Museo Metropolitan de Nueva York

'Bellas durmientes': la innovadora e inmersiva exposición de moda sobre la que gira la Gala Met

La muestra busca elevar a través de los sentidos la experiencia de la moda en los museos

La exposicion del Met, "Sleeping Beauties: Reawakening Fashion".

La exposicion del Met, "Sleeping Beauties: Reawakening Fashion". / EFE

Cuando una pieza de moda entra en la colección de un museo deja de ser algo vivo y vivido –vestido, con movimiento, con sus propios sonidos y olores- y engrosa la lista de objetos que solo pueden ser vistos, como las pinturas, esculturas o la mayoría de las obras de arte. El Museo Metropolitan de Nueva York quiere cambiar eso y ha puesto en marcha lo que Andrew Bolton, comisario jefe del Instituto del Vestuario de la institución, define como ”una nueva iniciativa para expandir el estudio del traje más allá de lo artístico y cultural hacia lo sensorial y emocional”, tratando de “extender a interpretaciones multisensoriales” lo que actualmente es el sentido principalmente visual de la moda en los museos.

El primer proyecto de este empeño es 'Sleeping Beauties: Reawakening Fashion' ('Bellas durmientes: el renacimiento de la moda'), la exposición que el público podrá ver desde este miércoles hasta el 2 de septiembre pero que ya este lunes tiene el mayor y más deslumbrante escaparate posible: la Gala Met, el evento del año en Nueva York.

Por unas horas las estrellas invitadas por la editora de ‘Vogue’ Anna Wintour y sus decisiones sobre cómo vestirse respondiendo al tema 'El jardín del tiempo' (título de un inquietante y distópico relato corto de J. G. Ballard) son el epicentro de la atención. Amenazaban con serlo también las potenciales turbulencias que podían provocar desde la copresidencia de honor de la gala del consejero delegado de TikTok (la plataforma que el gobierno de EEUU podría vetar en menos de un año) hasta las protestas anunciadas por trabajadores de Condé Nast o las que se han hecho frecuentes en Estados Unidos a favor de Palestina. Pero cuando pase todo quedará una exposición de moda que se eleva sobre las ediciones de los últimos años.

Se trata de una propuesta mucho más innovadora y enriquecedora que Max Hollein, el director y consejero delegado del Metropolitan, ha definido en una presentación a la prensa como “una celebración de las muchas dimensiones de la experiencia de la moda”.

De lo intocable a los sentidos

La muestra está compuesta por más de 220 piezas, incluyendo más de 80 adquisiciones recientes, entre las que hay 30 donaciones. Recorren desde el siglo XVII hasta el presente. Y aunque algunas son intocables, tan vulnerables que tienen que yacer cual bellas durmientes en cajas o urnas de cristal luchando contra el tiempo y su propio deterioro, Bolton ha ideado la forma de devolverlas a la vida, reanimándolas gracias a tecnologías tanto tradicionales como punteras y de vanguardia.

No es solo que haya recreaciones gracias a efectos generados por ordenador o la inteligencia artificial de esas piezas únicas y frágiles, que abren con un vestido de seda firmado en 1877 por Charles Frederick Worth. Es que buena parte de la exposición es una experiencia inmersiva donde se puede escuchar y oler e incluso hacer lo tantas veces impensable en un museo: tocar.

Sissel Tolaas, un investigador y experto en aromas noruego, ha tomado 57 moléculas de las prendas y, por ejemplo, junto a un vestido que llevó Milicent Rogers, la heredera de la fortuna de Standard Oil, se puede oler no solo el perfume que llevaba, sino también su olor corporal, lo que comía, lo que bebía, lo que fumaba...

Otras piezas despiertan en sonido, gracias a grabaciones en una cámara anecoica de la Universidad de Binghamton, que evita ningún eco de ondas electromagnéticas y permite registrar los sonidos en su forma más pura. Y así se puede escuchar desde los tejidos en movimiento de un vestido de hace más de un siglo hasta una creación de Alexander McQueen hecha con conchas de navajas.

Además de cuatro galerías con olores, cuatro con grabaciones sonoras y cuatro con creaciones generadas por ordenador y avatares, hay otras tres donde se escuchan lecturas de poemas y dos en las que se anima a tocar (pudiendo sentir con la yema de los dedos el detalle de piezas de Dior recreadas con una impresión en 3D). Y para cerrar la exposición, en una colaboración con Open AI, no solo se puede ver el vestido de novia que en la era del jazz llevó Natalie Potter, sino que con el uso de un código QR se puede interactuar con Chat GPT y preguntar como si se hablara con aquella figura de la alta sociedad neoyorquina, o aprender historia sobre aquella época de la ciudad.

La naturaleza y la resurrección

El hilo conductor para todo es la naturaleza y hay tres motivos (tierra, aire y agua) sobre los que se construyen las secciones de la exposición. Y Bolton ha destacado que “la naturaleza es metáfora última de la moda”, reseñando en ambas tanto la ideas de renacimiento, renovación y ciclos como las de transitoriedad, evanescencia y lo efímero.

 “Las piezas de moda de los museos, pese a estar destinadas a un sueño eterno, no olvidan sus historias sensoriales”, ha explicado el comisario. “De hecho, estas historias están incrustadas en las fibras de su ser y solo requieren reactivación en la mente, el cuerpo, el corazón y el alma de aquellos dispuestos a soñar e imaginar”. Él, y esta exposición del Museo Metropolitan, abren las puertas a ese ejercicio, a esa resurrección.