ENTREVISTA

Álvaro Siza: “La arquitectura conforma espacios a través de la luz. Sin ella no hay arquitectura”

El Premio Pritzker portugués expone sus dibujos en el Festival Internacional de Grabado de Bilbao a sus 90 años

El arquitecto portugués Álvaro Siza, en Cambados (Pontevedra) en 2019.

El arquitecto portugués Álvaro Siza, en Cambados (Pontevedra) en 2019. / Iñaki Abella Diéguez

Dibuja, esculpe, proyecta edificios desde hace más de seis décadas y este año, además, ha expuesto en el FIG (Festival Internacional de Grabado y Arte sobre Papel) de Bilbao, que se cierra este sábado 26 de noviembre, algunas de sus obras menos conocidas. El arquitecto portugués Álvaro Siza (Matosinhos, 1933) celebra sus 90 años en plena forma, con las mismas obsesiones de siempre en la cabeza, de la arquitectura social al tiempo, la luz o la conexión con la naturaleza. Son los elementos con los que ha levantado iglesias, bibliotecas, centros culturales y museos por todo el mundo. También, y de forma extensa, en España. Ganador del Premio Pritzker (1992) y del Nacional de Arquitectura (2019, el único no español que lo ha conseguido), responde desde su estudio en Oporto.  

P. En el FIG de Bilbao presenta algunos de sus grabados. ¿En qué conectan estas obras con sus esculturas, dibujos y con sus edificios? ¿Hay un mismo hilo que aúna todas sus facetas creativas? 

R. Ya en la Bauhaus se hablaba del ideal de la integración de las artes porque había una voluntad de relacionarlas de manera profunda. Hoy en cambio tendemos a crear fronteras entre ellas, pero creo que son artificiales. Sin irnos más lejos, Miguel Ángel fue pintor, escultor, músico e incluso poeta, porque todo forma parte de la misma familia. Antes se definía a la arquitectura como “la madre de todas las artes”, pero con el tiempo se convirtió en algo tan complejo que gradualmente se fue especializando. Si en 2023 un arquitecto quiere saber de todo, no tiene tiempo para la arquitectura.  

P. Ha contado en muchas ocasiones que el dibujo, sobre todo el dibujo libre, casi subconsciente, es su manera de encarar un encargo y de plantearse y resolver dudas. ¿Sigue siendo así? ¿Qué hay de liberador en él? 

 R. Clarísimamente sí. En el inicio de un proyecto siempre utilizo esbozos. Son una aproximación eficaz y necesaria, pero se hacen de forma tan rápida que no da tiempo a que sean claros. Por eso creo que el ordenador tiene partes buenas y malas. Es una máquina rapidísima, pero a la hora de construir una idea con una visión abierta que englobe todos los ángulos, de forma poco profunda, hay que usar dibujos. Además, ayudan mucho en la comunicación con los intermediarios del estudio, sobre todo al principio de una obra. La arquitectura actual es un trabajo en equipo de principio a fin. 

El dibujo de Siza 'Gulliver y el enano' (2005)

El dibujo de Siza 'Gulliver y el enano' (2005) / Studio Alvaro Leite Siza

P. Uno de los primeros edificios que le influyeron fue la residencia de estudiantes Baker House, situada en el campus del M.I.T. de Cambridge, Massachusets, en Estados Unidos, que diseñó Alvar Aalto en los años 40. ¿Qué otros edificios, ciudades o personas han forjado u orientado de alguna manera su trabajo y su vida?  

R. Cuando yo empecé a estudiar mi idea era hacer escultura, pero mi familia no estaba muy de acuerdo. Por eso entré en la Escuela de Artes de Oporto, donde se ofertaban los tres cursos, pintura, arquitectura y escultura, con la intención de inscribirme primero en arquitectura, que parecía una carrera con un futuro más respetable, y después hacer el cambio a lo que de verdad me interesaba. Sin embargo, me encontré un centro en plena renovación, con profesores jóvenes dispuestos a romper con el conservadurismo del Portugal de entonces, y me terminé decantando por mi profesión. En aquellos años yo no tenía ni idea de arquitectura. No tenía nada de información, ni nadie cercano en la familia que supiera orientarme. En mi ignorancia un profesor me aconsejó que comprara algunos libros para empezar a entender. Me llevé uno de Alvar Aalto y otro de Walter Gropius. Y Aalto fue una novedad absoluta para mí, un gran descubrimiento. Después vino la visita que hice a Barcelona de joven donde me empapé de la obra de Antoni Gaudí. Eso también me impresionó muchísimo, era muy diferente a las imágenes de las fotografías que yo había visto. 

