LIBROS

'Soy fan', la novela de Sheena Patel sobre las 'chicas salvajes'

La escritora británica publica uno de los debuts del año en Reino Unido, una historia con una antiheroína como protagonista que refleja bien a una generación de autoras que expresan sin tapujos su rebeldía ante ciertos roles adquiridos de género, de clase o étnicos

La escritorta británica Sheena Patel.

La escritorta británica Sheena Patel. / Salam Zaied

Tres mujeres mantienen una relación sentimental con el mismo hombre. Una de ellas es su esposa, otra es una influencer con mucho dinero y la tercera es una joven de economía precaria. Solo esta última conoce la situación general y le gustaría que las otras dos desaparecieran para poder estar con él. Es la protagonista de Soy fan, la primera novela de la escritora londinense Sheena Patel que la editorial Alpha Decay acaba de publicar en España traducida por Regina López Muñoz. Con este debut ha conseguido que la sociedad literaria británica se rinda a sus pies: quedó finalista del British Book Award 2023 en la categoría de nuevo descubrimiento, obtuvo una nominación para el Dylan Thomas Prize y el Women’s Prize For Fiction y los críticos le han hecho la ola en los medios.

La antiheroína de Patel es fan de la amante rica del hombre con el que quiere estar –siempre se refiere a él de esa manera, nunca por su nombre–, no de él. Pero no al estilo de los admiradores que le escriben alabanzas en los comentarios de Instagram, sino más bien de Chapman, el asesino de John Lennon (aunque sin sus pulsiones homicidas). Examina sus constantes publicaciones en las redes sociales con el ahínco de un policía forense, busca señales de la presencia del hombre con el que quiere estar en su vida, analiza los rasgos de su cara cuando posa en los selfies, desprecia su manera de escribir, se indigna con los precios de los productos que vende, se imagina cómo se comporta cuando está con él. Se entretiene con su vida como lo podría hacer con una serie de televisión, aunque el objeto de su obsesión es real y tiene consecuencias sobre su propia existencia.

Soy fan se gestó durante el confinamiento provocado por la pandemia de la covid-19. Un momento en el que el uso de las redes sociales se disparó en todo el mundo (un 13% a nivel internacional según el estudio Digital 2021 de We Are Social y Hootsuite) y en el que el cotilleo de la vida online de los otros fue uno de los grandes entretenimientos. "Estaba encerrada. Estaba deprimida. Necesitaba algo que mostrar por mí misma", dice Patel a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA por correo electrónico. Se encuentra en plena gira de presentación de su libro por Estados Unidos, el país en el que tuvo lugar otro hecho decisivo para la novela. “Los ataques al Capitolio me parecieron muy inquietantes y vi que la forma en que Trump se comporta con su base de seguidores es la misma que la de un amante emocionalmente inaccesible. Tanto la cultura pop como la política funcionan impulsadas por el motor del fandom, lo cual es algo aterrador”, sostiene.

Pese a que el hilo conductor sea la relación de la protagonista –que la narra en primera persona– con el hombre con el que quiere estar, la historia está cargada de reflexiones sobre las diferencias de clase, el racismo y las trampas del patriarcado en relación al amor. El personaje de Patel es una joven londinense de ascendencia india que trabaja como autónoma en el sector creativo (lo que suele ser un sinónimo de inseguridad financiera), unos rasgos que comparte con su creadora aunque esta responda "¿Le preguntarías esto a un hombre?" a la pregunta "¿Qué cosas tiene en común con su personaje?".

Mi protagonista está enfadada con el mundo. Hay muchas cosas por las que estarlo ¿no?"

La influencer a la que espía sin descanso es blanca, hija de un intelectual famoso en Estados Unidos, rica y totalmente inconsciente de sus privilegios. Una ‘nepo it girl’ como señala en uno de los suspicaces títulos de sus capítulos. Conceptos como la apropiación cultural no existen en su universo-estilo-de-vida que muestra (y monetiza) a través de sus redes sociales. Lo consigue todo sin esfuerzo, tanto la atención del hombre por el que se desespera la protagonista como publicar un libro superventas o adquirir piezas de arte que la protagonista no sabría ni dónde comprar. Mientras tanto, ella comparte piso con un novio del que ya está harta, no tiene dinero y vive pendiente del hombre con el que quiere estar, que no siente lo mismo por ella. En general, no quiere la vida que tiene y sus explosiones violentas –especialmente con su pareja oficial– son muy frecuentes. "Está enfadada con el mundo. Hay muchas cosas por las que estarlo ¿no?", sostiene Patel.

