen, quedas fuera de juego", resume Salva. En estos casos, para poder enterarse depende de que el usuario "se haya tomado el tiempo o haya tenido la consideración" de incluir descripciones por escrito. Se trata del 'texto alternativo', una opción que ofrecen la mayoría de aplicaciones para añadir una explicación a las imágenes y que para las personas ciegas funciona como "cuando alguien te describe por teléfono algo que está viendo y que te permite hacerte una idea de la composición", en palabras de Salva.

Esto depende mucho de la "buena voluntad" o de "cómo de concienciada" esté la persona o la entidad que sube el contenido, algo que por lo general no se da. "Faltan conocimiento y concienciación sobre la ceguera y los problemas de accesibilidad que acarrea", señala este joven. Por ello, la red que más usa él es X (anteriormente, Twitter), donde prima el contenido textual. Otras, como Instagram o TikTok, basadas principalmente en fotografías y vídeos con música, le resultan mucho más difíciles de utilizar. "Tengo Instagram, pero lo uso muy poco, sobre todo con mi chica para ver stories de gente", explica. "A lo mejor vemos 30 stories y de ellos me entero de lo que pasa en dos".

Natasha, por su parte, considera que las redes le aportan una ventaja a la hora de socializar. "Es más fácil hacerlo a través de un 'aparato', elimina barreras y te empodera". Gracias a ellas, le resulta más sencillo lidiar con los prejuicios a la hora de conocer gente de primeras. Eso sí, "te favorece un tiempo, después tienes que volver a la realidad y enfrentarte allí a tus inseguridades", puntualiza. A diferencia de Salva, ella sí está más presente en Instagram. Además de su cuenta personal, también maneja otra para dar a conocer sus dibujos, en los que retrata a personajes famosos, iconos pop o personas corrientes con un matiz particular: ninguno tiene ojos, excepto los perros. Para ella, esta red representa una gran ayuda como artista, ya que permite que quien ve sus obras valore su trabajo antes que a la persona que está detrás. En el mundo real, tendemos a "juzgar mucho el trabajo de la gente por cómo son y no por lo que hacen", reflexiona Natasha. Eso sí, coincide en subrayar las grandes dificultades de accesibilidad que debe afrontar para manejarse en esta y otras redes enfocadas en lo visual.

Amor, ghosting y memes

Está claro que la pandemia de coronavirus espoleó definitivamente una tendencia que ya llevaba años cocinándose: la socialización, especialmente entre la gente más joven, ha trasladado gran parte de su foco al universo virtual. Además de las redes sociales en general, también se ha incrementado el uso de las aplicaciones para ligar. Conocerse a través de Tinder, Bumble, Grindr, OkCupid o cualquier otra del amplio catálogo de plataformas disponibles ha dejado de ser una rareza para muchísimas personas. Para los ciegos, sin embargo, no es tan fácil.

"La discapacidad en sí es un elemento que te complica en esos entornos, ya que genera rechazo", señala Salva. A ello se suma que "el componente visual es al que más importancia se le da en este tipo de apps" y que la mayoría no están diseñadas de forma accesible. Por estas razones, él nunca las ha probado. No obstante, sí conoció a su pareja a través de las redes sociales, ya que ambos trabajan en el ámbito de la discapacidad y tenían intereses y personas en común. Un aspecto positivo es que, al ser ciego, "estás menos expuesto" al juicio de tu propia imagen y de la de los demás. Cuando "conoces a alguien, te fijas en otras cosas, en la voz, en cómo te trata, en su actitud...", expone Salva.

Natasha, en cambio, sí le dio una oportunidad a las apps de citas. Se hizo un perfil y lo usó durante un pequeño tiempo. "Yo tengo confianza en mí misma", pero "lo primero que marca en estas apps son el físico y la imagen", expone. Además, "en nuestro caso también pesa el prejuicio de la falta de independencia". Cuando ponía sus fotos, en las que se puede apreciar su problema de visión, las conversaciones acababan girando continuamente en torno a ese tema: "Eran siempre las mismas preguntas, una y otra vez", relata. Otras veces, cuando daba su Instagram, la persona con la que había estado hablando le agregaba y después dejaba de contestar. Al final "decidí que eso no estaba hecho para mí" y se borró la cuenta. La aventura duró una semana.

Las redes no solo han cambiado los canales de socialización, sino también los códigos que se emplean. El lenguaje digital impregna el discurso social y se retroalimenta de él. "Los memes, los stickers y ese tipo de cosas, a mí me da mucha pena perderme todo eso", lamenta Salva. Se los pueden tratar de describir y, en algunos casos, "lo entiendes y te hace gracia", pero no es lo mismo. "Tienes que pararte, preguntar, hacer un esfuerzo por enterarte... se pierde la frescura y la gracia de la inmediatez", puntualiza Natasha. A pesar de ello, hay determinados memes tan presentes en la realidad cotidiana que también son partícipes de ellos. "Yo el del perro sanxe evidentemente no lo he visto, pero está en las conversaciones, te lo cuentan, lo oyes por ahí y entonces sí te enteras", cuenta Salva.

Natasha Trujillo trabaja con un ordenador adaptado en su oficina.

Natasha Trujillo trabaja con un ordenador adaptado en su oficina. / Gabinete de Prensa y Contenido Multimedia del Grupo Social ONCE | Antonio Saugar Benito

La tecnología como aliada

Más allá de las redes sociales, la tecnología en general es "un aliado flipante para hacer accesibles las cosas", según Salva. Con todos sus fallos y asignaturas pendientes, este joven considera que "el espacio digital está más adaptado para las personas físicas que el físico". La tecnología, las redes sociales y las nuevas formas de comunicación "nos colocan de entrada en una posición mucho más ventajosa", explica. Cada vez existen más aplicaciones digitales que suponen una ayuda en su vida diaria para las personas ciegas. "A mí me dices hace diez años que puedo leer un papel y no me lo creo. Sin embargo, ahora puedo hacerlo al vuelo [gracias a la tecnología de reconocimiento de caracteres, conocida como OCR]", ilustra Salva. "Para mí, es una ayuda inmensa", agrega Natasha, "por ejemplo, a la hora de ir sola, encontrar una calle o un sitio, hacer una foto o quedar con alguien".

En definitiva, el boom digital vivido a raíz de la pandemia es una noticia positiva para las personas con ceguera. La tecnología "no nos aísla, sino que nos da más libertad"; es una herramienta con mucho potencial que, "usada adecuadamente, puede permitirnos un acceso más igualitario a todo el mundo", sintetiza Salva Doménech. Eso sí, todavía falta mucho camino por recorrer para mejorar la concienciación sobre las dificultades y necesidades de esta y otras formas de discapacidad, coinciden en señalar ambos jóvenes. "Nunca va a ser perfecto para todo el mundo, es inevitable, pero creo que se deberían diseñar las cosas para que cumplan unos aspectos mínimos que permitan a cada uno valerse con sus herramientas de apoyo", concluye Natasha Trujillo.