P. "El aprendizaje de la arquitectura se basa en ver" ha afirmado. ¿Qué otras claves son necesarias? 

 R. Un arquitecto debe tener capacidad de diálogo porque, como decía antes, es incontestable que el nuestro es un trabajo que se hace en equipo y que aúna muchos saberes distintos. También es una labor de comprensión hacia quien te llama para encargarte el proyecto. Hay que saber entenderse con el cliente. El diálogo, es, por tanto, el factor principal que cubre todo el proceso. 

P. Entre los elementos esenciales de su obra está la luz, el tiempo y también la naturaleza, el entorno. ¿En qué orden los colocaría y por qué son esenciales para entender su trayectoria?  

R. Son importantes todos, no solo para estudiar mi trabajo, sino en general para comprender mi profesión, pero por encima de ellos destaca la luz porque sin ella no hay arquitectura. Es fundamental para la caracterización de un edificio. En Portugal y, sobre todo, en España, existe una gran influencia de la arquitectura árabe. Si hablamos por ejemplo de La Alhambra, es un edificio en el que se entra por un patio lleno de luz y luego, al fondo, se diluye hasta desembocar en la penumbra. Eso es lo que hace la arquitectura, conformar espacios a través de la luz, que respondan a las distintas formas de ocupar y utilizar la casa.  

El paisaje acompaña siempre a la arquitectura, pero intentar imitarlo cuando diseñamos es un fracaso. La arquitectura es geometría y la naturaleza es orgánica y variable"

P. Usted asegura que la relación con la naturaleza ha sido su gran obsesión. ¿Cómo la ha resuelto? 

R. La arquitectura es arquitectura y la naturaleza es naturaleza. Siempre va a existir una distancia, pero ninguna puede prescindir de la otra. El lugar es la base, el fundamento de cualquier construcción. Cuando tienes un proyecto que ocupa un entorno muy concreto, como el mar o la montaña, te da elementos e ideas sobre cómo enfrentarlo. Es decir, el paisaje acompaña siempre a la arquitectura, pero intentar imitarlo cuando diseñamos es un fracaso. La arquitectura es geometría y la naturaleza es orgánica y variable. 

'La mesa' (1991), de Álvaro Siza.

'La mesa' (1991), de Álvaro Siza. / Studio Alvaro Leite Siza

P. Ha contado en alguna ocasión que ve su obra como un camino continuo, sin apenas rupturas. ¿Con qué objetivo?  

R. Te concentras obsesivamente en los distintos proyectos, así que hay que crear un diálogo entre ellos. Lo que pasó en determinada obra acaba por aparecer como apoyo en el proceso de otra. Es un aprendizaje constante, una acumulación y también una aplicación de experiencias e influencias distintas que se interconectan entre sí. 

P. La relación entre la arquitectura y el zeitgeist, el espíritu de la época, ¿en qué parte explica su obra? 

R. La política puede crear obstáculos en nuestro trabajo. Portugal es un territorio pequeño pero tiene muchos cambios de paisaje y cultura entre Norte y Sur, por la influencia de los celtas y los árabes. Durante mucho tiempo hubo un conservadurismo que intentó imponer un estilo nacional a toda la obra pública. Pasado el Régimen (la dictadura de Salazar, hasta 1974) eso cambió y se optó por un acercamiento más social. Fue decisión del primer gobierno democrático construir viviendas para la mayoría, pero con el subsiguiente cambio parlamentario se canceló esa idea inicial y los pocos colegas que trabajaban en ella fueron marginados. Hubo unos años muy conflictivos porque las intenciones del estado no eran gratas para algunos intereses inmobiliarios. Para mí, en cambio, tuvo una consecuencia positiva porque me invitaron a participar en programas similares en Alemania y Holanda. Tuve suerte. Pero pensemos en lo que sufrieron, por ejemplo, los miembros de la Bauhaus alemana por culpa de los nazis, que obligó a emigrar a todos los grandes arquitectos de aquella Escuela hacia Estados Unidos y otros países. El momento en el que te toca proyectar determina tu obra.  

P. A los 90 años y en medio de uno de los momentos más convulsos en Europa y el mundo, ¿cómo ve el futuro de la arquitectura? ¿Con temor, con esperanza? 

R. Lo veo muy problemático, pero a la vez tengo esperanza en las nuevas generaciones, en su energía y en su pasión. Espero que esas esperanzas se cumplan. No me gusta que en los últimos años se haya creado esa idea completamente falsa sobre qué somos los arquitectos y qué es la arquitectura. Se nos trata como a seres caprichosos y caros, a quienes solo nos gusta diseñar para ricos, cuando lo que caracteriza el Movimiento Moderno es la visión de proyectar para la gente, de construir viviendas sociales.