CASO RUBIALES

La fallida reunión familiar para evitar la guerra entre los Rubiales: "Yo, por mi familia, dimito"

El 21 de mayo de 2022, días antes de que Juan Rubiales declarara ante la Fiscalía, dos hermanos del padre del presidente de la RFEF intentaron organizar un cónclave familiar para buscar la paz entre tío y sobrino: no lo consiguieron

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Luis Rubiales.

Luis Rubiales. / Archivo

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Días previos al 21 de mayo de 2022. Había pasado un mes desde que El Confidencial comenzó a publicar conversaciones y documentos privados sobre el ahora suspendido presidente de la RFEF, Luis Rubiales. Desde el primer momento, desde su entorno se apuntó a "un ex trabajador de la RFEF" como responsable directo de la filtración a la prensa de esos archivos. Con el paso de los días, se le va poniendo nombre al presunto filtrador, que no era ex, sino aún trabajador: Juan Rubiales, tío del presidente y su jefe de gabinete entre 2018 y 2020, defenestrado como director del Museo. La guerra pública entre los dos familiares está a punto de estallar.

Juan Rubiales, quien ahora, después de año y medio, ha salido de la penumbra con incendiarias entrevistas a El Mundo, El Confidencial y Cope para hacer leña del árbol caído, defenestrado a todos los niveles su sobrino por el beso no consentido a Jenni Hermoso, se encuentra en ese momento, y desde pocos días antes, de baja de depresión.

La ruptura de la familia Rubiales

Según el relato del tío Juan en la Cope, los padres de Rubiales y el propio Luis rompen relaciones con el resto de la familia el día que es destituido como jefe de gabinete, "con un email a las 23.00 horas", el 10 de diciembre de 2020: "Decidieron romper con la familia, no llamarme ni a mí ni a ninguno de mis hermanos, somos 11 en total". Desde entonces, Juan continuaba siendo trabajador de la RFEF, relegado al cargo de director de su museo. Una jaula de oro que Luis dispuso para varios de sus ejecutivos iniciales, tras ir perdiendo su confianza en ellos.

Juan Rubiales, tío de Luis y exjefe de Gabinete de la Federación

Juan Rubiales, tío de Luis y exjefe de Gabinete de la Federación / EFE

En esos días previos al 21 de mayo de 2022, la Fiscalía Anticorrupción comienza a investigar a Luis Rubiales por "corrupción en los negocios y administración desleal", tras una denuncia presentada el presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol (CENAFE), Miguel Ángel Galán. Juan Rubiales va a ser llamado a declarar. Él lo sabe, Luis lo sabe, toda la familia lo sabe.

La relación familiar, dicho por el propio Juan, ya está muy tocada por el desencuentro entre tío y sobrino. Enfrentamiento con una doble versión. El tío esgrime que Luis es un hombre arrogante y endiosado que hacía un uso espurio de su poder, con ejemplos con el viaje a Nueva York con una pintora mexicana, la fiesta en Salobreña con un grupo de chicas de "18 o 19 años" y la presunta mediación para que Gerard Piqué cobrara una comisión por llevarse la Supercopa a Arabia Saudí. Desde el entorno del presidente suspendido, argumentaban que Juan era un hombre autoritario, que se creía el presidente cuando Luis estaba de viaje fuera de Madrid, tomando decisiones por su cuenta y gritando a empleados.

La final de Copa y la Casa Real

Cuentan que una de las grandes broncas entre ambos fue a cuenta de la final de la Copa del Rey de la temporada 2019-20, la de la pandemia por el Covid-19. La RFEF pacta con los dos finalistas, Athletic y Real Sociedad, su reubicación para la temporada siguiente, con el ánimo de que pudiera jugarse con público. Un testigo de una de aquellas reuniones recuerda que Juan le hizo ver a Luis que, por protocolo, debían hablar con Casa Real antes de tomar y anunciar cuándo se iba a jugar la final, a la que el Rey siempre acude. Esta fuente asegura que la respuesta de Luis fue la siguiente: "Yo pongo las finales cuando me sale de la punta de la polla".

Con tan turbio caldo de cultivo, parte de la familia entiende, a mediados de ese mes de mayo de 2022, que la guerra está a punto de estallar. Y que no habría vuelta atrás si Juan acudía a la Fiscalía a declarar y Luis señalaba a su tío públicamente como responsable directo de las filtraciones, no importaba el orden en que se produjeran ambos hechos.

20 de agosto de 20283, Sidney (Australia).- El presidente de la Real Federación Española de Fútbol porta a la jugadora española Athenea del Castillo Beivide sobre sus hombros durante la celebración de la victoria en el mundial de fútbol femenino de Australia y New Zealand.

Luis Rubiales cargando a Athenea del Castillo sobre sus hombros. / DAVID GRAY / AF

Dos de los diez hermanos del padre de Rubiales, el ex alcalde de Motril Luis Manuel Rubiales López, hablan entre ellos para tratar de buscar la paz entre tío (su también hermano) y sobrino. El método sugerido es una gran reunión familiar. Luis dice que adelante, pero Juan tiene sus reservas al respecto.

"Los arreglamos en cinco minutos"

"Esto lo arreglamos en cinco minutos y nos damos un abrazo", cuentan que dijo a su familia el suspendido presidente de la RFEF, que en las negociaciones ofrece su casa en Madrid como sede de la reunión, el ya conocido ático en la calle Ferraz. Juan sigue desconfiando de esa reunión propuesta para el 21 de mayo. Entre otras cosas porque, según su relato en la Copa, había recibido una llamada de alguien de la RFEF: "Me dijo: 'Juan, ten cuidado, porque esta mañana ha habido una reunión y han decidido que si la cosa se pone fea, te van a culpar a ti como jefe de gabinete de aquella época'".

Pero lo que provocó definitivamente que se viniera abajo la reunión familiar fue algo que, en aras de forzar esa reunión, Luis le dijo a otro de sus tíos: "Yo, por la familia, dimito si hace falta". Ahí, cuentan quienes estuvieron alrededor de la organización de aquel cónclave familiar, fue cuando "Juan se dio cuenta de que era una trampa".

En efecto, vistos los últimos acontecimientos, no parece que Rubiales estuviera dispuesto a dimitir por su familia, a la que no tuvo ningún pudor en exhibir (hijas menores incluidas) durante la asamblea en la que repitió cinco veces aquello de "¡No voy a dimitir!". Han pasado 15 meses desde aquel intento de reunión familiar que acabó en nada. Desde entonces, demandas cruzadas entre tío y sobrino y un resurgimiento del primero de ellos para echar una palada más de tierra sobre el segundo, quien seguro que se guarda aún una bala con la que contraatacar.