BERLINALE

"¿Qué estamos haciendo aquí?" ¡Estamos matando a niños!”: los crímenes de los soldados rusos contados por ellos mismos

Todos esos testimonios forman parte de la espeluznante banda sonora de ‘Intercepted’, documental de la periodista Oksana Karpovych que acaba de ver la luz en el festival de Berlón

Soldados rusos, en Crimea.

Soldados rusos, en Crimea. / EUROPA PRESS

“Les disparé a todos en la cabeza, ellos lloraban y me suplicaban que no los matara, pero lo hice igualmente”, le cuenta un joven a su pareja antes de confesarle también haber torturado a otras personas metiendoles tuberías envueltas de alambre de espino por el ano y despellejándoles los dedos y el pene. “No me arrepiento lo más mínimo”, añade. Un hombre explica a su mujer que recibió una carta en la que la hija de ambos le pedía: “Papá, mata a todos los ucranianos y vuelve a casa”. Una madre insta a su hijo a que cocine a sus enemigos “como si fueran kebab”.

Todos esos testimonios forman parte de la espeluznante banda sonora de Intercepted, documental de la periodista Oksana Karpovych que acaba de ver la luz en la Berlinale. Su columna vertebral son fragmentos de llamadas telefónicas que los soldados rusos desplazados a Ucrania hicieron a sus seres queridos entre marzo y noviembre de 2022, y que los servicios de inteligencia del país invadido interceptaron y publicaron online.

En general, esos testimonios sonoros transmiten una mezcla de rabia, miedo, odio, violencia y frustración. Algunos ofrecen exactamente lo esperable de la llamada de un recluta a casa: madres preocupadas por si su hijo come y duerme lo suficiente y padres que instan al muchacho a mantenerse fuerte. Otros demuestran que muchos de esos soldados están convencidos de que su misión no tiene sentido y de que no volverán a casa a menos que lo hagan muertos o lisiados.

Y otros, decimos, se pavonean de las barbaridades que han practicado sobre aquellos a quienes se refieren usando el insulto khokhol -su traducción al castellano vendría a ser “manojo de paja”-, que inevitablemente recuerda a la etiqueta üntermenschen, palabra alemana que significa ”infrahumano” con la que los nazis aludían a los judíos. Explican que han recibido órdenes de matar a quienquiera que se cruce en su camino, aunque sea una madre con sus hijos, y confiesan con despreocupación haberles robado a los muertos maquillaje, ordenadores y zapatillas New Balance. En muchos casos, sus interlocutoras tratan de avivar su crueldad. Un soldado le pregunta a su madre: "¿Qué estamos haciendo aquí?" ¡Estamos matando a niños!”. Ella contesta: “¡No, matáis a fascistas!”, dejando así claro qué efectivo puede llegar a ser el veneno de la propaganda rusa.  

Intercepted ilustra esas piezas de audio con imágenes filmadas en regiones de Ucrania devastadas por los ataques rusos y que en los últimos tiempos han tratado paulatinamente de recuperar la normalidad; inicialmente, Karpovych hace transitar su cámara entre escuelas abandonadas, apartamentos derruídos, fachadas de edificio quemadas e hileras de hogares en cuyos jardines aún ondea la colada de quienes tuvieron que huir a toda prisa.

A medida que avanza el metraje, eso sí, la imaginería se va volviendo más mundana y banal: escenas de gente que poda sus vides, que se baña en un lago, que trata de vender sus productos en un mercado improvisado y, en general, de recuperar la cotidianidad entre los escombros. En paralelo, los pedazos de conversación de los invasores se adentran cada vez más en el terreno del arrepentimiento, la desesperación, el pánico y el fatalismo, dejando claro etretanto que, más que una condena simplista de todos los rusos, Intercepted es un recordatorio del efecto deshumanizador que tiene cualquier guerra.