Estrena 'Secretos de un escándalo'

Todd Haynes: “Hay que normalizar las historias sobre mujeres terribles”

La película recupera el caso real de una mujer, interpretada por Julianne Moore, que acabó en la cárcel por mantener una relación con un niño de 12 años, y que se quedó embarazada de él varias veces mientras estaba en prisión. Natalie Portman es una actriz que, años después de aquello, se introduce en su vida familiar para interpretarla en una ficción

El cineasta Todd Haynes en Cannes.

El cineasta Todd Haynes en Cannes. / EFE

Su nueva película, Secretos de un escándalo, conecta de distintas maneras con casi todas las que ha dirigido anteriormente: como Poison (1991) y Carol (2015), reflexiona sobre el deseo y la represión; como Safe (1995) y Lejos de cielo (2002), retrata a una mujer traumatizada a través de una interpretación descomunal de Julianne Moore; igual que Superstar (1987), Velvet Goldmine (1998) y I’m not There (2007), aborda el mundo del show business.

También habla de narcisismo, y de escarnio público, y del esquivo significado de conceptos como la normalidad, la verdad y la moralidad; y para ello se inspira en el caso de Mary Kay Letourneau, una maestra de escuela en su día condenada por haber mantenido relaciones sexuales con un niño de 12 años, Vili Fualaau, de quien se quedó embarazada varias veces mientras estaba en la cárcel y con quien se casó al salir de ella.

P. ¿Qué le interesó principalmente de la historia real que inspira la película?

R. En realidad, lo que más me atrajo fue la posibilidad de contemplar a los personajes más de dos décadas después de que protagonizaran el escándalo público que los convirtió en carne de tabloide y marcó sus vidas, y explorar cómo sobrevivieron y qué muros construyeron a su propio alrededor para protegerse. Siempre me ha fascinado nuestra tendencia como seres humanos a no cuestionar las decisiones vitales que tomamos, a permanecer atados a las relaciones y a las familias que marcan nuestras vidas incluso si no nos hacen felices, hasta que ya es demasiado tarde.

P. Vili Fualaau declaró recientemente que se siente ofendido por la película, y que lamenta no haber podido formar parte de su producción en calidad de asesor. ¿Habría aceptado usted su participación?

R. En todo momento quisimos mantener la película a cierta distancia del caso real de Letorneau y Fualaau y, por lo que a mí respecta, rechazo la obligación de ser un narrador responsable o fidedigno. Por definición, contar historias es algo subjetivo y sometido a los instintos creativos de quienes se encargan de ello, y eso significa que también es algo potencialmente corrosivo. Y, de hecho, uno de los objetivos principales de esta película es cuestionar esa convención social según la cual la verdad es calculable y cuantificable, y algo sobre lo que diferentes personas pueden ponerse de acuerdo. ¿Quién está en posesión de la verdad? ¿Quién tiene la última palabra a la hora de establecer la versión oficial de las historias, y de la Historia? Son preguntas apasionantes, y me parece que dar por hecho que las respuestas a ellas son fijas e inamovibles, y por tanto delegar el poder sobre el discurso y la narrativa de las cosas, es reaccionario. Como digo, esta película habla sobre la imposibilidad de encontrar la verdad.

P. ¿Cree que el caso de Letorneau y Fualaau habría causado tanto revuelo si el adulto hubiera sido él, y ella la adolescente? 

R. No, por supuesto que no. Hay algo sexista en la firmeza con la que se asumió que ella había abusado por completo de su poder sobre aquel chico, y en el grado de indignación social que el caso generó. La sociedad sigue juzgando las transgresiones sexuales de los hombres con mucha más indulgencia y menos moralismo que las de las mujeres. Y, en general, la reglamentación de la moralidad es muy arbitraria, especialmente en mi país. En algunas partes de Estados Unidos es legal casarse a los 16 años y en otras no es necesario ni siquiera tener esa edad para hacerlo, y esas relaciones que involucran a menores de edad son perfectamente aceptables a ojos de la ley y de la opinión pública mientras que otras generan rechazo y consternación.

Un fotograma de la película 'Secretos de un escándalo'.

Un fotograma de la película 'Secretos de un escándalo'. / 'SECRETOS DE UN ESCÁNDALO'

P. ‘Secretos de un escándalo’ se distingue de sus películas previas centradas en personajes femeninos. Si las mujeres protagonistas de ‘Safe’ (1995) y ‘Lejos del cielo’ (2002) eran mujeres sometidas, aquí las protagonistas son mujeres amorales que imponen su voluntad sobre la de los hombres.

R. Así es. Y creo que es importante seguir trabajando para normalizar las historias sobre mujeres terribles o de comportamiento cuestionable, y dejar de crear exclusivamente personajes femeninos cuya conducta se ajusta a la idea reductiva que los hombres tienen de las mujeres. Mientras eso no suceda, será imposible encaminarse a una verdadera igualdad social y política. En ese sentido, sin duda sería positivo echar un vistazo a la pasada década de los 30, cuando la taquilla de Hollywood estaba dominada por ficciones femeninas, y actrices como Bette Davis podían interpretar una y otra vez personajes que eran absolutamente despreciables, y fascinantes a causa de ello. 

P. ‘Secretos de un escándalo’ derrocha ese tipo de ambigüedad y complejidad moral. Al verla uno siente cierta inquietud porque sus personajes no se dejan categorizar.

R. En la actualidad, y cada vez más, el público está acostumbrado a consumir películas que confirman sus ideas preconcebidas sobre lo que está bien y lo que está mal, o sobre los comportamientos que son socialmente aceptables y los que no. Pero, al hacer Secretos de un escándalo, yo he querido empujar al espectador a un territorio moral incierto y hacer así que se sienta confuso y desorientado. Cuando yo era muy joven y empezaba a desarrollar no solo mi amor por el cine sino también mi identidad como ser humano, esas fueron el tipo de películas que me ayudaron a hacerme preguntas, y a aprender. Y, por supuesto, las que más me divirtieron.

P. Hablando de diversión. ¿Se divierte usted haciendo películas, o es un proceso más bien doloroso?

R. Pues diría que es un proceso dolorosísimo y que, precisamente, eso es buena parte de lo que lo hace divertido. Siempre que estoy inmerso en la producción de una película me siento al borde del precipicio, convencido de que en cualquier momento perderé el equilibrio y me estamparé contra el suelo. Pero, ¿qué sentido tendrían nuestras vidas si no las dedicáramos a tomar riesgos, y a seguir intentando cosas nuevas por primera vez?