El comportamiento de ese hombre hace que cualquier atisbo de sororidad desaparezca de la mente de la protagonista. De hecho, ella es consciente de cómo él consigue enfrentar a todas aquellas con las que mantiene algún tipo de relación sentimental y piensa: “Nos dividimos, cuando lo que tendríamos que haber hecho es sindicarnos”. Para la escritora, los mecanismos opresores del patriarcado son difíciles de superar, pero considera que hay esperanza cuando señala que “España parece estar atravesando un proceso de ajuste de cuentas”.

Patel forma parte, junto a Roshni Goyate, Sharan Hunjan y Sunnah Khan, del colectivo poético 4 BROWN GIRLS WHO WRITE. Desde su formación en 2017, han publicado varios libros y han actuado en festivales culturales como Primadonna, Byline y el muy famoso Fringe de Edimburgo. Las cuatro integrantes se han hecho hueco rápidamente en el panorama literario británico, en parte gracias a la fuerza de su unión. “Nos convertimos en escritoras, si no fuera por ellos no estaría escribiendo. Éramos las animadoras, el sistema de apoyo y la audiencia de las otras. Son mujeres increíbles”, afirma la autora de Soy fan.

El turno de la chica salvaje


Este ha sido el verano en que las chicas han dominado internet de forma metafórica: las redes sociales se llenaron de hashtags que incluían el sustantivo ‘girl’ para definir cierto tipo de comportamientos o mecanismos mentales como las ‘matemáticas de chica’ o la ‘cena de chica’. Por supuesto, los medios no tardaron en recoger y diseccionar el fenómeno con más o menos seriedad y/o acierto aunque no todos señalaron que el concepto ya no se usaba solo en el ámbito online, sino que ya es posible toparse con él en el plano material de la existencia.

Por ejemplo, la periodista Noelia Ramírez comenta en Amiga Date Cuenta, el podcast que conduce junto a Begoña Gómez Urzáiz, que ya se usa para categorizar un (cuestionable) subgénero literario. “Me encontré en la librería Barnes & Noble de Union Square de Nueva York una mesa con el nombre ‘Hot Sad Girl Summer’”, dice en el episodio Sad Hot Math Girl Summer + Terenci Moix. En dicha selección se podían encontrar títulos de Sylvia Plath, Simone de Beauvoir, Miriam Towes y Ottessa Moshfegh, entre otras. Un batiburrillo de autoras a las que une su condición de mujer y quizá una actitud no demasiado pizpireta, pero poco más.

Moshfegh también aparece en la recopilación ‘Feral Girl Summer’ (verano de la chica salvaje) hecha por la misma librería, que dice: “es hora de volverse un poco salvajes... y no pensar en las consecuencias. Y nadie entiende eso mejor que estas mujeres: las apoyarás mientras reclaman sus voces (incluso si te avergüenzas un poco)”. En la lista están también otras autoras publicadas en España como Oyinkan Braithwaite, Melissa Broder, Mona Awad y, cómo no, Sheena Patel. Dejando de lado que estas etiquetas en el ámbito literario responden a una estrategia de marketing –como en su momento fue el ‘chick lit’– más que a un movimiento, puede decirse que la diferencia entre la chica triste y la chica salvaje radica principalmente en su manera de enfrentarse a la realidad –una tiende más a la languidez, la otra al desquicie– pero también con su lugar en el mundo.

Aunque ambas pueden tener conciencia de clase, generalmente la chica triste es blanca, mientras que en el colectivo salvaje hay más diversidad racial. De hecho, la protagonista de Patel podría stalkear el Instagram de alguno de los personajes de Sally Rooney –delegada indiscutible de las chicas tristes– y pensar, como hace en Soy fan con la amante del hombre con el que quiere estar, que “la peña blanca es la hostia con su marcada empatía hacia absolutamente todo, salvo los seres humanos con alta carga de melanina”. Pero hay un rasgo que las hermana: son chicas de hoy en día.