50 ANIVERSARIO

'Grandôla, Vila Morena', el alma del pueblo portugués en la canción que inició la Revolución de los Claveles

El cantante José Afonso y el capitán Salgueiro Maia simbolizan desde la voz y el coraje el golpe del 25 de abril de 1974 que supuso el derrocamiento del régimen dictatorial salazarista, pero también la tragedia personal de dos hombres honestos relegados en vida al desprecio del olvido

REVOLUCION DE LOS CLAVELES. PORTUGAL

REVOLUCION DE LOS CLAVELES. PORTUGAL / Archivo

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

Había dejado por escrito que deseaba ser enterrado en Castelo de Vide, “en una tumba poco profunda” y en el “ataúd más barato del mercado”. También que el transporte se realizara por el medio más económico, “preferentemente en un vehículo militar”. Y así se hizo. El 4 de abril de 1992, Fernando José Salgueiro Maia, el Capitao de Abril, uno de los héroes de la Revolución de los claveles reposaba ya para siempre en la localidad que lo vio nacer 47 años atrás. Un cáncer intestinal detectado tres años antes había puesto fin a su vida. Cuatro presidentes de la República portuguesa asistieron a su funeral en la capilla de la Academia Militar de Lisboa. Por allí pasaron también dirigentes políticos, militares, intelectuales y ciudadanos de toda índole. 

El papel de Salgueiro Maia había sido crucial en el éxito del golpe contra la dictadura del régimen de António de Oliveira Salazar, que había alejado a los portugueses de la democracia desde 1925. Sin embargo, una vez consumado el éxito de aquella revolución, Salgueiro Maia pagó un alto precio por su independencia en un tiempo, como otro cualquiera, en el que la adscripción a unas siglas o a un bando contaban más que la firme, decidida y desinteresada independencia con que él decidía servir al pueblo. Y ello le llevó a ser ninguneado por los altos mandos militares y los políticos durante los años posteriores al final de la dictadura. Se lo quitaron de encima. Lo enviaron lejos, a la isla de São Miguel, en las Azores, y le negaron una pensión cuando ya estaba enfermo. Salgueiro Maia murió joven, dejando dos hijos y un reconocimiento póstumo adornado de buenas palabras que ya de nada valían.

Mientras lo sepultaban se cumplió otro de los deseos que había dejado escritos de su puño y letra cuando ya se sabía desahuciado: que sonara en tal circunstancia Grandôla, vila morena, la canción cuya emisión a través de la emisora Renascença había significado el arranque de la Revolução dos cravos, la señal elegida por una facción del Ejército portugués en la madrugada del 25 de abril de 1974 para levantarse contra la dictadura. Y sonó así Grandôla, vila morena como epitafio musical, como himno de despedida a uno de los héroes marginados de la revolución.

La canción la había compuesto José Manuel Cerqueira Afonso dos Santos, conocido como Zeca, o sencillamente como José Afonso, voz comprometida, héroe firme, e involuntario a la vez, de la revolución a través de su creación artística. Él también murió sabiendo que se moría. Era consciente de que estaba sentenciado por una extraña e incurable enfermedad. Se marchó en la madrugada del 23 de febrero de 1992. Él también había dejado antes unas indicaciones. Su capilla ardiente tuvo lugar en el Club Naval de Setúbal, zona obrera y militante. Ante su féretro, cubierto por una bandera roja, como él deseaba, pasaron amigos, familiares y militantes de izquierda. Muchos portaban claveles rojos, símbolo ineludible aquel día. Zeca había pedido que nadie vistiera luto por él. Sonó su música, eso sí. Cómo no, para despedir a quien le había cantado a la fraternidad y al pueblo.

Su canción Grandôla, Vila Morena se había convertido para muchos portugueses en el verdadero himno de la nación, en el alma musical de un país que decidió en abril de 1974 cambiar la sinrazón por la libertad. “Grandôla, vila morena. Terra do fraternidade. O povo é quem mais ordena” (Grandôla, villa morena. Tierra de fraternidad. El pueblo es el que más manda), rezaba su letra, desbordante de la poesía de José Afonso, que murió en medio de la pobreza tras dejarle a su tierra una canción sobre la que levantar un tiempo de esperanza y libertad. Llegaron después las distinciones y homenajes de los políticos, rechazados uno tras otro por los hijos del cantante, que nunca las quiso en vida y que dejó dicho que tampoco cuando ya no estuviese. 

