Opinión | CONTEXTOS DE ARTE

Un Rubens en clausura

Aparece una de las pinturas que el pintor alemán realizó durante su estancia en la corte de Madrid y que se tenía por perdida: un san Juan evangelista en la isla de Patmos

El 'San Juan evangelista en la isla de Patmos' de Rubens aguarda en el Convento de la Encarnación.

El 'San Juan evangelista en la isla de Patmos' de Rubens aguarda en el Convento de la Encarnación. / ARCHIVO

Al hilo de mi anterior contribución sobre la necesidad de conocer el patrimonio artístico para poder conservarlo, y como no sólo en colecciones privadas sino dentro de iglesias, conventos y monasterios hay importantes tesoros que cuidar y preservar, quiero destacar la última contribución póstuma del que fue el antiguo conservador jefe de pintura flamenca y holandesa del museo del Prado y director del Instituto Moll, Matías Díaz Padrón (1935-2022). El descubrimiento de una de las pinturas que Pedro Pablo Rubens había realizado durante su estancia en la corte de Madrid (agosto, 1628- abril, 1629) y que se tenía por perdida: un san Juan evangelista en la isla de Patmos. Velázquez es quien aporta todos los datos sobre el flamenco en Madrid a su suegro, Francisco Pacheco. En su libro El arte de la pintura, Pacheco habla de este lienzo de gran tamaño de san Juan y que fue hecho para el hermano del duque de Maqueda.

Díaz Padrón ya sospechó a través de una fotografía antigua en blanco y negro que reproducía el lienzo en el interior de un convento de Boadilla del Monte, que podría tratarse de esa pintura perdida del flamenco que citaba Pacheco. Su natural precaución hizo que guardara esta conjetura hasta el momento en que pudo cerciorarse de primera mano que ese lienzo dentro de una clausura podría tratarse del que hizo Rubens. Esto no ocurrió hasta el año 2018 en que pudimos acceder a la clausura de ese convento para ver la pintura de forma detenida, y no ha sido hasta enero de este año cuando el descubrimiento del profesor Díaz Padrón ha podido salir a la luz en un libro sobre el Retrato de Felipe IV y la estancia de Rubens en Madrid.

Este sólo es un ejemplo de toda la riqueza que guardan iglesias y conventos en nuestro país, y la necesidad de contar con especialistas que se ocupen no sólo del inventario sino también de la correcta catalogación de sus obras. La ley del patrimonio histórico español de 1985, ya establecía la prioridad de inventariar todos los bienes muebles de la iglesia (art. 28), y un periodo para llevarlo a cabo. La tarea es ardua, pero no por ello debe relajarse, ni por parte de las instituciones religiosas ni de las civiles. Por eso, esta tarea no debe postergarse y debe ponerse en manos de especialistas. Primero, porque sabrán llevar a cabo su tarea de forma correcta, valorando en su justa medida lo que tienen entre manos; y, segundo, porque se evitan injerencias de anticuarios y marchantes con malas intenciones que, con la excusa de ayudar a las congregaciones en sus problemas financieros, pueden llevarse de sus almacenes obras de gran importancia artística y económica. Es necesario invertir de forma adecuada los fondos.

Otro ejemplo de la importancia de los especialistas en esta labor de salvaguarda también ha ocurrido en fecha reciente en Boadilla del Monte con otras monjas de clausura (Incoación de expediente BIC, BOCM, 13 de marzo de 2024). Se trata de un conjunto excepcional por su antigüedad, relevancia y preservación: el relicario del monasterio del Santísimo Sacramento de Religiosas Bernardas procedente del antiguo monasterio del Santísimo Sacramento de Madrid, fundado en 1615 por el I duque de Uceda. Es de los pocos espacios de devoción privada de principios del siglo XVII conservados de forma casi íntegra.

Estos dos extraordinarios ejemplos en calidad y repercusión son testimonio de la importante labor que hacemos los historiadores del arte para la sociedad. No somos unos profesionales con una carrera bonita y que vestimos mucho en redes sociales acercando la Cultura (con mayúsculas) de forma simpática y amena al gran público. Somos profesionales, cualificados y con gran experiencia, los que estamos defendiendo un patrimonio que sin nuestros estudios acabará por desaparecer, o peor, exhibirse en museos extranjeros como “trofeos” de lo que no hemos sabido ver.

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