Opinión | BALONCESTO

Así ganó el Madrid de 'Chusma' la Euroliga de los "viejitos"

De cómo la desconfianza en el equipo liderado por el técnico madrileño se tornó en fe ciega de sus jugadores y aficionados

Chus Mateo, entrenador del Real Madrid, con el título que le acredita como campeón de Europa.

Chus Mateo, entrenador del Real Madrid, con el título que le acredita como campeón de Europa. / EFE

“Con ese nombre, Chusma, ¿qué se puede esperar de él?”. De esta forma tan cruel se expresaba un aficionado del club blanco justo a la salida del Wizink Center, tras sufrir el Real Madrid de Chus Mateo la cuarta derrota consecutiva ante el Baskonia. Era 19 de marzo y los continuos fracasos sufridos ante sus rivales, entre ellos el FC Barcelona del lituano Sarunas Jasikevicius, no auguraban nada bueno de cara a la Euroliga de Kaunas.

Traidor, paquete, acabado...

Si alguien se asomaba a la caverna de Twitter, y pinchaba en las palabras “Mateo” o “Llull”, los comentarios que aparecían superaban con creces el insulto. Las redes sociales acusaban al entrenador de “traidor” y de “paquete”, al mismo tiempo que al “Increíble Llull” se le consideraba “acabado”. Yo mismo, que soy abonado al Real Madrid desde 2014 y he presenciado en Madrid (2015) y Belgrado (2018) las Final Four ganadas por el equipo blanco, pensaba que este nuevo Real Madrid no triunfaría en Kaunas.

Los equipos precedentes, como por ejemplo el que ganó la Euroliga en 2018, contaban con jugadores como Luka Doncic, pero también con el todavía añorado Jaycee Carroll, por no hablar del sempiterno Felipe Reyes o del argentino Facundo Campazzo. Y los ahora bautizados por Nocioni (héroe de la Euroliga de 2018) como "viejitos", los Sergios, Llull y Rodríguez, así como Rudy Fernández, se encontraban en 2018 en plena madurez deportiva. 

Sergi Llull levanta el trofeo de la Euroliga frente a sus compañeros del Real Madrid.

Sergi Llull levanta el trofeo de la Euroliga frente a sus compañeros del Real Madrid. / REUTERS/Ints Kalnins

Pero en marzo de 2023 la forma de los veteranos parecía muy inferior. Plagados de lesiones desde que se inició la temporada actual, Mateo no conseguía que estos tres jugadores mostraran su máximo nivel. Y de hecho, Rodríguez apenas jugaba en la Euroliga. Sus escasos minutos llegaban en la ACB, con rivales de menor entidad. Los aficionados no detectábamos ni punto de comparación entre la nueva plantilla y las anteriores, que consiguieron que me sorprendiera a mí mismo aplaudiendo a un equipo que logró que dejara de ser antimadridista.

El bosnio Dzanan Musa, que había sido el año anterior MVP de la ACB, no se parecía ni en pintura a Carroll. Al mismo tiempo que Mario Hezonja tampoco contaba con la confianza de “Chusma”. El alero croata evidenciaba en demasiadas ocasiones su cabreo con el ‘coach’ por los pocos y a menudo intrascendentes minutos que permanecía en cancha.

El segundo partido ante el Partizan

Sin embargo, todo cambió con la rueda de prensa de Chus Mateo tras la pelea del segundo partido con el Partizan. El entrenador mostró que es buena persona y pidió disculpas por lo que había hecho mal su equipo. Y se centró en preparar a sus jugadores para el ‘infierno’ de Belgrado. Como dijo Hezonja en una de las entrevistas concedidas tras ganar el campeonato, los jugadores se presentaron con los ojos llenos de “fuego” para vencer, no sin esfuerzo, los cinco partidos que restaban. La vieja guardia secundó a Edy Tavares, quien además de buena persona se ha convertido en un gran jugador, que no solo limita los ataques de sus contrincantes, sino que poco a poco se ha vuelto trascendente en ataque.

Tras ganar el quinto partido contra los de Obradovic los aficionados al Real Madrid ya estábamos seguros, pese a estar obligados a superar al Barça y al Olympiacos, de que Mateo traería a Madrid la Undécima. Sergio Rodríguez guio a sus compañeros contra el Partizan, al igual que pasó contra el FC Barcelona en la semifinal de Kaunas.

La final contra el Olympiacos era otra cosa. Los griegos partían como favoritos, pues habían ganado la liga regular. Pero no en el corazón de los madridistas, que confiábamos ya de forma ciega en Chus Mateo, en los "viejitos", pero también en los ‘novatos’, incluido el sobresaliente Eli John Ndiaye. Nadie echó en falta a Guerschon Yabusele, a Gabriel Deck o a Vincent Poirier. A falta de pocos minutos, y con el marcador en contra, todo el mundo esperaba lo máximo de Sergio ‘Chacho’ Rodríguez. Y no decepcionó, un dos más uno y un triple.

Pelota para Llull

Lo que nadie esperaba era que Llul fuera el elegido por Mateo para gestionar la última posesión. El Olympiacos, tampoco. La embocó superando a un ‘gemelo’ de Tavares, que rozó el balón. Y el Real Madrid otra vez campeón de Europa. Como decía yo mismo en mi Gijón natal en los años 80, aunque en sentido contrario: “Así ganó el Madrid” de don Chus Mateo.