José Afonso era hijo de un juez y eso le llevó a seguir su estela en los diferentes lugares donde era destinado. Conoció así en su infancia algunas de las colonias portuguesas, como Angola o Mozambique, que iban pesando en la política del país y en las arcas públicas como generadoras de conflictos. Mantener ese régimen colonial también costaba vidas. Zeca se hizo maestro y, en paralelo, comenzó a cantar. Su activismo contra la dictadura no pasó desapercibido para la policía política del régimen. No tardaría en pagar las consecuencias. Al apartarlo de la enseñanza se daba más fuerza a una voz que no estaba dispuesta a callar. Su canto empezaba así a quedar plasmado en discos.

Disco EP de 1973 con ‘Grándola vila morena’, de José Afonso

Disco EP de 1973 con ‘Grándola vila morena’, de José Afonso / Cedida

El germen de la composición que forma parte hoy, 50 años después de la Revolución de los Claveles, de la memoria y de la libertad portuguesas, tiene su origen en 1964. Ese año, José Afonso recibe la invitación de una sociedad musical de un pueblo del Alentejo llamado Grandôla para actuar allí. El 17 de mayo de ese año, acompañado de Zélia, su segunda mujer, llena la sala Sociedade Música Fraternidade Operária Grandolense del Alentejo. Zeca se siente en deuda con el calor y la amabilidad con que ha sido tratado por las gentes del lugar. Todo ello le inspira un poema que envía a los miembros de la sociedad musical cuatro días después de su recital. El 31 de mayo se lee a los presentes en la sociedad conocida como Música Velha

En 1967, ese poema aparece publicado en su libro Cantares de José Afonso. Después, en 1971, se desplaza al castillo de Hérouville, a unos 30 kilómetros al norte de París, para grabar Cantigas do Maio, su nuevo trabajo discográfico, una de cuyas canciones incluidas sería Grandôla, vila morena. El director musical de la grabación, José Mário Branco, se convertiría en alguien clave en la transformación del poema original en la canción que acabaría dando paso a la Revolución de los claveles. “Le propuse a Zeca que le diésemos a esta canción la estructura tradicional del canto alentejano: la secuencia del punto (solista inicial), el alto (introduciendo una segunda voz más aguda) y el coro masculino bajo. Además, era aconsejable cambiar la estructura de la letra añadiendo la inversión de las cuartetas tan típica de esta forma coral”, reconocía el propio Branco al Observatório da Canção de Protesto años después. "Grândola, vila morena. Terra da fraternidade. O povo é quem mais ordena. Dentro de ti, ó cidade. Dentro de ti, ó cidade. O povo é quem mais ordena.Terra da fraternidade. Grândola, vila morena".

La imagen de los hombres que regresaban a casa a abrazados después de las faenas del campo inspiró a Branco a la hora de añadir a la grabación de la canción el sonido de unos pasos. Y así, Zeca Afonso, el propio Branco y dos músicos se subieron al jardín del ático del recinto donde tenía lugar la grabación y utilizaron unos micrófonos situados a la altura de los pies para registrar aquellos pasos.  

El cantante José Afonso, en Santiago el 13 de marzo de 1973

El cantante José Afonso, en Santiago el 13 de marzo de 1973 / Archivo

La canción será interpretada por primera vez en directo en España. El 10 de mayo de 1972, José Afonso la presenta en Santiago de Compostela. Hubo que esperar casi dos años para que se pudiera escuchar en tierras lusas. El 29 de marzo de 1974 se cantó Grandôla, vila morena en el primer Encontro da Cançao Portuguesa, en Lisboa. Entre el público asistente al Coliseo lisboeta figuraban mayoritariamente simpatizantes de izquierdas, que entonaban las canciones ante la atenta mirada de agentes de la policía política del régimen infiltrados. También había aquel día un buen número de los mandos militares que ya ultimaban los preparativos del levantamiento contra el régimen salazarista. Pudo ser entonces cuando al escuchar Grandôla la escogiesen como la señal del inicio del levantamiento. Otra versión apunta que la elección corrió a cargo del capitán Carlos de Almada Contreiras el 22 de abril junto al emblemático Elevador de Santa Justa

Curiosamente, esa canción de José Afonso no había sido censurada, a diferencia de otras de sus composiciones como Venham Mais Cinco, con una inequívoca carga política. "Al contrario de lo que todo el mundo piensa, esta canción no fue prohibida en la radio. La censura había ilegalizado, por ejemplo, Os Vampiros , pero Orfeu consiguió editar estos versos de Vila Morena", afirmaba en el lisboeta Diário de Notícias Arnaldo Trindade, dueño precisamente del sello disco Orfeu, que editaba los discos de Afonso. Lo que sí hubo fue una nota interna en la emisora nacional para que Grandôla no se emitiese. Esa nota no llegó al resto de emisoras del país, pero estas por precaución evitaron su difusión en antena. 

En abril de 1974, Portugal lleva ya casi medio siglo sin celebrar elecciones. El régimen dictatorial de Salazar, que ha fallecido en 1970, se sustenta ahora en la figura de Marcelo Caetano, que dirige el país alejándolo de cualquier intento de reforma política. La Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE) es la encargada de los asuntos políticos, siempre acechando desde las sombras con el decidido propósito de anestesiar o abortar todo cuanto signifique progreso, cambio o evolución.

El 24 de abril, a las 22:55 horas del 24 de abril, suena en Rádio Emissores Associados de Lisboa la canción de Paulo de Carvalho E depois do adeus, que había representado a Portugal en el Festival de Eurovisión apenas unos días antes quedando en última posición. Significaba el primer aviso para las tropas

A las 00:20 horas del 25 de abril, Rádio Renascença transmite Grândola, vila morena. Es la señal definitiva. Ya no hay vuelta atrás. El MFA (Movimento das Forças Armadas) empieza a ocupar los puntos estratégicos del país. En pocas horas, la dictadura caerá como un castillo de naipes azotado por los vientos de la libertad.

Aspecto de las calles de la capital portuguesa tras el golpe de Estado,

Aspecto de las calles de la capital portuguesa tras el golpe de Estado, / EFE

Uno de los capitanes que juega un papel más determinante ese día es Salgueiro Maia. Sale desde Santarem, donde arenga a sus hombres con un “Vamos a acabar con el Estado al que llegamos”. El 25 de abril, el capitán más célebre de la Revolución se juega la vida en varias ocasiones. Sujetando una bandera blanca con una mano, y escondiendo una granada en la otra, se acerca frente a las fuerzas que aún defienden al gobierno de Caetano. Es un cara o cruz que se paga con la vida. Los ‘enemigos’ se unen a la causa y no ofrecen resistencia a Salgueiro. 

El siguiente paso par Salgueiro es tomar la Plaza del Comercio. Después, se dirige al cuartel del barrio del Carmo, donde se resguarda el primer ministro Marcelo Caetano. Salgueiro le exige la rendición. Caetano reclama que acuda un militar de alta graduación. Es una de las escenas más contundentes y sólidas de la eficacia y éxito de la Revolución. Salgueiro “desafía a la muerte y gana la revolución”, afirma su biógrafo António de Sousa Duarte

Salgueiro Maia, delante del Cuartel do Carmo, en Lisboa.

Salgueiro Maia, delante del Cuartel do Carmo, en Lisboa. / Archivo

La otra escena que simboliza la memoria y triunfo de la Revolución es la más alegórica, la que inmortaliza la belleza sobre el drama, el clavel sobre el fusil, el pueblo y la razón sobre la tiranía. A pesar de que los mandos militares que protagonizan el golpe han pedido que la gente permanezca en sus casas, las calles de Lisboa son un enjambre de ciudadanos que celebran los últimos estertores del “Estado Novo”. Bastó que una joven colocase un clavel sobre el cañón del fusil de un soldado para representar el símbolo de libertad que Portugal ha irradiado al mundo durante las últimas cinco décadas. Las armas se adornaron del rojo de los claveles en una escena que apuntaba, por fin, a la libertad en Portugal.

Aquel 25 de abril no pagó bien a algunos de sus héroes. Tampoco a quienes habían confrontado a la dictadura con la palabra, la música y su sacrificio personal. Entre ellos estaban José Alfonso y Salgueiro Maia. Uno con su arrojo y valentía. El otro con su compromiso y sensibilidad. Un militar y un artista en busca de un país distinto. Compartieron coraje, sentido de la lealtad al pueblo, determinación y valores. Hoy los honra la memoria. Y también, claro, el pueblo portugués otro 25 de abril, porque, como dice Grandôla, “O povo é quem mais ordena”.